La relación comercial entre Estados Unidos y Canadá enfrenta un nuevo punto crítico tras la decisión del gobierno estadounidense de imponer un arancel del 35% a productos canadienses que ingresen a su territorio.
La medida, que entrará en vigor el próximo 1 de agosto, responde tanto a la creciente preocupación por el flujo de fentanilo en Estados Unidos como a lo que Washington considera una actitud hostil por parte del gobierno canadiense en materia comercial.
Estados Unidos impone arancel del 35% a productos canadienses por crisis del fentanilo
El documento, fechado el 10 de julio y firmado desde la oficina del presidente estadounidense, denuncia que Canadá ha optado por responder con represalias económicas en lugar de colaborar con Washington para detener el flujo de fentanilo, una sustancia responsable de decenas de miles de muertes por sobredosis anuales en territorio estadounidense.
Una crisis de salud pública como telón de fondo: Según datos del Departamento de Salud y Servicios Humanos de EE.UU., el fentanilo fue responsable de más de 70 mil muertes por sobredosis en 2024.
Las autoridades estadounidenses han señalado en repetidas ocasiones que una porción significativa del suministro de esta droga ilícita entra al país desde Canadá o a través de redes que tienen conexión con ese país.
La misiva subraya que, en lugar de tomar acciones conjuntas para frenar esta crisis, el gobierno canadiense optó por imponer sus propios aranceles en represalia a las medidas estadounidenses. “En lugar de trabajar con Estados Unidos, Canadá respondió con sus propios aranceles”, indica el texto.
Medida arancelaria extraordinaria: El nuevo arancel del 35% se aplicará de manera independiente a los gravámenes ya establecidos en sectores específicos. Es decir, se trata de una medida adicional que afectará de forma generalizada a todos los productos de origen canadiense que ingresen al mercado estadounidense.
Además, se advierte que los productos canadienses que sean transbordados a través de otros países o empresas para evitar el pago del nuevo arancel también estarán sujetos a esta tasa. La Casa Blanca aseguró que si las empresas canadienses optan por trasladar su producción a territorio estadounidense, se facilitarán las aprobaciones necesarias “de forma rápida y profesional”, en un intento por atraer inversión y manufactura al país.
Advertencia por posibles represalias canadienses: En un tono desafiante, la carta también anticipa una posible escalada comercial si Ottawa decide responder con nuevas barreras. «Si por alguna razón usted decide elevar sus aranceles, entonces el porcentaje que usted decida añadir será sumado al 35% que nosotros ya aplicamos», reza uno de los fragmentos del texto.
Este tipo de cláusula es vista por analistas como una presión directa que busca disuadir a Canadá de adoptar nuevas medidas proteccionistas y provocar un giro en su postura actual.
Críticas a la política comercial canadiense: El documento también expresa profundas críticas a la estructura comercial de Canadá, acusándolo de aplicar “políticas y barreras no arancelarias” que perjudican el intercambio justo. El foco de la queja está dirigido particularmente al tratamiento que reciben los productores agrícolas estadounidenses.
La Casa Blanca afirma que los aranceles canadienses a productos agrícolas, especialmente los lácteos, pueden llegar hasta el 400%. “Nuestros granjeros ni siquiera pueden acceder al mercado canadiense”, destaca el comunicado, señalando que esta situación ha contribuido a un “déficit comercial insostenible”.
Impacto económico y diplomático: Expertos en relaciones internacionales coinciden en que esta medida representa un giro en la relación bilateral entre dos de los mayores socios comerciales del mundo. Según cifras de la Oficina del Representante de Comercio de EE.UU., en 2024 el intercambio comercial entre ambos países superó los 800 mil millones de dólares.
Sin embargo, la creciente tensión alrededor del fentanilo y la percepción de desequilibrios económicos han erosionado esa cercanía. Algunos analistas temen que esta nueva disputa desemboque en una guerra comercial que afecte seriamente a sectores clave como el automotriz, agrícola y tecnológico.
Reacciones esperadas: Hasta el momento, el gobierno canadiense no ha emitido una respuesta oficial a la carta de la Casa Blanca. No obstante, fuentes del Parlamento en Ottawa aseguran que el Primer Ministro Carney convocará una reunión de emergencia con su gabinete comercial para evaluar los posibles pasos a seguir.
En el Congreso estadounidense, la reacción fue mixta. Mientras algunos sectores aplauden la dureza del Ejecutivo frente a lo que consideran “una falta de reciprocidad comercial”, otros advierten que medidas de este tipo podrían perjudicar a consumidores y empresas nacionales al encarecer productos importados y generar represalias.
Un nuevo capítulo en una relación histórica: La relación entre Estados Unidos y Canadá ha sido históricamente sólida, aunque no exenta de fricciones comerciales. Desde disputas sobre la madera blanda hasta desacuerdos en torno al T-MEC, ambos países han tenido enfrentamientos puntuales que, en su mayoría, han sido resueltos mediante el diálogo diplomático.
Sin embargo, esta nueva ofensiva desde Washington podría marcar un punto de inflexión, especialmente si no se logra contener el conflicto en sus primeras etapas.
Con la entrada en vigor del arancel del 35% en cuestión de semanas, y la posibilidad de una escalada comercial inminente, la tensión entre los dos países vecinos está alcanzando niveles inéditos en los últimos años.
Todo indica que las próximas semanas serán decisivas para definir si esta crisis deriva en una ruptura más profunda o si la diplomacia logrará retomar el rumbo de la cooperación.
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