Cuidar la empresa privada

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Esta semana vi con profunda alegría y mucho entusiasmo, como una iniciativa del Centro de Pensamiento Libertank movió a cientos de empresas en el departamento de Antioquia y a sus empleados, para que en un acto genuino y natural resaltaran el valor que tienen las compañías en nuestra sociedad y como progresamos gracias a ellas.

Por: Andrés Felipe Gaviria

No importa cuál sea el tamaño de una empresa; no importa si se trata de las mismas 30 o 50 que siempre salen en las revistas o si es una que se encuentra en un pequeño local y tiene 2 o 3 empleados.

No importa si en algunas se pagan salarios altos y en otras existen salarios no tan altos, porque realmente todas y cada una de las empresas legalmente constituidas en nuestro país tienen un mérito enorme en la construcción de nuestra sociedad.

Debo ser muy honesto y realista: en Colombia crear empresa es toda una aventura salvaje, es bastante complejo, aburridor y muy difícil.

Por más que los diferentes gobiernos se encarguen de promover la creación de estas, la realidad es que tristemente uno se encuentra con que no hay incentivos, ni promoción, ni muchos alicientes para que Colombia sea un país en donde nazcan cientos de empresas todos los días.

De hecho, la tarea de crear empresa en Colombia es mucho más titánica cuando se tienen que asumir tantas cargas impositivas y prácticamente confiscatorias.

Además, que un negocio que apenas está iniciando pueda obtener un crédito es absolutamente imposible y más, cuando el Gobierno mantiene regímenes de excepciones impositivas solamente para unos grandes, aparentemente queriendo conservar algunos monopolios.

Sin embargo, hoy no quiero hablar de eso y en este escrito solamente quiero rescatar todo lo bueno que tiene la iniciativa del Centro de Pensamiento, la cual se ha dado durante esta semana, y que se espera, sea una movilización que se mantenga a través de los días.

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Ya no se necesita tener carteles en las calles, solo basta con el sentimiento, el sentido de pertenencia y el amor que nace del corazón y que se expresa en actos, palabras o en toda clase de acciones para soportar a las miles de PyMEs en nuestro país.

Sin empresas no hay empleos, eso es una ecuación de ‘coquito’ y aunque sea muy básica, por algún motivo diferentes sectores de la sociedad parecen no comprenderla.

Parecen tener en su entendimiento, bastante precario la verdad, que el Estado es el que tiene que ser el mayor empleador del país, además de hacerlo crecer, crecer y crecer a través de la impresión de billetes.

Con toda seguridad, si eso llegara a pasar, este país no sería más que un barco con dirección a estrellarse con un gran iceberg.

La economía colombiana le debe mucho a las empresas y a sus empresarios, pues la recuperación del país en los últimos 15 años no ha sido gratuita.

Como dicen popularmente en Colombia, esta se ha logrado con sangre, sudor y lágrimas; ha sido con esfuerzos, quiebras, con el nacimiento de nuevas empresas, con una lastimosa convivencia con la inseguridad jurídica, además de la inseguridad en las calles de las ciudades del país, entre otras.

Por más que miles de empresas quisieran estar regadas por todo el territorio nacional, aún seguimos teniendo un país precario en materia de infraestructura, productividad y competitividad.

Este llamado es a defender las empresas y a dar las gracias a cada una de ellas por lo que le han permitido lograr y alcanzar a millones de colombianos, como tener propiedades, pagar estudios, tener algún vehículo, viajar, tener un sistema de salud o simplemente gozar la vida con comodidad.

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Claro está, habrá quienes se han esforzado más que otros, pero lo importante es que todos los han creado empresa en el país han hecho algo, no se han quedado quietos y han aportan para el desarrollo de cada una de las personas. Eso es lo que hay que resaltar.

El llamado del Centro de Pensamiento no puede ser más oportuno, porque aunque parezca un chiste, vivimos increíble y díscolamente en un momento de la sociedad en donde existen movimiento anti-empresas, quién lo creyera.

Actualmente existen movimientos que pretenden socavar la credibilidad de compañías, acabarlas, cuestionarlas, ponerlas a pagar más impuestos, así como un salario mínimo más alto que solo terminará generando más desempleo.

Para mí, con todo respeto, no son más que movimientos, por una gran parte, muy ignorantes en materia económica y laboral.

Por otro lado, son personas que solamente tienen intereses oscuros para crear caos y promover sistemas políticos y económicos fallidos en otras latitudes de nuestro mundo.

De manera que, hago un llamado a cada uno de esos empleados que hoy agradecen con amor, lealtad, honradez y dedicación a esas empresas para que sigan ondeando esa bandera en su vida y cuenten lo orgullosos que se sienten de trabajar allí.

Pero sobre todo, que sigan dando todo por su compañía, porque saben y entienden que no se le quita al rico para volver al pobre rico, ni mucho menos, hay que acabar con las empresas para que haya más empleo. Esas ecuaciones están más que comprobadas que no funcionan.

Si bien es cierto que las sociedades tienen que tender a ser más equitativas y justas, nunca ningún modelo puede ir en detrimento de las personas que legal y exitosamente han construido un patrimonio y pretenden a través de este generar bienestar a su sociedad.

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