“Esta pandemia nos ha enseñado que necesitamos de otros, y que la fraternidad y la caridad son el centro del cristianismo”: César Mauricio Velásquez, exembajador de Colombia en el Vaticano

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El también exsecretario de prensa de Presidencia habló con 360 Radio y dio sus reflexiones sobre la bendición urbi et orbi que dio el Papa Francisco el pasado viernes. Para Velásquez, la libertad de expresión religiosa y la creencia son lo más esencial en el ser humano.


Por: Redacción 360 Radio

360 Radio:

Señor Velázquez, sea usted bienvenido. Muchas gracias por atender nuestra invitación, ¿cómo ha estado?

César Mauricio Velásquez (CMV): Excelente. Debo decirlo, siendo muy realista, pero también con mucha esperanza y muy positivo. La situación por la que atravesamos hace que algunos momentos nos sintamos impotentes y muy frágiles; pero estoy muy bien, e incluso, tranquilo porque tenemos la oportunidad de comunicarnos por estos medios y saludar a todos los lectores.

360 Radio:

Usted en este momento se encuentra en Roma, Italia, uno de los países más afectados por esta crisis generada por el coronavirus. Antes de que entremos en materia y hablemos del tema principal de esta entrevista, la bendición urbi et orbi que brindó el Papa la semana pasada, queremos preguntarle algo. 

Usted hizo parte de un gobierno muy importante del país y hemos visto que luego de la bendición del Santo Padre, algunas personas han criticado a varios gobernantes por mostrar afinidad con la reflexión que planteó el Papa, así como por llamar a la reflexión y encomendarnos a Dios.

Estos críticos han sido incisivos en decir que los gobernantes no pueden hacer eso, ¿Cómo manejar esta situación tan apremiante y aun así ver ese tipo de críticas a los gobernantes?

CMV: Yo creo que se deben distinguir tres momentos. El primero, la Constitución de nuestro país dice que Colombia es un país laico que tiene una tradición católica y cristiana. Segundo, hay que analizar si esas manifestaciones entran en contradicción con lo que la sociedad quiere, y tercero, se debe conocer la historia y la cultura.

Aquí agregaría incluso una cuarta reflexión, las coyunturas y la sabiduría de los gobernantes. En esto vale la pena destacar la sabiduría y la cultura de un país como el nuestro, en donde el colombiano de a pie se da la bendición, además de acudir a Dios y a la virgen.

El colombiano de a pie tiene una fe que hace parte de la cultura y los gobernantes de Colombia deben conocer esa fe popular. Una tragedia como la que estamos viviendo amerita a que los gobernantes y a que muchos de nosotros como colombianos tengamos esa referencia de Dios, porque en ese Dios hemos crecido y creído, entonces no está de espaldas a una realidad histórica y cultural, así como a un sentir de un pueblo.

Cuando un mandatario invoca a Dios para que cese un problema como este, no está incumpliendo la Constitución; está interpretando el sentir de un pueblo que mayoritariamente quiere que haya soluciones políticas y económicas, pero también a un corazón de fe para que el Dios en el que siempre ha creído le ayude.

Tan solo en Estados Unidos, un país con tanta diversidad de religiones y creencias, podemos ver como el preámbulo de su Constitución, o cómo los presidentes republicanos y demócratas, invocan a Dios, o hasta celebran el día de Acción de Gracias pensando en Dios.

Los que pregonan tanto la democracia, también deberían pregonar la libertad de expresión religiosa y la creencia, que es lo más esencial en un ser humano.

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360 Radio:

¿Se le podría pedir a un gobernante que cese sus creencias porque llega a un cargo?

CMV: La creencia no es como un sombrero que la gente deja colgado a la entrada de una casa cuando se ocupa un cargo público. Cosa distinta es la discriminación o la persecución; una persona entre más íntegra dentro de una democracia puede y debe vivir sus creencias, porque estas van a contribuir a que haya mejores ciudadanos. 


No se trata de imponer alguna creencia, pero tampoco es el desposeerse de la creencia para poder tener un cargo público, porque ¿qué Constitución garantiza las libertades si los creyentes las perdemos por imposición de los intolerantes?


360 Radio:

Ahora sí hablemos de la bendición extraordinaria que el Santo Padre le dio a todo el mundo la semana pasada.

Para usted, ¿por qué lo hizo y cuál es el significado de esta bendición? Cree que esta tomó por sorpresa al mundo, sobre todo si recordamos lo que vimos ese viernes, una plaza de San Pedro vacía, con un cielo lluvioso, triste y un Papa que se veía bastante preocupado.

CMV: Una bendición urbi et orbi solamente la imparte el Santo Padre y se hace solo dos veces al año, así que lo que vimos el viernes anterior fue algo extraordinario.

Cualquiera haya sido la forma en la que las personas vieron al Papa, este tipo de bendición tiene un poder de como si fuese en directo para cada persona. Es decir, como si el Papa estuviese al lado de cada persona de manera individual.


La bendición urbe et orbi es por decirlo así, la mayor arma espiritual del Sumo Pontífice, y la usó el viernes para todo el mundo de manera extraordinaria. ¿Por qué?


Porque mucha gente que ha vivido su vida bien ha contraído el virus y están muriendo en hospitales sin ninguna asistencia espiritual; esa bendición es un remedio para esas almas que están muriendo o están enfermas.

Si pensamos, ese viernes más de 1.000 personas murieron en Italia a causa del coronavirus y pienso yo, como creyente, que muchas personas que estaban agonizando estaban esperando esa bendición antes de ir a los brazos de Dios.

La bendición urbi et orbi tiene un poder espiritual muy grande para el creyente y hasta para los no creyentes que se dispongan de buena fe o voluntad para recibir una ayuda espiritual. El ser humano no solamente es materia, también es espíritu y este se reconforta con bendiciones como la que impartió el Papa Francisco el viernes anterior desde el atrio de la basílica de San Pedro.

¿Cuál es la historia? El Papa está conmovido; el Santo Padre, al igual que muchos gobernantes y muchas personas, han soportado un dolor grande con esta tragedia que nos ha sorprendido.

Hace muy poco celebramos la Navidad y nadie en Occidente imaginaba que 3 meses después iba a ocurrir esta desgracia. Esto ha sido una tragedia que ha crecido muy rápida, muy generalizada y con unos efectos devastadores e impredecibles.

El Santo Padre debía expresar todo ese dolor y todo ese sufrimiento de alguna manera. Hace 15 días el Papa salió del Vaticano en medio de la cuarentena con un permiso especial. Casi que en un peregrinaje solitario, buscando la ayuda de la virgen, la patrona de Roma, Salus Populi Romani; saludó al pueblo romano y se arrodilló delante de la virgen a pedirle que cese esta prueba.

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Cuando iba de regreso al Vaticano entró a una iglesia que está en el centro de Roma y allí se buscó al crucifijo milagroso, para también arrodillarse ante este y rezar. Todo en solitario.

Luego el Papa meditó y dijo, “la artillería fuerte que tengo para el mundo es la bendición urbi et orbi. Hay que hacerla, pero hay que traer la imagen de la Salus Populi Romani y el crucifico milagroso”.

Esos dos íconos los vio el mundo el viernes anterior en la Plaza de San Pedro como nunca hubiera ocurrido, ¡Llevaron los originales!

El crucifijo, por ejemplo, es de 1400 y en 1500 sobrevivió a un incendio en la iglesia de San Marcello; allí el fuego se consumió todo, lo único que quedó intacto fue el crucifijo y por eso lo llaman el milagroso.

En 1522, ese mismo crucifijo se envió para detener una gran peste que hubo en Roma y durante 15 días, en contra de las medidas de las autoridades, el crucifijo fue llevado en procesiones por los barrios de Roma y cesó la peste. La gente con su fe y con su devoción logró pedirle a Dios a través de ese crucifijo el final de esa enfermedad. 

Por eso el Papa Francisco lo pidió, sin importar que este es llevado allá cada 25 años para los jubileos. La última vez que el crucifijo estuvo allí fue en el año 2000 durante el Jubileo del cambio de milenio y todo esto hacía parte de esa simbología importante que adosa.

Lo más importante del viernes anterior fue el silencio, la adoración y la oración delante de una eucaristía sencilla, pero imponente, la cual terminó impartiéndole la bendición a todo el mundo. Esa es la presencia viva de Jesucristo en la eucaristía y el Papa quiso dar la bendición con la custodia del Vaticano y con la eucaristía a todo el mundo.

360 Radio:

La frase que quedó registrado en todos los diarios fue: “No estamos solos; no podemos seguir por nuestra propia cuenta y todos estamos en la misma barca”. Además, junto a este, cuando se le preguntó a la gente, ¿por qué tienes miedo, has perdido la fe?

¿Cómo leer estos mensajes que hoy siguen calando en la sociedad?

CMV: En dos sentidos. El primero, “Nadie se salva solo”. Hay que entenderlo desde el llamado que Dios hace a cada persona. Ninguno de nosotros se ha auto creado; ninguno de nosotros se ha auto determinado en la existencia. 

Hubo alguien que nos llamó a la existencia y ese mismo que nos hizo ese llamado es el mismo que nos dice, “Ojo, a veces quieres irte por tu cuenta haciendo en la vida lo que te da la gana, e incluso, en contra del que te ha dado la vida. El desprecio de Dios”.

Nadie se salva solo. El hermano que tenemos al lado, la fraternidad, la hermandad, la caridad; nadie se salva solo. Incluso, desde el momento de nacer si no hay una persona como una madre que está pendiente de nosotros y nos está atendiendo en todo, desde el vestir y en todos los servicios, moriríamos.

Uno no crece solo, uno no se salva solo, uno no logra nada importante en la vida solo. Siempre alguien necesita de los demás y no debemos olvidar que nosotros también debemos estar siempre dispuestos a ayudar a los demás.

¿Qué nos está demostrando esta pandemia? Que no podemos hablar por separado ni en solitario, porque hay que comprender que nadie se salva solo, que unos necesitamos de otros y que la fraternidad y la caridad es el centro del cristianismo.

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