Por: Rafael Nieto Loaiza
El exceso en el uso de la fuerza en el caso de Ordoñez está fuera de discusión. La justicia debe actuar con rapidez y sancionar con severidad a los asesinos. No es la primera vez que unos policías cometen un delito. Hubo oficiales en la nómina de los narcos, involucrados en secuestros, infiltrados por la guerrilla, incluso asesinos. Pero son la excepción, no la norma. La conducta de unos pocos no puede extenderse a todos o a responsabilizar a la institución, como hacen con perversa intención políticos de la izquierda radical.
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Que ocurran esos delitos no significa que la Policía no esté formando de la manera adecuada a sus miembros o que los procedimientos policiales sean inadecuados. Pueden revisarse, porque, en todo caso, pueden mejorarse. Y hay que generalizar el uso de cámaras individuales, en patrullas y en los CAI, que sirven tanto para monitorear el comportamiento de los policías como para luchar contra los delincuentes y judicializarlos. Pero el ánimo debe ser hacer más fuerte a la Policía y no debilitarla.
Desarmar la Policía, como han propuesto, es una soberana tontería. No hay hoy en el mundo un cuerpo policial que no cuente con armas de fuego. En un país como Colombia, con el narcotráfico más fuerte que nunca, el conflicto armado vivo y con una tasa de homicidios de 25,05 por cien mil habitantes, sería un despropósito que solo traería más violencia y más muertes.
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Hay quienes proponen el traslado de la Policía al Ministerio del Interior. Alegan que la Policía está militarizada. No lo está. La Policía es de naturaleza civil y esa naturaleza no cambia porque esté dentro de la estructura del MinDefensa. La Policía no tiene ninguna dependencia o subordinación a las FF.MM. Es plenamente autónoma y su formación e integración es civil, no militar. Acá ni siquiera tenemos policías de naturaleza militar como la Guardia Civil española, los Carabinieri o la Gendarmería francesa. Y no sobra recordar que la Policía está en la órbita de Defensa porque cuando estuvo en el Ministerio de Gobierno fue usada políticamente. Su profesionalización definitiva se consiguió en su traslado a Defensa. Es importante que siga ahí mientras que sea necesario facilitar el trabajo coordinado entre las FF.MM. y la Policía para enfrentar narcotráfico y grupos armados ilegales.
Ahora, lo que sí hay que estudiar, pero de ello sí no se habla, es devolver a los policías su derecho a votar. En las circunstancias actuales no tiene sentido semejante restricción a sus derechos políticos.