Hay marchas de marchas…

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El paro nacional convocado para este jueves, 21 de noviembre, se fundamenta en unos hechos completamente falaces. Otro sería el contexto de la marcha y su éxito, si realmente se basara en precariedades de este Gobierno.


EDITORIAL

Sorprende que se haga una marcha en contra del gobierno del presidente Iván Duque por temas de gran calado, los cuales ocurren desde hace décadas, porque si se analiza la situación objetivamente, los gobiernos anteriores tampoco hicieron algo para arreglarlos, por lo que puede resultar algo injusto que sea Duque el que pague los platos rotos.

Una marcha contra este Gobierno se justificaría en la medida de los pilares en los que se cimenten dichas reclamaciones o demandas, como por ejemplo por qué este Gobierno no ha avanzado en distintos frentes legislativos, como una reforma a la justicia, o incluso, una verdadera reforma tributaria de carácter progresivo.

Asimismo, de por qué no se han adelantado ejecuciones en pro de disminuir el tamaño del Gobierno, en reducir el gasto público, aclarando que no nos referimos a los rubros de inversión general que activan la economía, sino en la burocracia y clientelismo que solamente nos propicia un Estado asistencialista.

Lo cierto es que en estos momentos no hay ni siquiera una reforma energética a la vista o alguna otra clase de transformación de segunda generación que le permitan al país salir del atolladero en el que se encuentra desde hace varios años.

Inclusive, si nos vamos a la vida cotidiana de los colombianos, que es lo que en muchas ocasiones realmente importa, se podría protestar porque hoy la inseguridad en las ciudades está disparada.

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Muchos ciudadanos son víctimas de atracos o extorciones, y aunque la policía actúe y capture a los delincuentes, a las dos horas estos son puestos en libertad por jueces de la República porque se procedió mal en la captura, porque no hay denuncia o porque no los saludaron desde un principio o porque no hay cupos en las cárceles.

Este es un agente cancerígeno que Colombia está padeciendo hace más de 8 años y ningún Gobierno ha querido remediarlo.

Tampoco existen cambios sustanciales en la manera en que se genere empleo, inversión y movimiento de la economía interna del país. Existe aún un rezago de la clase empresarial, de las pequeñas empresas que se ven atibadas y asfixiadas por grandes impuestos y la incapacidad del Estado para establecer dichos impuestos diferenciales.

Es decir, que los que ganen más sean las que más paguen, pero no es así y un claro ejemplo de esto es el sector financiero, en donde pretenden seguir dándoles gabelas a los bancos para que estos no paguen más impuestos, lo cual se convierte en una gran injusticia que este Gobierno no ha corregido y que por el contrario ha tratado de propagar.

Si la gente fuera a marchar por lo paquidérmico, diplomático, lento, soso, perezoso y divorciado de la realidad que ha sido este Gobierno, porque en verdad parece que creyeran que están en una trama de alguna película de Washington, sí podríamos hablar de una marcha justificada.

Pero no, en los motivos de la marcha convocada para el jueves nos encontramos con que allí se habla una de reforma pensional, de una reforma a la educación, de una reforma laboral a los jóvenes, de que se quiere acabar el proceso de paz y otra clase de reformas basadas en supuestos que en realidad hoy no existen.

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Lo que tenemos para el 21 de noviembre es una convocatoria de sectores de izquierda, viudos del poder, que son liderados por Gustavo Petro, las Farc, el Eln, el Polo Democrático, las centrales trabajadoras, los sindicatos y por toda la misma ralea de personas que han estado protestando en contra del Estado colombiano porque nunca han ganado unas elecciones.

De manera que su único interés es generar caos, incentivar el rechazo a este Gobierno y como siempre, sin falla alguna, estas marchas terminarán en disturbios, sobre todo en Bogotá, en donde los progres creen equivocadamente que destruir la propiedad privada, prenderles fuego a policías y atacar la integridad de civiles es la manera de conseguir sus demandas.

En tal virtud, solo nos queda desde este medio de comunicación pedirle al nuevo ministro de Defensa, Carlos Holmes Trujillo y al presidente Iván Duque, comandante en jefe de las Fuerzas Militares de Colombia, que hagan valer la Constitución, que la cumplan a cabalidad, que defiendan la propiedad privada, que defiendan la integridad de cada uno de los colombianos que no van a participar en esas marchas, pero sobre todo, que utilicen toda la fuerza que sea necesaria (dentro del D.I.H) para mitigar las protestas, porque de lo contrario, entraremos en un espiral sin final en donde el Gobierno la va a pasar muy mal.

Por este motivo apoyamos la militarización de las ciudades, apoyamos que los ciudadanos que vean amenazada su integridad se defiendan y apoyamos sin vacilación alguna, que la fuerza pública actúe para evitar que sistemas de transporte como el Mío en Cali, el Mega Bus en Pereira, el Metro de Medellín, Transmilenio en Bogotá, entre otros, sean objetivo militar por parte de delincuentes.

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