El costo social del populismo

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Por: Alberto Bernal

Quiero ser optimista. Quiero pensar que después de ver al senador Gustavo Petro metiendo fajos de billetes en una bolsa de plástico, recursos que, valga decir, le estaba entregando un contratista del Estado al entonces candidato, situación que además fue captada por una cámara escondida, los colombianos van a tener la sensatez de no permitirle al senador Petro llegar a la Presidencia. Quiero pensar que nuestro pueblo, o al menos la mitad más uno de este, va a tener la capacidad de concluir que la corrupción que viene de la derecha del espectro político es igual de dañina a la que viene de la izquierda.

Porque les cuento una cosa, estimados lectores. Si Gustavo Petro gana la Presidencia en algún momento, el futuro económico de Colombia se verá negro. Tenemos un ejemplo fidedigno en este momento, al norte de nuestro país. Se llama Andrés Manuel López Obrador. Amlo, como es conocido coloquialmente en México, ganó la presidencia de México con una abrumadora mayoría hace unos meses. La gente votó mayoritariamente por Amlo porque estaba “cansada” de que la clase política tradicional siguiera gobernando el país. Como me decía recientemente un conductor de Uber en Ciudad de México, “señor, puede que nos equivoquemos con Amlo, pero ya viene siendo hora de que el pueblo se equivoque y no que los ricos se equivoquen y después pongan a pagar a los pobres por sus equivocaciones”. ¿Les parece conocido ese discursito tipo “Las Venas Abiertas de América Latina”?

Amlo es un demagogo, al igual que Petro. Les presento un par de novedades que han salido del gobierno de Amlo durante las últimas semanas: (1) El presidente de México prometió vender el avión presidencial, para dar ejemplo de austeridad. Acá el problema: la administración Peña Nieto adquirió el nuevo avión presidencial a través de un “lease”, no a través de una compra. Mejor dicho, el avión no se puede vender, porque el Estado mexicano no es el dueño del activo. El resultado: pues en vez de haber ahorrado US$100 millones, como prometió Amlo, a los mexicanos les va a tocar pagar una multa de US$90 millones como penalidad por incumplir el contrato de arrendamiento del avión.

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El presidente de México decidió cancelar la construcción del aeropuerto de Texcoco porque disque se afectaba el medio ambiente y porque el proyecto estaba plagado de corrupción. El resultado de la decisión: se quedará una mega obra que ya estaba en 31% de avance sin finalizar, ya igual se afectó el medio ambiente, y a los mexicanos les va a tocar pagarle a los inversionistas internacionales US$1.800 millones por anticipado para evitar que estos inversionistas le quiten el acceso al crédito externo al gobierno. Valga decir que US$1.800 millones alcanzan para construir aproximadamente 90.000 viviendas de interés social.

(3) Por último, Amlo prometió bajarles el salario a los empleados públicos de alto ingreso. Lo que no pensó Amlo es que para poder bajar esos salarios era necesario liquidar a los empleados para luego volverlos a contratar con otras condiciones. El problema es que esa liquidación laboral podría llegar a costar, según el escritor mexicano Francisco Martín Moreno, MXN $150.000 millones, unos US$7.300 millones.

El problema más grave de elegir a personajes como Petro o Amlo no es su ideología, es su ingenuidad, su falta de mundo, y su completa incapacidad para entender que cada acción genera una necesaria reacción. Estamos advertidos.

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