Por: Juan Camilo Restrepo
Los informes que el FMI debe rendir sobre la marcha de las economías de todos los países afiliados, conocidos como consultas del artículo IV, tienen la ventaja de que sin ser obligatorias sus recomendaciones permiten tener un punto de vista independiente sobre la marcha de la economía.
La semana pasada el FMI rindió su concepto sobre la economía colombiana y bien vale la pena, en consecuencia, detenerse en algunas de sus conclusiones más relevantes.
En términos de crecimiento económico para Colombia en este año del 2019, el FMI es relativamente optimista. Después de haber tenido crecimientos del 1.8% para el 2017 y de 2.7% para el 2018, el FMI considera que las perspectivas para Colombia en este año son favorables, debido a la flexibilidad de la política económica, los precios más altos del petróleo y la coyuntura mundial más favorable, que deberían llevar el crecimiento en este año del 2019 a niveles superiores al 3.0%.
Con relación a la situación fiscal, por el contrario, el FMI no observa el mismo optimismo. Si bien es cierto el año 2019 podremos pasarlo como se dice “dejando pelos en el alambrado” -gracias a la Ley de Financiamiento, pero sobre todo por virtud de los dividendos extraordinarios que Ecopetrol podrá entregar al Gobierno- el panorama del 2020 en adelante no luce tranquilizante. Entre líneas el FMI pronostica que del año entrante en adelante la política fiscal tendrá que apoyarse en recortes draconianos del gasto público y muy probablemente en una nueva Reforma Tributaria.
Echa también de menos el FMI que no se hayan emprendido por este gobierno reformas estructurales como las pensiones. “El sistema de pensiones tiene una baja cobertura y es altamente regresivo, anota el fondo. Reducir las tasas de reemplazo y aumentar las edades de jubilación de hombres y mujeres (que el gobierno ya dijo que no haría) serían pasos importantes para fortalecer el sistema pensional. Los ahorros logrados podrían utilizarse para apuntalar el pilar no contributivo. Deben considerarse reformas estructurales mas profundas del sistema contributivo con el fin de ampliar el acceso, ya sea que estén gestionadas por Colpensiones o por el Sistema de Ahorro Privado”.
Personalmente me llamó la atención en este informe del FMI, cosa que no es usual, el jalón de orejas que le da al Banco de la República. Textualmente dijo lo siguiente: “La misión celebra las modificaciones introducidas en el proceso de toma de decisiones del Banco Central para reforzar el análisis que la respalda y para sincronizar las reuniones de la junta directiva del Banco Central con divulgaciones importantes de datos. En adelante (y esto es lo novedoso en boca del FMI) el Banco Central debería preparar comunicados que sean coherentes a lo largo del tiempo y que expliquen mejor la opinión de la Junta directiva sobre las disyuntivas en materia de políticas”.
En síntesis: el informe del FMI sobre Colombia es relativamente tranquilizante. Si bien no se observan nubarrones en el corto plazo, es importante registrar que el panorama fiscal a partir del 2020 lo califica el FMI como preocupante; al mismo tiempo que echa de menos que se le haya dado largas a enfrentar cambios estructurales que necesitamos con apremio, muy especialmente en el campo pensional.
Y a este propósito valdría la pena, para concluir, esta reflexión: el asunto de las objeciones presidenciales a la ley estatutaria de la JEP sin duda alguna consumirá una gran cantidad de tiempo y de energías, tanto del gobierno como del Congreso, en los meses venideros. Esto significa que habrá menos capacidad para responder con diligencia a las reformas estructurales que, como lo anota el FMI, siguen como tareas inconclusas.