Duque y su Gobierno están desconectados del país

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EDITORIAL

No solamente la responsabilidad recae sobre el presidente Iván Duque sino también sobre todo su gabinete y su equipo de más inmediatos colaboradores que han demostrado tener una completa incapacidad y desconocimiento para afrontar las grandes problemáticas que hoy tiene Colombia.


Las defensas ya se han agotado, las personas ya no creen las excusas: “Que fue culpa de Santos”; “que fue culpa del Congreso”; “que fue culpa de las cortes”; “que es culpa de lo internacional”. Los colombianos sabemos que efectivamente no todo es responsabilidad del presidente Iván Duque, o por lo menos los colombianos que pueden conocer un poco de régimen, constitución y organización política entienden las facultades de cada uno, pero también entienden cuándo un Gobierno está siendo completamente inferior a las responsabilidades que tiene e incapaz de brindar soluciones a las demandas ciudadanas.

Preocupa de sobremanera que incluso algunos colaboradores del Gobierno que no se encuentran dentro de este mismo, algunos congresistas y mentores del presidente Duque ya empiezan a hacer algunos reparos no de forma pública porque creen y valoran al presidente, pero esto ya demuestra que efectivamente ya se ha perdido también una confianza con el mandatario.

A nivel humano, Iván Duque es una persona extraordinaria y la mayoría de las personas coinciden en eso. El exsenador es un hombre sincero, sin tacha, amable, carismático, no es tramposo, pero buena parte de la opinión pública supo identificar otras preferencias electorales.

Vayamos al por qué de las críticas. El presidente Duque no ha tenido una agenda legislativa importante como lo quieren hacer ver sus colaboradores; no solamente tiene la baja de la ministra de Justicia sino que tiene una próxima baja que le han solicitado: la de la ministra del Interior, Nancy Patricia Gutiérrez, quien ha quedado completamente anulada en sus pocos esfuerzos para lograr una agenda convincente junto con el Congreso.

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Otra de las excusas es que ya se cambió la manera de hacer política que no sea con mermelada y por eso el Congreso no camina, pues el Gobierno está en la obligación moral y ética de comunicarle eso al país. En una alocución presidencial, Duque tiene que denunciar esto y tomar medidas. Él sabe de qué medidas estamos hablando.

Las cortes tienen un desprestigio cada vez más notorio, también están muy desconectadas del país. Tienen parada la lucha contra el narcotráfico por cuenta de la prohibición del uso del glifosato; con respecto a esto, cabe decir que el presidente Duque tiene una solución en sus manos que no se atreverá a tomar porque no tiene el valor para hacerlo.

Seguimos con un número muy grande de hectáreas de coca sembradas, culpa del Gobierno anterior pero Duque ya va a cumplir un año; dicha cifra nos tiene a punto de un divorcio con Estados Unidos, parece que estuviéramos en la crónica de una muerte anunciada debido a que sabemos que Trump tiene serios reparos por lo que este Gobierno está haciendo para luchar contra las drogas y podríamos ser víctimas todos los colombianos de dos decisiones: imponernos aranceles como castigo por no luchar contra el narcotráfico y la descertificación como país que lucha en contra del narcotráfico.

El asunto de los líderes sociales asesinados es realmente preocupante. No se trata si estos son de izquierda o derecha, que es en lo que lastimosamente se ha convertido este debate. Se trata de vidas perdidas, de personas que han denunciado amenazas y el Estado ha sido incapaz de protegerlos; se trata de que hay más niños huérfanos, de que la pobreza sigue aumentando, el desempleo está creciendo, la situación con Venezuela nunca se arregló y el tal cerco diplomático no terminó siendo más que otro cuento chimbo y Colombia sigue padeciendo todos los males de esa crisis, e Iván Duque tampoco toma decisiones al respecto que se tienen que tomar por más impopulares que sean, pero el presidente no puede inmolar a su propio país por una situación que hoy los venezolanos son incapaces de solucionar. 

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Para concluir, cabe señalar que la inseguridad en las ciudades está desbordada, las cárceles están hacinadas, los jueces siguen liberando delincuentes, este Gobierno fue y será incapaz de plantear una reforma a la justicia y pasará otro gobierno sin que esta suceda, por lo tanto la inseguridad seguirá aumentando, las personas seguirán siendo víctimas de extorsiones y fleteos, y los delincuentes sabrán que pueden hacer de las suyas sin ningún inconveniente porque el Estado les protege.

La economía está en una incertidumbre nefasta y oscura. La economía y el país no están en naranja, están en negro, y eso tiene preocupados a empresarios colombianos y a inversionistas. Tenemos una de las monedas más devaluadas del mundo; el crecimiento económico es pírrico; la tasa de informalidad es superior al 50 %, y lo peor de todo es que no se vislumbran cambios que permitan tener esperanzas en que el panorama mejore. Hoy se propone una nueva prima para los trabajadores y los empresarios saben eso en qué se va a traducir: más desempleo, más informalidad.

El Gobierno no ha dado pie con bola, está absolutamente ausente de las grandes discusiones que el país necesita rápido porque no se puede permitir que tengamos una bomba de tiempo instalada en el centro de nuestro corazón y el presidente Duque haya estado hablando en Cannes de una economía naranja que hoy es patética, insuficiente y innecesaria en un país que no tiene unas garantías básicas de supervivencia. 

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