En varias de las principales ciudades del mundo, salir en carro se ha convertido en un auténtico desafío. La congestión dejó de ser un problema aislado para convertirse en un elemento cotidiano que afecta la calidad de vida, la productividad y la movilidad urbana. Los más recientes análisis internacionales sobre tráfico confirmaron que, para millones de personas, quedar atrapados durante largos minutos o incluso horas es parte de la rutina diaria.
El ranking global de congestión vial volvió a poner en evidencia una tendencia que parece no ceder: la combinación de crecimiento urbano acelerado, infraestructuras saturadas y dependencia del vehículo particular sigue llevando a muchas ciudades al límite. Estambul, Ciudad de México y Chicago encabezan la lista como los lugares donde desplazarse por las vías puede convertirse en un verdadero maratón sobre ruedas.
Según el informe, Estambul se consolidó como la ciudad más congestionada del planeta. El tamaño de su área metropolitana, las conexiones limitadas entre sus zonas europeas y asiáticas y el aumento del parque automotor hacen que la movilidad sea extremadamente compleja. Para los habitantes, calcular tiempos de viaje implica asumir retrasos constantes y prever márgenes amplios para llegar puntual a cualquier compromiso.
En el segundo lugar aparece Ciudad de México, que desde hace años figura entre las urbes más difíciles para conducir. La capital mexicana combina densidad poblacional, extensas distancias y una red vial que, pese a su tamaño, no logra absorber la demanda. Aunque la ciudad ha fortalecido el transporte público y ampliado sistemas como el Metro y el Metrobús, el uso masivo del automóvil sigue siendo dominante.
El tercer puesto lo ocupa Chicago, que refleja un fenómeno que se repite en varias ciudades de Estados Unidos presentes en el top 10: grandes autopistas, dependencia del carro particular y crecimiento de los suburbios que obliga a millones de personas a realizar viajes largos y repetitivos hacia los centros urbanos. Nueva York, Filadelfia y Los Ángeles también aparecen en la clasificación, mostrando que incluso con infraestructura robusta, la congestión no da tregua.

En el sexto lugar figura Ciudad del Cabo, donde la desigualdad urbana y la distribución del empleo generan grandes flujos de viaje en horas pico. A esta le siguen Londres y París, dos ciudades europeas donde, a pesar de sistemas de transporte público avanzados, el volumen de vehículos particulares mantiene niveles de congestión altos, especialmente en corredores históricos que no fueron diseñados para soportar el tráfico actual.
Yakarta, en Indonesia, se ubica en la novena posición, marcada por una urbanización acelerada y un sistema vial que aún se adapta a las necesidades de una de las regiones más densamente pobladas del sudeste asiático.
Estos resultados reflejan que la congestión es un desafío global que no distingue continentes ni niveles de desarrollo. Mientras algunas ciudades avanzan en soluciones como peajes urbanos, expansión del transporte masivo o restricciones al carro particular, otras siguen enfrentándose a un problema que se expande al ritmo del crecimiento urbano. Lo cierto es que, para millones de personas, pasar horas atrapado en el tráfico sigue siendo la regla, no la excepción.