¡Feliz Día del Periodista!… menos a los arrodillados

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¡Feliz Día del Periodista!… “Por eso soy docente y periodista: porque en esos jóvenes soñadores que se están formando se encuentra intacta la esperanza de un oficio polifacético, ingrato, duro, mal pago”.


Por: Wilmar Vera Z.

Se acerca un nuevo Día del Periodista y con esa conmemoración vendrán las cenas y reuniones sociales que suelen realizarse en nuestro honor, los panegíricos hablando de la belleza de nuestro oficio, de su importancia para la democracia colombiana y de la enorme responsabilidad social que tenemos los profesionales de la comunicación.

Carreta. Paparruchas.

Soy periodista desde los años 90 y docente formador desde 2002 y nunca me había sentido tan defraudado de los medios hegemónicos y el papel desinformativo y destructor de los dueños del “Cuarto Poder” y sus alfiles, idiotas útiles que olvidaron lo visto en las aulas de clase sobre la ética y el respeto a la ciudadanía.

En mi lejana juventud, tenía como máximas que el “periodismo es el mejor oficio del mundo” y que somos personas que trabajan 24/7, por encima de sus necesidades personales, inspirados por un bien superior porque todo sacrificio vale la pena por servir a la audiencia. Incluso, desde entonces decían, en las sacras aulas de la UdeA, que “el periodismo estaba en crisis”.

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Gabriel García Márquez sobre el periodismo

Hoy creo que no es el periodismo, son los medios y algunos periodistas los que tambalean porque el oficio está mucho más fuerte que antes.

¿Dónde está la crisis? Básicamente en que los dueños de los medios los manejan como una empresa más que debe generar ganancias. Se volvieron vendedores de una mercancía dañada, contaminada, porque ataca la mente y el actuar de sus alienados. Al mejor estilo de William R. Hearst, el inventor de noticias falsas para vender su diario, a finales del siglo XIX en EEUU, diferentes políticos y empresas (des) informativas hacen circular falsedades con tal de manipular y ganar adeptos a sus intereses. Trump y el Canal Fox News, Álvaro Uribe y sus medios arrodillados tradicionales (todos, no se salva ninguno) son las perlas de la vergüenza del oficio en la tercera década de este siglo.

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Los medios en crisis son lo que tienen estrellas rutilantes que hablan de acuerdo al mejor postor y son inquisitivos o laxos de acuerdo con sus gustos e intereses. Julitos, Néstores, Victorias Eugenias, Saludes, Gustavos o Luisitos son algunos ejemplos que desde la trinchera del micrófono, las pantallas o las redes disparan odio y falsedades con total impunidad y sin rechazo ni de la academia ni de los gremios y asociaciones existentes.

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Insultar a la vicepresidenta Márquez por ser afro y de origen humilde, manipular videos y difundirlos de forma sesgada, inventar noticias para retractarse tras el daño hecho, tergiversar cifras para confundir a la audiencia, disfrazar como información su opinión, aceptar difundir videos conseguidos ilegalmente con el objetivo de afectar la campaña de Colombia Humana y, para el colmo, enojarse porque el presidente Petro usa el Twitter para luchar, como Quijote con gigantes, contra las mentiras de los medios que exigen que les respetemos su derecho a la agresión, perdón, a la “expresión”.

Y a eso se suma el silencio sesgado de la Flip, que se preocupa porque el primer mandatario usa las redes (herramienta comunicacional actual) pero guarda silencio cómplice a los bulos que difunden sus colegas o cuando directivas censuran a otros periodistas, como Gustavo Gómez, de Caracol Radio.

A nivel local el escenario no es mejor. Cuando las mismas alcaldías, como la de Quintero, reparten dinero a medios fantasmas mientras los MAICC sufren por falta de pauta, periódicos otrora importantes, como el ex “diario leer de los antioqueños”, se alinean con los dueños del poder económico de siempre, huérfanos porque el presupuesto local se lo dieron a otros “marranos” y no a los de siempre. A los de abolengo. A los dueños del progreso de Antioquia y Colombia, porque sus ganancias son el progreso de la región.

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Entonces, ¿qué hacer?, ¿caer en la desidia? La esperanza es lo último que se pierde. La Historia que tiene la última palabra siempre es una maestra justa e implacable. Me sueño con el día en que los medios vuelvan a su razón de ser y sirvan de puentes de unión y, como aguja, sirvan para reparar el tejido social colombiano roto y desgarrado por décadas de mentiras repetidas en los medios hasta volverlas SU verdad.

Tal vez la respuesta a ese idílico escenario sea que la comunidad desde el barrio, la cuadra, se apropien de los medios y sean ellos, los encargados de informar a sus habitantes. Bajar al periodismo de su pedestal lustrado de hipocresía y ponerlo a “callejiar” como nunca debió dejar de ser. Hay que fortalecer la comunicación comunitaria.

Por eso soy docente y periodista: porque en esos jóvenes soñadores que se están formando se encuentra intacta la esperanza de un oficio polifacético, ingrato, duro, mal pago (ese es otro tema) pero a pesar de los medios mismos, el más hermoso y sacrificado trabajo del mundo porque le da voz a los que no tienen voz.

A los de que luchan por un país mejor, ¡Feliz Día del Periodista! A los otros, no.

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