En el Valle de Aburrá, la sostenibilidad es el desafío

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Por: Juan David Palacio

El futuro no da espera, y la sostenibilidad nos hace un llamado urgente a la articulación y a la comprensión de las implicaciones que tiene cada intervención que como seres humanos realizamos, en cualquier lugar del mundo. Y ese es el desafío que hoy tenemos como Área Metropolitana del Valle de Aburrá, que este año celebra su cuadragésimo aniversario, garantizar un Futuro Sostenible para este territorio que lleva su mismo nombre.

Los efectos del cambio climático son un asunto que la humanidad deberá resolver desde ya. Solo será posible mitigarlos si tomamos conciencia sobre los cambios que debemos realizar en las formas y en lo que consumimos a diario, de lo contrario no será posible garantizar una vida digna para miles de millones de personas en el mundo.

Se prevé que los dos grandes problemas que enfrentará la humanidad en pocos años, de no tomar medidas de manera inmediata, están relacionados con la escasez de agua, y por ende, de alimentos, lo que se traduce en pobreza y enfermedad.

Para el 2050, las temperaturas podrían aumentar en 2,7 grados, lo que sería nefasto para los diversos ecosistemas. Es decir, que las altas temperaturas, con el consecuente deshielo de los polos, los incendios forestales, la aparición de graves enfermedades por causa del tráfico de fauna silvestre, son problemáticas que cada vez tienen mayores impactos e implacables consecuencias en el planeta. Está en nuestras manos reducirlas.

Las acciones individuales, locales y regionales, marcarán la diferencia y permitirán garantizarles un mejor futuro a las nuevas generaciones.

Un valle sostenible

Desde el Área Metropolitana del Valle de Aburrá, como entidad, aspiramos a construir la primera metrópoli con visión sostenible en el país y Latinoamérica, es un ambicioso desafío contemplado en el Plan de Gestión 2020-2023, Futuro Sostenible.

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El Valle de Aburrá, donde las fronteras son casi imperceptibles, hoy tiene cerca de 4.030.000 habitantes, con problemáticas, y soluciones que comparten los diez municipios que están asociados a el área.

A lo largo de estos 40 años, la entidad ha trabajado de manera conjunta para realizar proyectos de gran impacto en materia ambiental, protección y conservación de la flora y la fauna, la movilidad, la seguridad, el transporte y la planificación. Múltiples son los logros alcanzados y evidentes los resultados obtenidos. Sin la intervención del Área Metropolitana el caos sería el rey en la región.

Esta entidad, como pocas en Colombia y América Latina, ejerce como autoridad ambiental, de transporte y es gestora en planificación. Es, además, ejemplo de equidad, de progreso y desarrollo, conjunto. Es por ello que, después de 40 años, ya no es posible vernos desagregados. Y ahí está uno de los grandes retos, mantener la unión y convocar a otras regiones para compartir el desarrollo, y las soluciones que las nuevas dinámicas mundiales, regionales y locales nos convocan, en temas de sostenibilidad ambiental, económica, de movilidad, y que serán la garantía de la subsistencia, de cada uno de los territorios.

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Unidos en la sostenibilidad

La conurbación nos demostró la necesidad del trabajo conjunto, para resolver problemáticas estructurales del crecimiento urbano y sus efectos en el medio ambiente, la movilidad, la ocupación del suelo, y en general, la protección y conservación de nuestra riqueza natural para garantizar la sostenibilidad.

Hoy los territorios son interdependientes, en el caso del Valle de Aburrá, el 93 por ciento del recurso hídrico proviene de otras regiones del departamento, y es preocupante, porque el 50 por ciento se encuentra en el Oriente cercano, un territorio que avanza a pasos agigantados hacia la urbanización.

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El Valle de Aburrá tan solo produce entre el tres y el siete por ciento de los alimentos que consume. Mientras que el 81 por ciento de la población que habita el área metropolitana está ubicada en la zona urbana, lo que significa que solo un 19 por ciento permanece en zonas rurales. Esto nos pone frente a un escenario de articulación e integración inminente.

Es por ello que se requiere trabajar con las corporaciones regionales para enfrentar los grandes desafíos que el cambio climático nos impone. Sin olvidar los retos que la post-pandemia nos obliga a resolver, en términos también de medio ambiente y reactivación económica en el territorio.

Y podemos lograrlo. Hay municipios como Barbosa, Girardota y Copacabana, que podrían convertirse en la despensa agroalimentaria del área metropolitana.

El futuro del Valle de Aburrá nos corresponde pensarlo sostenible, de manera que el ciudadano pueda disfrutar de una metrópoli incluyente e inteligente, capaz de mantenerse en el tiempo, para beneficio de todas las personas que lo habitan, y capaz de trascender las fronteras.

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