El presidente tuitero, ¿Malo o bueno?

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Mucho se ha criticado al presidente Petro en la mayoría de comentarios sobre su modelo de comunicación a través de esta red social. 


EDITORIAL

Las constantes comunicaciones del Presidente Gustavo Petro han hecho que muchos las cataloguen como una forma de gobernanza. Sin embargo, más allá de una crítica corriente y casi deportiva, quisiéramos plantear reflexiones de eso que causa tanta molestia e inquietud principalmente a los medios de comunicación. 

Hace varias semanas en España se desató una política cuando en días previos a la Copa Mundial de la FIFA, Luis Enrique entonces D.T. de la Selección de ese país anunció que se volvería streamer y que ese sería su contacto directo con la hinchada. La lluvia de críticas por parte de los medios de comunicación no se hizo esperar, le tildaron de todo lo que se pudo imaginar la opinión pública, le acusaron de ser egoísta e irresponsable. 

Claramente cuando España se quedó por fuera pues le cayeron con todo el poder y le atribuyeron a que todo se debía a que preparaba más sus transmisiones que de dirigir el equipo de fútbol. 

Si nos trajeran esa especie de ejemplo a Colombia, tendríamos que apostar por la máxima objetividad y a pesar de que muchos medios se disgusten con nosotros, entendemos que esa parte de molestia con el presidente Petro es porque simplemente no les dará a ellos las ‘chivas’ o primicias, o utilizará un medio de comunicación en específico para comunicarse con el país. 

Claro, Petro tiene cuatro o cinco medios aliados, sin embargo siempre ha sido un líder político que se ha caracterizado por una comunicación directa y no habría de esperarse que lo cambia a la hora de gobernar. Una pregunta general a quienes critican a Petro es ¿Quién ha dicho que es bueno o malo gobernar por twitter? Podemos decir que estamos de acuerdo en que no sea una forma expedita, la más formal, pero no hay nada que nos diga que está bien o está mal, más que el sesgo de las personas. 

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Existen gobernantes que tienen contacto permanente con la ciudadanía, tanto alcaldes como gobernadores y les sirve como modelo de microgerencia para darse cuenta qué ocurre en el territorio, qué piden las personas, qué le critican y demás. Si quizás algo se le criticó a Iván Duque es que podía tener una desconexión con la opinión pública en los momentos más álgidos del país y estuvo en una burbuja en la que sus asesores le decían que todo estaba bien, cuando en sí todo estaba mal. 

De tal manera, que nosotros quisiéramos invitar a la serenidad, no solo a la oposición para que no se peguen de todo para criticar al presidente, si se vistió de una forma u otra, si su twitter, si tenía uno u otro aspecto. En este momento lo que menos le debe importar al país son estas superficialidades. Claramente es válido pedirle al presidente que por favor dedique sus tiempos a recorrer al país, que saque adelante su plan de desarrollo, que sea un líder en todos los campos del país., pero realmente no hay nadie que le pueda impedir su presencia en twitter. 

Si Petro decide continuar con esta herramienta de comunicación al país, está en todo su derecho y solo él podrá evaluar cómo le fue con ese tema. Ahora bien, lo que nosotros sí consideramos peligroso es que Twitter no se puede convertir en el medio para perseguir, cuestionar a cuanta persona no esté de acuerdo con el presidente, empezando por los medios de comunicación. 

Ya sabemos es película cómo empieza y cómo termina. Además, las redes sociales no son la realidad, el corazón de un país, la situación de un país; las redes sociales son una foto efímera de lo que puede estar pensando o sintiendo un grupo de la sociedad, no todo un país. En ese sentido el presidente tiene que ampliar su espectro y no dejarse llevar por lo que las hordas de las redes sociales digan, es bastante perjudicial y no son buenas consejeras. 

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De manera que es nuestra percepción y nuestra humilde visión para el presidente y quisiéramos aportar a este debate una idea sana y tranquila que ayude a construir mejores canales de comunicación y mejores entendimientos y desde luego, una no prevención entre medios de comunicación, el Gobierno, periodistas y opinadores de la sociedad en general. 

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