¡Qué error Transmilenio por la séptima!

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Es una discusión similar a la del Tranvía de la carrera 80 en Medellín. En mi consideración se está desconociendo insolentemente el crecimiento de la población, la eficiencia, productividad y competitividad, eso sin citar el particular de la seguridad.


Por: Andrés Felipe Gaviria

Es necesario partir de lo básico, y ahí tenemos a Bogotá, la capital de Colombia. No una ciudad pequeña o intermedia, sino una urbe que crece aceleradamente cada año, que hoy cuenta con más de 8 millones de habitantes y que está sumida en un problema de movilidad más que caótico. No solo es una ciudad mal planeada, sino que no ha tenido las inversiones necesarias en transporte público a lo largo de 50 años, por lo cual se ha tenido que conformar con sistemas absurdos y nefastos como el Transmilenio y el Sitp, que no es más que una cantidad de buses viejos repintados que son fatídicos, incómodos, inseguros, contaminantes y conducidos por orates.

Lo más divertido de todo es que tenemos un urbanista de talla mundial y una clase política que viaja con recursos públicos a conocer y aprender de las capitales del mundo en materia de transporte, pero parece que todo lo que ven se les olvida por casualidad o con intención. Ni en París, Roma, Madrid, Barcelona, New York, Washington, Hong Kong o Singapur he visto un sistema de Transmilenio. Todas las anteriores tienen trenes subterráneos y elevados; tranvías y buses 100% públicos. Hoy a Bogotá la alcaldía de Enrique Peñalosa le está dando una solución mediocre, tibia, para una ciudad diminuta, irresponsable y que será otro factor de caos para la movilidad de la ciudad. No se entiende por ejemplo dentro de los amigos de Transmilenio, que este no se haga por la Boyacá pero sí por la Séptima.

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Hoy en Bogotá no se habla de cómo conectar el aeropuerto con el metro, de ampliar realmente la más importante terminal aérea del país que hace 15 años se quedó pequeña, solo tenemos medidas grises. Tampoco se ha pensado qué hacer con la Calle 26, en cómo ampliarla para que la movilidad no sea una complicación ante el un mínimo incidente o en las horas pico. Es lamentable decirlo, pero hoy la capital se piensa y se planea como si tuviera 1 millón de habitantes y no tuviera presupuesto.  Es necesario mirar los ejemplos de Panamá, Quito, Ciudad de México, Sao Paulo, Santiago de Chile, Caracas, etc. ¡Sí!, Caracas, Venezuela tiene metro.

La línea 2 del metro de Lima costará US $5.500 millones; Panamá construirá su segunda línea por US $1.800 millones; Hoy el metro de Quito tiene un avance superior al 40% y cuesta  US $2.009 millones con dos líneas incluidas. Mientras en el resto de América Latina se habla de Metros y trenes ligeros, en la capital de Colombia se propone meter buses rojos contaminantes en forma de acordeón, porque la mente que tienen es cortica y no piensan mas allá.  Es increíble que los Bogotanos se dejen meter semejante embeleco y no exijan soluciones a futuro, eficientes, seguras y competitivas. Personalmente creo que Bogotá solo debe pensar en este momento en construir un Metro de mínimo tres líneas, tranvías y trenes ligeros. No más Transmilenio.

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