Por: José Félix Lafaurie Rivera
El coeficiente GINI es una herramienta estadística que busca medir la desigualdad en la distribución de algo entre una población, ya sea el ingreso o la riqueza, y en el caso de la tierra rural, ha sido usado para sostener que en Colombia está concentrada en pocas manos.
El GINI se expresa con valores en un rango entre 0 y 1, siendo 0 la igualdad total, es decir, la tierra repartida en partes iguales entre todos los propietarios; y 1 la total desigualdad, cuando un propietario es dueño de toda la tierra.
En ese contexto, la lectura de los resultados generalmente aceptada es algo populista, es decir, a tono con los tiempos, pues indica que el GINI será mejor cuanto más se acerque a cero, lo cual puede parecer equitativo para el discurso, pero la tierra en partes iguales representaría, literalmente, el suicidio de la economía agropecuaria, como el imposible de la concentración total sería una catástrofe social.
El GINI ideal es el que se ajusta a las condiciones de cada país; en uno con “vocación agropecuaria”, como el nuestro, habrá que preguntarse cuánta concentración se necesita para producir en escalas que garanticen la seguridad alimentaria de 50 millones de habitantes y permita fortalecer la diversificación exportadora, ¿y cuánta redistribución para garantizar el derecho de los campesinos a la propiedad en condiciones que garanticen una vida digna?
La cifra oficial del GINI de tierras en Colombia, con datos del IGAC de 2012, es de 0,87, lo que indica, en principio, una alta concentración. Y digo en principio, porque, además del impacto en la información por el rezago catastral, a esa cifra le caben muchas salvedades:
Una de ellas es que hay tierras de tierras y, por esa razón, existe un GINI que incorpora la calidad, a partir de la UAF (Unidad Agrícola Familiar) definida como la tierra que una familia, sin contratar mano de obra, necesita para generar tres salarios mínimos. En la Sabana de Bogotá pueden ser dos hectáreas, pero en el Vichada, por ejemplo, se requieren hasta ¡1.700! No es una distorsión menor; por eso extraña que, aun eliminándola, el GINI – UAF continúe por encima del 0,8.
DEL MISMO AUTOR: ¿Ganadería vs. Agricultura?
Tengo más dudas. Las minorías étnicas poseen 39 millones de hectáreas “comunales”. ¿Están incluidas en el GINI?, ¿cómo están incluidas, como de un solo propietario o distribuidas entre los indígenas y afrodescendientes que esas comunidades propietarias.
El GINI es un instrumento estadístico que interpreta la realidad, pero no es la realidad y, por el contrario, se aleja de ella si la información que lo alimenta no es confiable. En teoría de sistemas, esa situación se conoce como “GIGO”, por sus siglas en inglés, que traducen «basura entra, basura sale».
Al final, hay un dato insoslayable. Según el IGAC, hay 48.5 millones de hectáreas de tierra rural en manos de privados, y según las autoridades catastrales hay 4.4 millones de predios rurales, lo que arroja un promedio de 11 hectáreas por predio. Hay predios grandes, por supuesto, pero estamos lejos de una excesiva concentración de la tierra.
El rezago de información es histórico y, por supuesto, no descalifico la labor del DANE y el IGAC, con grandes avances estadísticos el primero y de actualización catastral el segundo, pero lo cierto es que, con ese GINI incierto en bandolera, la ganadería ha sido injustamente atacada y amenazada la legítima propiedad de la tierra. El campo merece cifras confiables. Esa es la tarea: construir un GINI que soporte el verdadero desarrollo rural.
Nota bene: Anticipo mi próximo tema: ¿Si será la relativa concentración de la tierra la causa de la pobreza rural?
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