El Chocó tiene históricamente no solo un abandono por parte del centralismo; aunque no es el único departamento abandonado por el centralismo, podríamos hablar de Arauca, del Cauca. Pero chocó particularmente; siempre ha tenido encima esa sombra, esa triste manta de que siempre que es noticia por algo, es por algo malo, como por tragedias y violencia.
El Chocó, “y acá es donde no le quiero meter política, pero toca”, encontró en una candidatura presidencial como la de Gustavo Petro y Francia Márquez, una mujer afro, una oportunidad totalmente válida y genuina para llamar la atención y decirle al gobierno: somos como ustedes, somos parte de los nadies, somos parte de esas poblaciones ignoradas.
Pero lo cierto es que con este gobierno nada, absolutamente nada ha cambiado con el Chocó, ni sus promesas históricas de tener buena infraestructura, ni la mejora en los servicios de acueducto, de alcantarillado, de saneamiento. Ni siquiera en lo que concierne a cobertura tecnológica.
Y acá vamos a darle palo al Choco. El Chocó, primero que todo, no solo puede creer que sus problemas se basan o están provocados o se profundizan por la silla del Gobierno central, sino que el Chocó también ha cometido errores. Digamos, interiormente, el departamento del Chocó ha tenido muchas falencias porque han elegido muy mal los gobernantes históricamente.
Haciendo un nido de corrupción, uno de los más grandes del país, que puede ser comparable con lugares como Sahagún en Córdoba. Y han elegido uno tras otro a los mismos culpables de siempre de sus tragedias. Es una tragedia compartida por culpa del gobierno nacional.
Seguramente al día de hoy y hasta dentro de los próximos dos o tres años nada va a cambiar; el Chocó va a seguir igual. El Chocó no ha tenido lastimosamente nunca un escenario de transformación, y por eso muchos chocuanos siguen migrando a otros lugares del país, incluso a otro lugar del mundo.
Y es lamentable que estrategias que debió liderar, por ejemplo, Francia Márquez, para las comunidades afro nunca llegaron. Hoy tienen un canciller que fue gobernador del Chocó, Luis Gilberto Murillo, que está bien; hoy en día no es de su competencia, pero el canciller debería tener un poco más de incidencia en ese tipo de situaciones.
Hablemos de las dos tragedias que enfrentaron: un paro armado que perpetuó, incluso luego de una reunión en Caracas entre ELN y Gobierno, tratando de retomar los fracasados diálogos de paz, porque el Gobierno Nacional insiste en que el ELN puede hacer la paz. Quizá Petro tratando de buscar cumplir esa promesa de que él desaparecía este grupo a los tres meses cuando fuera presidente. Bueno, va para tres años.
Al momento que termina la reunión en Venezuela, el ELN sale y el gesto inequívoco de paz que hace a petición del gobierno para reactivar la mesa es que el frente de guerra occidental Omar Gómez, que opera en Chocó, declarara un paro armado indefinido en los ríos San Juan, Sipí y Cajón, afectando a más de 50.000 personas. Sin que el ejército, la policía, la Armada, la Fuerza Aérea puedan hacer algo.
Y para completar la tragedia, Chocó, que es una zona normalmente lluviosa, ha tenido lluvias ininterrumpidas durante más de 72 horas y los ríos del Chocó, esos mismos ríos donde estaba declarado el paro armado, aumentaron sus niveles a ritmos descontrolados y ya venían afectados.
Decía la gobernadora del Chocó, Nubia Carolina Córdoba, que el Chocó estaba bajo el agua; alcanzó a reportar afectaciones en más del 85% de los territorios, reportó que 25 municipios del Chocó estaban lidiando con desbordamientos, inundaciones, deslizamientos, el agua metida en las casas, cultivos arrasados, con animales, se llevó muebles, enseres, vehículos y alertó del mayor riesgo en la cuenca del Atrato y en la cuenca de San Juan, donde justamente allá es donde estaba decretado el paro armado.
Las fotos están en la cuenta de la gobernadora, donde le pedía a Francia Márquez y a Petro Gustavo que por favor hicieran presencia. Estuvieron incomunicadas las vías de Quibdó, pero la reacción del centralismo no fue más que activar mesas desde Bogotá.
El mensaje de Otty Patiño fue: «Ayúdennos o por lo menos no estorben», porque el ELN hizo un paro armado en medio de una situación de emergencia de lluvias. ¿Esa es la intención de paz del ELN? ¿Qué más tiene que hacer el ELN, cuánta gente más tiene que matar para que el gobierno entienda que no hay voluntad de paz?
De manera que el Chocó sigue siendo una promesa perdida, un territorio sin esperanza lleno de tragedias, que al parecer ningún gobierno ha sido capaz de entenderlo, enfrentarlo o intervenirlo. Como tampoco los chocuanos se han preocupado por cambiar su realidad.
En política, “hay que decirlo”, la nueva gobernadora del Chocó, observamos, tiene buenas intenciones, observamos que es una mujer con liderazgo que ha hecho gestiones y que viaja a Bogotá constantemente a buscar recursos, pero la vemos muy sola y eso contribuye aún más a la situación desoladora de este departamento.
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