La contaminación por plásticos se ha consolidado como una de las mayores amenazas ambientales para los océanos del planeta. Cada año, millones de toneladas de residuos terminan en el mar, afectando ecosistemas completos, poniendo en riesgo la biodiversidad y alterando actividades económicas como la pesca y el turismo.
Aunque el problema es global, la evidencia científica muestra que el origen de una gran parte de estos desechos está concentrado en un número limitado de países y sistemas fluviales.
Los países que más aportan a la contaminación marina, según el último análisis global
Un reciente estudio publicado en la revista Science Advances aporta nuevas luces sobre esta problemática. A través de un modelo estadístico innovador, los investigadores lograron estimar cuántos macroplásticos objetos de mayor tamaño como botellas, bolsas o envases llegan a los océanos transportados por ríos y otros cuerpos de agua. El análisis permitió establecer un ranking de países responsables de la mayor cantidad de residuos plásticos que terminan en el mar, ofreciendo una base más precisa para orientar políticas ambientales y esfuerzos de mitigación.
Según el estudio, Filipinas encabeza la lista como el mayor contribuyente de plásticos oceánicos, con más de 356.000 toneladas anuales. Le siguen India, Malasia y China, naciones donde confluyen altas densidades poblacionales, sistemas de gestión de residuos insuficientes y una fuerte dependencia de plásticos de un solo uso. Indonesia y Myanmar también figuran entre los principales aportantes, reflejando desafíos estructurales en la recolección y disposición final de residuos sólidos.
En América Latina, Brasil aparece como uno de los países con mayor volumen de plásticos que terminan en los océanos. De acuerdo con el modelo, cerca de 38.000 toneladas anuales de residuos plásticos generados en territorio brasileño llegan al mar, principalmente a través de grandes cuencas fluviales. Este dato pone en evidencia que la problemática no es exclusiva de Asia, sino que afecta a regiones con extensos ríos y zonas costeras altamente pobladas.
El informe resalta que más del 80 % del plástico que contamina los océanos tiene origen terrestre y es transportado por ríos. Factores como la cercanía de los centros urbanos a los cuerpos de agua, la falta de infraestructura adecuada para la gestión de residuos y eventos climáticos extremos, como inundaciones, aumentan significativamente el arrastre de desechos hacia el mar. En muchos casos, los residuos provienen de vertederos a cielo abierto o de sistemas de recolección incompletos.
Los efectos de esta contaminación son profundos y duraderos. El plástico puede tardar cientos de años en degradarse, fragmentándose en microplásticos que ingresan a la cadena alimentaria. Estudios recientes han detectado estas partículas en peces, moluscos e incluso en el agua potable, lo que genera crecientes preocupaciones sobre su impacto en la salud humana.
Los autores del estudio subrayan que reducir la contaminación marina por plásticos requiere acciones focalizadas en los países y ríos identificados como principales fuentes. Invertir en sistemas eficientes de recolección y reciclaje, limitar el uso de plásticos desechables y fortalecer la educación ambiental son medidas clave para frenar el flujo de residuos hacia los océanos.
El informe concluye que, aunque la limpieza de playas y mares es importante, la solución de fondo está en evitar que el plástico llegue al agua. Actuar sobre las causas en tierra firme no solo reduciría de manera significativa la contaminación oceánica, sino que también contribuiría a un manejo más sostenible de los recursos a escala global.
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