Por: Redacción 360 Radio
Este domingo, Ecuador celebró un referendo para consultar a la ciudadanía sobre su apoyo o rechazo a varias iniciativas, entre las cuales estaba la derogación del artículo de la Constitución Política que permitía la reelección indefinida de cargos de elección popular. El resultado dio la victoria al Sí, es decir, al voto que optaba por no aceptar un mandato vitalicio para el expresidente Rafael Correa, con el 67% sobre el 33% de partidarios del No. Sin duda, esto significa una gran derrota política para uno de los mayores exponentes del Socialismo del Siglo XXI, que ha comenzado por fin a desbaratarse. Y en el ámbito interno, es una victoria para el presidente Lenin Moreno, quien desde que asumió la presidencia en mayo de 2017, se ha desmarcado de Correa y ha emprendido un camino distinto al de su predecesor, en la conducción de la política económica y en el replanteamiento de las relaciones diplomáticas con Venezuela y Estados Unidos, fundamentalmente.
Este giro en la política ecuatoriana, representado en el freno a las pretensiones reeleccionistas de Correa, no debe interpretarse como hecho aislado de las tendencias regionales. Hace tan solo diez años, Hugo Chávez había conquistado, gracias a los miles de millones de dólares que le procuraba la exportación de petróleo, prácticamente todos los países de la región, excepto Colombia. Está más que probada la financiación de la mayoría de las campañas presidenciales de los candidatos de izquierda, con dinero proveniente de Venezuela, y la de Correa fue una de ellas, al lado de las dos campañas de Cristina Fernández de Kirchner o la de Fernando Lugo, en Paraguay, de la misma forma que la de Daniel Ortega, en Nicaragua. Sin el respaldo económico, político e ideológico de la Revolución Bolivariana, era poco probable que estos autócratas se impusieran en las elecciones de sus respectivos países.
Hoy, el contexto geopolítico de América Latina ha cambiado en muchos aspectos, por el repliegue de los partidos y movimientos que combinaron la reedición de la Guerra Fría con componentes del populismo, para asegurar su hegemonía y garantizar la permanencia en el poder, como medio para el desmonte de la democracia liberal y la transición al Socialismo. No obstante, como líderes con vocación autoritaria, con distintos niveles de intensidad han llevado a cabo esfuerzos enormes por desconocer la voluntad de las mayorías, de un lado, y el mantenimiento de los principios republicanos del límite al ejercicio del poder y el imperio de la ley. Luego de expresar su descontento con los resultados del referendo, por considerarlos desiguales e injustos, Rafael Correa anunció que podría promover una nueva asamblea constituyente, el instrumento preferido por quienes mantienen una obsesión por reformar el Estado para hacerse con su control total, y avanzar hacia la construcción de un régimen totalitario, en donde la competencia pluripartidista, el equilibrio de poderes, las elecciones libres y abiertas, el ejercicio de las libertades civiles y políticas de los ciudadanos, y la economía de mercado como motor para la creación de riqueza, están ausentes por completo. En Cómo terminan las democracias, de 1983, el gran Jean-Francois Revel describía el peligro que para la democracia entrañaba el imperio soviético, por su habilidad para desestabilizar a las sociedades abiertas. Murió en 2006, y no alcanzó a vivir para presenciar el derrumbamiento de las autocracias latinoamericanas, y escribir otro libro que se titulara Cómo regresan las democracias.