El buen momento del presidente Duque

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A Duque no solamente lo ha ayudado la ordinaria calma y pausa de diciembre y enero, sino que su cambio de actitud ha sido claramente evidente.


Confidenciales 360

Iván Duque está teniendo la luna de miel que no logró al inicio de su gobierno, una situación bastante particular, ya que por lo general cualquier mandatario disfruta de gran aceptación al inicio de su gobierno.

A Duque no solamente lo ha ayudado la ordinaria calma y pausa de diciembre y enero, sino que su cambio de actitud ha sido claramente evidente. Por ejemplo, empezó su Gobierno de una manera timorata, buscando la opinión de centro, complaciendo desmedidamente a sus detractores, cediendo ante cualquier cuestionamiento o presión de quienes perdieron las elecciones presidenciales.

Se comportó prácticamente como un político vergonzante del partido que lo había llevado al poder, dejando a un lado las bases del Centro Democrático que lo eligieron, además de no dar participación a las principales cabezas que estuvieron en su campaña para que estuviesen en su Gobierno, probablemente por el miedo o temor de que le dijeran que estaba dando “mermelada”.

Asimismo, Duque vaciló en asuntos claves como la JEP, el ELN, y en reiterar que no apoyaba ninguna intervención militar en Venezuela. Claramente tuvo una debacle con la reforma a la justicia y así como el mal periodo que tuvo ante el Congreso de la República, pues no solamente le generó un desgaste, sino que la opinión pública lo castigó fuertemente en las encuestas, lo que le obligó a adelantar introspectivamente unos cambios esenciales en su manera de Gobierno y de comunicación.

A partir de ese momento el presidente Duque ha endureció su discurso hacia Venezuela y tomó una postura mucho más firme, dejando a un lado esa excusa o esa política de no apoyar intervenciones militares. Ha sido algo más crítico con la JEP, eso sí, sin ser lo que su electorado espera. También pidió públicamente que se envíen a los terroristas del ELN desde Cuba y sin lugar a duda, el haber roto la mesa de negociaciones con esta guerrilla fue uno de los puntos que más lo hizo repuntar en imagen, y lo hizo en buena hora y con todos los elementos que le respaldaban.

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Fuera de eso, se apegó más a las tesis por las que fue elegido presidente de los colombianos; le dio instrucciones a su gabinete de ser más eficientes, de tener más contacto regional, de dejar de mirar a los políticos como personas no bienvenidas, un cambio que también empezó hacer Duque, pues empezó a llamar a más personas que estuvieron en su campaña para que entren a ser parte de su Gobierno. No hay que olvidar que el que gana llega con su cuadrilla y el que gana es el que goza, lo que no debería estar mal visto y que fue uno de los errores de Duque en un principio.

Es más que claro que el papel final que el presidente tome frente a la JEP le va a sumar o a quitar más puntos. Su papel en el tema de Venezuela ha sido innegable, pero tiene que seguir forzando la salida de Nicolás Maduro por cualquier vía, y aunque su capacidad de comunicación con el país ha sido mucho mejor que la de su predecesor, ahora que se tramite el Plan Nacional de Desarrollo tendrá que enfrentar duras batallas, pues hacer oposición desde incluso la derecha será más rentable que de la izquierda.

Y es que oponerse, por ejemplo, a que se le retire el subsidio de servicios públicos al estrato 3 da muchos votos, es populista, pero en definitiva el presidente Duque está haciendo lo correcto. Hay estudios que demuestran de sobra que el estrato 3 no tiene por qué recibir este subsidio y fuera de eso, el Estado tiene que empezar a desmontar una política de asistencialismo que se construido en los últimos 10 años y que claramente no ha traído buenos resultados.

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No puede ser que personas tengan dinero para invertir en temas de ilegalidad, vicio o en otros objetos banales que no requieren ningún tipo de necesidad y se sobreponen por cosas realmente necesarias, mientras otra parte del país le está subsidiando la pensión, la salud, la educación de sus hijos, los servicios públicos, entre otros. Eso no se compadece con la realidad del país.

Duque tendrá que sortear este debate, tendrá que explicarle al país sus razones, comunicarlas, decirlo de frente, sin vacilación alguna, y sabe cómo hacerlo, será inminente el apoyo de gran parte importante de la opinión pública informada, culta, decente y educada de este país, más no de los que busquen el populismo.

Además, el mandatario tendrá que seguir afianzando sus relaciones con el congreso en un marco de respeto, de relacionamiento continuo y con un amplio margen de comunicación que permita llevar obras de inversión a todas las regiones del país.

En conclusión, ojalá se le alargue este buen momento a Duque, porque si a él le va bien, al país le va bien.

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