La política colombiana se sacudió este 26 de agosto con el anuncio de Miguel Uribe Londoño, quien decidió convertir su duelo personal en un proyecto político de alcance nacional. En un discurso cargado de simbolismo, el dirigente de 72 años afirmó que su vida cambió para siempre tras la muerte de su hijo, Miguel Uribe Turbay, asesinado “por sus ideas”.
Uribe no se limitó a agradecer las condolencias y el respaldo ciudadano que ha recibido en los últimos días. Dio un paso más allá: asumió públicamente la decisión de lanzarse a la Presidencia de Colombia, convencido de que ese sacrificio debe convertirse en motor de cambio. “Colombia jamás volverá a arrodillarse frente a la injusticia ni frente a la violencia”, declaró ante congresistas, líderes políticos y medios de comunicación.
El anuncio, que llega en medio de un clima de inseguridad y fuerte polarización política, reacomoda el tablero electoral. La figura de Miguel Uribe se proyecta ahora como un nuevo referente del uribismo, tras el respaldo explícito que recibió del expresidente Álvaro Uribe Vélez y de sectores del Centro Democrático. Con ello, la derecha colombiana suma un candidato que apela tanto al dolor personal como a la promesa de recuperar la seguridad del país.
Discurso de Miguel Uribe Londoño en el Congreso
Hoy quiero reiterar mis agradecimientos a todos los colombianos que me han demostrado su apoyo en estos días, que han sido los más difíciles de mi vida.
Agradezco todas sus oraciones, sus buenos deseos, sus mensajes de condolencia, sus energías, sus muestras de afecto y sus palabras de aliento. Gracias por todo ese respaldo que me ha ayudado a tomar la decisión que quiero comunicar hoy. Una decisión que estoy seguro, está del lado correcto de la historia.
Colombianos, hoy les hablo desde la herida más profunda que puede sufrir un ser humano: la de un padre que despidió a su hijo asesinado por sus ideas. Una herida que no voy a permitir que me doblegue, porque de ese dolor ha nacido una fuerza indestructible.
De este sacrificio, nació un juramento que hoy hago público: Colombia jamás volverá a arrodillarse frente a la injusticia, ni frente a la violencia.
Por eso estoy aquí: para levantar junto a ustedes, un movimiento que no nace de la ambición, sino del sacrificio. Un movimiento que no se inspira en la rabia, sino en la dignidad. Un movimiento que transforma la sangre de los mártires en semillas de libertad. Hoy anuncio: me entrego por completo a esta causa.
El mismo día que enterré a Miguel, en un acto público le ofrecí al presidente Álvaro Uribe Vélez y a nuestro partido, para que juntos decidiéramos los destinos de esta causa, sin saber que unos días después el mismo presidente Uribe nos invitaría generosamente, a la familia, a asumir en primera persona las banderas de este proceso. Un gesto que recibo con humildad, como uno de los fundadores que soy del Partido Centro Democrático.
Medité profundamente esta decisión, durante varios días y varias noches y concluí con una revelación: me hice la pregunta ¿qué me hubiera recomendado mi hijo Miguel Uribe Turbay en este momento? Él me hubiera dicho —sin dudar— que siguiera adelante, que no me detuviera y que enarbolara sus banderas.
Hoy anuncio mi candidatura presidencial porque creo en un destino distinto. Un destino donde las madres vean a sus hijos crecer libres, donde los jóvenes no tengan que huir, donde los abuelos mueran en paz rodeados de amor y no de miedo. Y en especial como lo decía Miguel: un destino en el que los padres no tengamos que enterrar a nuestros hijos.
Tomo esta decisión porque creo que puedo ser un factor que ayude a consolidar la Unidad Nacional para salvar a Colombia del precipicio al que nos quieren conducir. He vivido de cerca lo que significa perderlo todo y por eso estoy decidido a que nuestro pueblo lo recupere todo: su voz, su futuro, su vida.
Estoy en la obligación, por mi país, por mi hijo y por todos los colombianos, de transformar este martirio en esperanza. Que quede escrito en la historia: del dolor de un padre, de muchos padres, de miles de mártires, resurgió la fuerza de un pueblo.
Nací en Medellín en 1952, tengo 72 años. La misma edad que tenía Winston Churchill cuando comandó el destino y la salvación de Europa, contra la maldad más cruel que haya conocido la humanidad.
He sufrido tres tragedias: primero, me quitaron a mi esposa Diana, madre de Miguel, a manos del más poderoso y sanguinario narcotraficante de Colombia; luego, me enjuiciaron injustamente, como al presidente Álvaro Uribe Vélez, por un delito que nunca existió y del cual fui absuelto; y ahora, me quitaron a mi único hijo los terroristas que campean a sus anchas en el actual desgobierno.
A mis 72 años y habiendo vivido la vida que me tocó vivir, puedo asegurarles que mi piel es gruesa y está curtida de tantos ataques e injusticias. No soy ingenuo, la vida no me ha permitido serlo, y sé que a partir de ahora me expongo a nuevos ataques, a nuevas calumnias y a más injusticias. No tengo miedo.
No puedo sentir miedo, porque mi vida ha sido como la de millones y millones de mis compatriotas que han sufrido y siguen sufriendo injusticias y ataques. No soy el único padre al que le han arrebatado lo que más amaba, pero sí pretendo ser la voz del último padre que tuvo que aceptar de brazos cruzados el destino cruel que nos quieren imponer con violencia y con terror.
Colombia se nos desmorona en pedazos y la estamos perdiendo de la misma forma como se desliza la arena entre los dedos. La de hoy es una Colombia dividida por diseño para así ser sometida y gobernada para el placer y gozo de unos pocos en el poder.
Hoy invito a cada hombre y a cada mujer de este país a caminar conmigo y con Dios. Unidos y solo unidos lograremos salvar a Colombia.
Pongo a disposición de los colombianos, mi experiencia y mi trabajo para concentrar nuestros esfuerzos en resolver el principal clamor de este país: la inseguridad. Pongo a disposición de Colombia, mi servicio regido por la lealtad, por el patriotismo, por la honorabilidad y por la integridad que esta nación y sus ciudadanos merecen.
Invito a construir juntos esta ruta, tanto a los compañeros del partido, como a los congresistas y a los líderes de todo el país que hoy me acompañan; así como a los que incluiremos en marzo de 2026 y luego en la primera vuelta. Nadie será excluido de este futuro.
Frente a esas mismas escalinatas de la Santa Catedral que hace 34 años me vieron cargar en un brazo a mi hijo Miguel cuando tenía apenas cinco años y en el otro el ataúd de su madre asesinada; frente a esas mismas escalinatas de la Catedral en las que hace pocos días acompañé el ataúd de Miguel y a su hijo huérfano de cuatro años; es desde donde convoco esta Unidad Nacional para sumar a todos los miembros de los partidos políticos y sobre todo, sumar a todos los colombianos que no militan en ningún partido.
Las ideas de Miguel, esas que diseminó por toda Colombia en su precampaña, que se han vuelto más fuertes y que tuve el privilegio de ayudar a forjar y construir junto a él, serán por supuesto la guía que me iluminará. Juntos podremos construir un país distinto y con una mejor calidad de vida para todos.
Una COLOMBIA SEGURA donde los colombianos no tendremos temor de salir a las calles, donde las plazas y los parques serán espacios de paz, donde nuestros empresarios y emprendedores no tendrán que pagar vacunas producto de la extorsión, una Colombia que no concederá territorios a ningún bandido.
Una COLOMBIA DEMOCRÁTICA donde los ciudadanos confiarán en sus instituciones, donde el Gobierno no nos dividirá entre pobres y ricos, entre blancos y negros, entre los de derecha y los de izquierda, sino que será el Gobierno para todos los colombianos.
Una COLOMBIA LIBRE donde podremos expresar lo que pensemos sin temor a ser señalados desde el Poder, donde los periodistas no serán perseguidos y asesinados por hacer su trabajo, donde no temamos ser chuzados y amedrentados solo por pensar distinto.
Una COLOMBIA PRÓSPERA que será un territorio libre de hambre como lo soñó Miguel, donde los padres podrán soñar con un futuro mejor para sus hijos, donde el crecimiento de la inversión y del empleo serán la noticia de la semana.
Una COLOMBIA JUSTA donde los jueces no se demoren cinco años en emitir sentencias, donde acudir a la fiscalía será garantía de igualdad ante la ley para todos, una Colombia donde la corrupción no será una receta para el éxito.
Este camino que comienza hoy, no será un sendero fácil. Habrá piedras y habrá sombras. Estoy consciente de los riesgos y de los peligros que enfrento. Ya sé que estoy en la mira de los mismos intereses siniestros que segaron la vida de mi hijo. Quiero que sepan que no me intimidan, que no me voy a quebrar. Sus amenazas me hacen más fuerte y ratifican mis convicciones, porque ustedes no podrán ganar. Ustedes serán derrotados y la seguridad, la paz, la justicia y la tranquilidad serán las que prevalezcan en Colombia.
Sé que la memoria de Miguel camina conmigo. Ese mismo niño que se convirtió en un hombre bueno, esposo amoroso, padre ejemplar y líder honrado y valiente. Ese niño, ese hombre, mi hijo, el ser más especial que he tenido en mi vida, es mi guía y mi maestro. Con tu legado Miguel, Colombia va a renacer. No te voy a defraudar.
Así como Miguel camina conmigo, también caminan conmigo los sueños de todos los que vivimos en esta tierra. El futuro nos está esperando: una Colombia Segura, Democrática, Libre, Próspera y Justa. Una Colombia donde juntos, sin divisiones ni odios, viviremos y dormiremos tranquilos.
Aspiro sinceramente y lucharé con todas mis fuerzas para que el 7 de agosto de 2030, en Colombia todos nos sintamos seguros, todos podamos vivir mejor y podamos decir que en Colombia ¡volvió la seguridad, volvió la tranquilidad!
Juro ante el Dios de mis padres, el Dios de mi hijo, mi Dios, el Dios de todos los colombianos y frente a esa sagrada Catedral, que ha sido el epicentro y a la vez el refugio de mi dolor; que no daré descanso a mi mano, a mi corazón y a mi alma hasta que en nuestra Colombia no exista un mártir más, ni un solo padre, madre, hermano o hermana, hijo o hija huérfanos de amor por culpa de la violencia y el terror. ¡Juro que lo daré todo por Colombia!