El aeropuerto de Rionegro colapsó y no se está haciendo nada

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El accidente que sufrió el avión de LATAM el martes 29 de marzo, demostró no solamente que el aeropuerto está fallando en varios aspectos de seguridad y reacción que tiene que corregir, sino también que el aeropuerto es absolutamente vulnerable ante cualquier mínimo accidente, tres días después el aeropuerto sigue presentando las consecuencias por cuenta de ese accidente y los más perjudicados son los pasajeros.


Por: Andrés Felipe Gaviria Cano

Poco más de casi 36 horas después de que en el aeropuerto José María Córdoba en Rionegro, Antioquia, aún hay colapso en el aeropuerto. Este hecho solo pone a la luz la realidad aeroportuaria de Antioquia; pues luego de que ocurrió el accidente el avión fue remolcado luego de 14 horas, siendo esto un llamado a las autoridades a revisar la operación de Airplan, operadora del aeropuerto.

Personalmente, en diferentes columnas y sin querer sonar egocéntrico, he venido advirtiendo como distintos frentes de infraestructura están colapsados, no solo en Medellín, sino que en Antioquia, uno de ellos y el que me compete en esta columna, el aeropuerto. A pesar de que hace 2 años se inauguró el túnel, para nadie es un secreto que las vías de acceso siguen siendo precarias, pues en el túnel se anda a mucho menos de la velocidad debida, la glorieta es obsoleta y se necesita un intercambio vial, la ciclorruta para llegar desde Llano Grande está abandonada, la ampliación de esa recta del mismo Llano Grande sigue siendo un misterio; pues aún no hay un plan serio, como la misma ampliación desde el Alto de las Palmas hasta el aeropuerto que sigue estando en los anaqueles del olvido; eso nada más si hablamos de infraestructura vial.

Ahora bien, si hablamos de la terminal, yo no entiendo el porqué del día de la contingencia, cuando las autoridades tales como el gobernador y los alcaldes de Medellín y Rionegro, no dieron luz verde o propusieron que se utilizara el Olaya Herrera; este aeropuerto hubiese podido recibir algunos de los aviones que necesitaban llegar a Medellín y pese a que allí aterriza el avión del mismo presidente y han aterrizado aviones jumbo, lo que significa que el tamaño no tendría porque ser un problema. Yo, me declaro en contra del cierre del Olaya Herrera, hasta que no se realice la construcción de nuevos aeropuertos en Antioquia.

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En 2021, el aeropuerto José María Córdoba movió 7’916.646 personas, cuando en todo el país se movilizaron más de 30,5 millones y según datos del 2019, el Olaya Movió más de 570 mil personas, aunque otras cifras alcanzan a datar de un promedio de un millón al año. Y algo que va a seguir colapsando al aeropuerto de Rionegro será la migración de aerolíneas que están en el Olaya Herrera.

Yo creo y he defendido firmemente y he anunciado antes de que el mismo alcalde Daniel Quintero lo dijera y es la necesidad de construir nuevos aeropuerto; en Santafé de Antioquia, uno el de occidente que sería clave y estratégico; por el puerto de Urabá y por supuesto la ampliación del de Rionegro, sino el Olaya tendrá que ampliar su operación de 5 a.m. a 8 p.m. y tendrá que ser un aeropuerto que se revitalice con los elementos necesarios, desde iluminación en adelante y así tener un tráfico compartido y planeado.

Las grandes ciudades cuentan con dos aeropuertos y Medellín no puede renunciar a ese progreso, sino es que ya ha construido otro, insisto.

Es muy preocupante lo que el alcalde Quintero ha advertido sobre la compra de los terrenos para construir la segunda pista, donde señala que 3,5 Km valen 500 mil millones y que están pronto a descongelarse hasta quedar en 1 billón de pesos. Es importante preguntarse, ¿quién es el interesado detrás de la descongelación de esos terrenos para que se paguen más caros?

Por su parte el gobernador Aníbal Gaviria le ha insistido constantemente al presidente para que se comprometa con la construcción de la segunda, pero aún no ha tenido una respuesta. Por el contrario, el año pasado en agosto la ministra de transporte señaló que no habían recursos.

Pero las cifran hablan por sí solas y son preocupantes; la capacidad máxima del aeropuerto es de 12 millones de pasajeros y todo indica que esa cifra se va a cumplir este año y con eso, según los estudios de carga y operación se satura la terminal; un hecho gravísimo. Ya los filtros de seguridad, hoy están colapsado al igual que los counters.

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No solamente la forma de herradura que tiene el aeródromo es absurda desde que se pensó, uno no se explica como alguien construye un aeropuerto así; como si una U pudiese extenderse hasta el infinito y más allá sin ningún problema, y el espacio es muy angosto. Pero esto hizo que la ANI tenga proyectada y diseñada una nueva terminal, para hacerla al lado del taller de Avianca conocido como el MRO, pero para variar, hoy eso también está en el congelador.

Y aún hay más y cada vez peor y es que los estudios indican que para el 2026 se va a saturar la pista porque tienen un máximo de 32 operaciones por hora y hoy ya va en 26, la razones son la llegada de nuevas aerolíneas, los cuales son Sarpa, Ultra Air y Viva Air, sumado con el regreso de las operaciones internacionales; vuelve Iberia, Avianca abrió vuelos nuevamente a Madrid y Orlando, Aero México, América Airlines, Copa Airlines, en fin hay un sinnúmero de aerolíneas que están llegando a Medellín y por ende todo va colapsando.

Súmele también, que Inter ejecutivos, una terminal privada, está atendiendo a la aviación privada en Medellín, por tanto esto se va a quedar obsoleto en cierto momento, hay que pensarse en un FBO grande, una terminal de aviones privados con seguridad, con comodidad, así como las más importantes de Latinoamérica.

Por ende, la conclusión y la invitación es que es hora de actuar, y no se puede dejar más tiempo, Antioquia tiene que actuar conscientemente de la mano del sector privado, dejando de lado la demagogia y los intereses personales. Porque sinceramente yo y sé que muchos compartirán mi opinión de que Antioquia que se jactaba de hacer grandes obras ha venido cayendo en un letargo de no pensar en futuro, de no atreverse a más, de no creer en la infraestructura conforme a la evolución del país

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