La implementación de Combustibles de Aviación Sostenible (SAF, por sus siglas en inglés), se presenta como una oportunidad clave para lograr los objetivos de sostenibilidad trazados por el Gobierno Nacional, al mismo tiempo que su uso no solo impulsa la economía, sino también la transición hacia una matriz energética más limpia.
El desarrollo del SAF no solo puede posicionar a Colombia como un líder regional en sostenibilidad, sino que también impulsa una serie de beneficios económicos y sociales. Hoy, el sector cuenta con la proyección de la construcción de la primera planta de SAF en el país, capaz de producir 50 millones de galones anuales, es un proyecto que ejemplifica cómo la innovación tecnológica y la colaboración público-privada pueden ser motores de la reactivación económica. Este proyecto involucra a diversos actores, desde productores de materias primas hasta operadores aéreos, y cuenta con el respaldo de Fedebiocombustibles, que lidera la iniciativa.
La producción de SAF en Colombia no es solo una respuesta a la demanda global de combustibles más limpios; es también una oportunidad para dinamizar el sector agrícola, particularmente en el cultivo de palma de aceite y caña de azúcar. Estos cultivos, fundamentales para la producción de biocombustibles, no solo contribuyen a la descarbonización del transporte, sino que también generan empleo y promueven el desarrollo rural.
Si actualmente, el sector de los biocombustibles genera 90 mil empleos y apalanca 470 mil más en las cadenas agroindustriales, con la producción de SAF, se podrían dar mayores oportunidades de trabajo a más familias que lo necesiten Por ello, es crucial que esta expansión agrícola se realice de manera sostenible, asegurando un equilibrio entre la productividad y la conservación ambiental.
El impulso al SAF en Colombia no solo aborda desafíos ambientales, sino que también fomenta la reindustrialización y la reactivación económica post-pandemia. La reciente celebración del Primer Congreso Panamericano de Combustibles Sostenibles de Aviación en Bogotá subraya el compromiso del país con la sostenibilidad y la innovación, destacando la necesidad de políticas públicas coherentes e incentivos fiscales para hacer del SAF una opción competitiva frente a los combustibles fósiles.
Finalmente, la reindustrialización y la reactivación económica de Colombia están intrínsecamente ligadas a la capacidad del país para adoptar y liderar el desarrollo de SAF, así como la sustitución de importaciones de Jet Fósil, por producción nacional basada en la agroindustria y el conocimiento.
Este combustible no solo representa un paso decisivo hacia la sostenibilidad, sino que también ofrece una hoja de ruta clara para revitalizar la economía, generar empleo y posicionar a Colombia como un líder en la transición energética global. El desafío es grande, pero con el compromiso de todos los sectores, podemos convertir esta visión en una realidad que beneficie a las futuras generaciones.
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