En Colombia, no sería la primera vez en la que se compruebe que el dinero del narcotráfico, de la corrupción, en general, de la ilegalidad tiene amplia y fuerte influencia en las campañas políticas.
EDITORIAL
Uno de los males que ha padecido Colombia durante toda su existencia, durante toda su vida republicana, si se quiere, es la impunidad, la injusticia y que han existido personas que han estado, por encima de la ley, por diferentes razones y condicionantes. Los ciudadanos se han acostumbrado a vivir con esto, a aceptarlo, dentro de la sociedad, y claramente esto fundamenta el caos, la destrucción, la desconfianza y mina, completamente la credibilidad de un Estado, no solo a nivel interno, sino a nivel internacional, está más que demostrado académicamente.
Más allá del drama familiar, que como medio de comunicación, podemos comprender para el presidente Gustavo Petro, también es cierto, que ese mismo drama, lo vive cualquier familia, que por alguna razón ha tenido que ver como a un hijo, a un sobrino, a un tío, a un hermano, a un padre, a un abuelo se los han llevado presos, han estado vinculados a cualquier investigación y posteriormente condenas por haber cometido un delito y eso nunca puede servir para diezmar la rigurosidad y la veracidad de la justicia.
En el caso especial, que concierne al hijo del presidente, Nicolás Petro Burgos, queremos en primer lugar pedir responsabilidad a todos los actores involucrados en este proceso, desde la fiscalía, la procuraduría, el CNE y desde luego a los jueces de la república, que tienen una responsabilidad mayúscula, honrando la separación de poderes del Estado colombiano.
Y cómo se trata del hijo del presidente, queremos resaltar, que por lo menos públicamente, el presidente ha dicho que no interferirá y le pidió a la justicia, en su momento, que investigará tanto a su hermano, como a su hijo Nicolás, claramente eso deberá ser tanto de puertas para afuera, como de puertas para adentro.
No nos queremos quedar en el capítulo de Nicolás Petro, simplemente dejar una línea que exija a las autoridades una investigación exhaustiva, desde luego, contando con los testimonios de los implicados, en el que se demuestre, sí o no qué dineros, supuestamente, provenientes de actividades ilegales, ingresaron a la campaña de Gustavo Petro para la presidencia.
Campaña que ganó y que fácilmente esos testimonios pueden cotejarse con lo que, en su momento, también se conoció por boca del ex embajador Armando Benedetti, que hablo de unas sumas extremadamente cuantiosas, de acuerdos, de componendas y de dineros que se obtuvieron que, presuntamente, nunca se reportaron al CNE.
En la parte final de este editorial, queremos decir, que ahora que, nos aproximamos a unas elecciones regionales y con la inocente esperanza de que los ciudadanos cambien sus formas y sus maneras de participar en política; porque actúan mal y esperan resultados distintos y luego se la pasan 4 años condenando a quienes ellos mismos ayudaron a elegir.
Primero, decirle a los ciudadanos que sean responsables, que le exijan a sus candidatos, que investiguen sus hojas de vida, miren su trayectoria, sus pasados, sus alianzas, sus declaraciones y que sospechan de esas personas que gastan ríos y ríos y ríos de dinero en sus campañas. Porque esas personas son las que llegan a robar, son las que llegan a hacer acuerdos para poder pagarle los favores y los dineros que les facilitaron para hacer la campaña, y esa será la única forma de erradicar, de una vez por todas, las malas prácticas en la política.
No solamente se puede criticar y exigir a la justicia que actúe cuando es el contendor político que comete el delito.
Acá muchísimos políticos que se han apropiado de recursos públicos, que hoy, se están presentando nuevamente a cargos de elección popular. Cuando realmente deberían estar inhabilitados para poder aspirar, pero este país, como la justicia es selectiva y solamente actúa en caso de pruebas fehacientes y como lo hemos visto en casos de despechos amorosos, de tradiciones y de tumbadas, es necesario que la ciudadanía actúe como una primera barrera, como un primer filtro, para permitir que buenos candidatos sean los ganadores en octubre.
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