Fascismo

La definición de fascismo ha sido prostituida, manipulada y claramente usada a conveniencia del sector político que más convenga, especialmente en los últimos años. En los movimientos de izquierda y en dictaduras o autocracias se ha optado por señalar a los enemigos como fascistas.

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La frase aquella de que los pueblos que no conocen su historia están condenados a repetirla es pertinente ahora más que nunca, en primer lugar, porque hay un profundo y notorio desconocimiento de hechos históricos, lenguaje, definiciones y, sobre todo, de la adaptabilidad de esos momentos a estos tiempos modernos.

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El fascismo, en su origen, tiene relación con Benito Mussolini, quien nació en Italia y estuvo presente en varias partes de Europa. Lo que las personas hoy en día deben observar no es si quien usa el término es de izquierda, derecha o centro, sino quién está reuniendo los requisitos del fascismo, quién actúa como fascista, quién habla como fascista y quién gobierna como fascista para ser considerado fascista.

Una de las tergiversaciones de este término es que los movimientos políticos de izquierda se adueñaron de él para atacar, acribillar, insultar y estigmatizar a todos sus contrincantes.

En la política actual, lo que estamos viendo en el caso de Venezuela es quizás la mejor y más perfecta definición del fascismo del siglo XXI. Este fascismo, encabezado por Nicolás Maduro Moros, dictador de Venezuela, es el mismo que ha sembrado miseria, criminalidad, muertes y dolor no solo en ese país, sino también en otros lugares del continente como Cuba y Nicaragua. El fascismo promovió desde sus entrañas el totalitarismo, es decir, que un estado sea totalitario.

Aquí empezamos con las lecciones para que las personas entiendan e identifiquen cuáles son esos gobiernos que realmente son fascistas. Mientras ellos señalan a otros de fascistas, como Nicolás Maduro señala a Edmundo González y María Corina Machado, no solo es un exabrupto, sino una oda a la ignorancia y a la escasez del conteo cromosómico que Nicolás Maduro nunca alcanzó. Lo peor es que quienes compran ese discurso están en esa misma línea porque no saben de lo que hablan, no entienden la definición y el contexto de los términos, y lo que hacen es, como idiotas útiles, repetir términos no solo en Venezuela, sino en Colombia, Ecuador, Argentina, España, México e incluso en Estados Unidos, llamando fascista a todo el que no piensa como ellos.

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El fascismo habla de un Estado totalitario, donde no hay separación de poderes: los órganos legislativos, el ejecutivo, las autoridades administrativas y las autoridades financieras, como se conocen en cada país con distintos términos. Eso es el fascismo, el fascismo es totalitarismo. Y eso es hoy lo que tiene Venezuela: un Estado totalitario cooptado, sin ningún equilibrio de poderes.

En segundo lugar, el fascismo es un estado o un concepto antidemocrático, y antidemocrático no es nada más ni nada menos que no permitir elecciones transparentes, verificables, abiertas y honestas. Es lo que no sucedió en Venezuela el pasado domingo. Nicolás Maduro, siguiendo las indicaciones de su siniestro maestro Hugo Chávez, las mismas que Chávez siguió de Fidel Castro y Raúl Castro, convoca a elecciones y hace creer que hay democracia.

Un Estado antidemocrático es fascista cuando no se le permite a las personas votar, y que ese voto sea vinculante a las elecciones, que sea efectivamente contabilizado, que sea un voto con trazabilidad y que represente la intención del pueblo. Todo lo contrario es propio de un Estado fascista.

Y por último, el fascismo promueve un estado militarista. Podríamos confirmar que Nicolás Maduro, el señor Díaz-Canel en Cuba y el señor Daniel Ortega en Nicaragua cumplen a la perfección con estos tres requisitos del fascismo. Ser un fascista es cumplir con estos tres indicadores.

Ahora le preguntamos a las personas en todo el mundo: ¿quiénes creen que son los fascistas hoy? ¿Creen que Javier Milei es un fascista? ¿Creen que Donald Trump o Joe Biden son fascistas? ¿Creen que Edmundo González es un fascista?, tantos políticos que son acusados de fascismo que ni siquiera están en el poder, y otros que están en el poder con total contrapeso por parte del Congreso y de la justicia, hacen que esas acusaciones no tengan sentido. Así que hoy, los mayores exponentes y promotores del fascismo son ilegítimos, como Nicolás Maduro Moros.

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Es necesario que el mundo lo entienda, lo identifique y se dé cuenta de la manipulación a la que ha sido sometido en los últimos años por parte de políticos que llaman fascistas a todos los que no piensan como ellos.

Hoy el fascismo no es de izquierda, no es de derecha, no es de centro. El fascismo es un patrón de conducta que se cumple en esos tres términos y es necesario mantener vigentes y presentes para entender cuándo se quiere engañar a la gente y utilizarla para atacar a contrincantes políticos con términos absolutamente falsos.

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