Según el Dane, es pobre el hogar de cuatro miembros que tiene ingresos de menos de $1’029.732 pesos al mes. Recordemos que el 88% de los empleados gana solo dos salarios mínimos o menos.
Por: Rafael Nieto Loaiza
El 47%, solo un salario mínimo. Como el mínimo, incluyendo auxilio de transporte, es de $980.657, cuando se pierde el empleo casi siempre se cae en la pobreza y se arrastra al núcleo familiar.
Para este año se calcula que, como consecuencia del brutal aumento del desempleo, tendremos 7.3 millones de pobres más. Y la sexta parte de la población de las ciudades más importantes sufrirá de hambre. Por tanto, generar empleo y reducir la pobreza, de manera rápida y masiva, deberían ser el eje central de los esfuerzos del Estado y la sociedad a partir de ahora.
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No será fácil. Por un lado, mientras no se recuperen los ingresos de los trabajadores no aumentará el consumo de las familias. Por el otro, tampoco podrá apostarse al sector privado. Las mipymes generaba el 80% del empleo. Decenas de miles han tenido que cerrar por la crisis. Además, no va a aumentar la producción si no aumenta la demanda de los consumidores y tal cosa esta lejos de ocurrir.
El alivio tampoco vendrá por el sector externo. El grueso de nuestras exportaciones es de hidrocarburos y minerales. Hasta junio las exportaciones de las industrias extractivas disminuyeron 39,1%. No se prevén mejoras en los precios del petróleo y el carbón para lo que resta del año y, para rematar, las economías de nuestros principales mercados de exportación pasan también por enormes dificultades.
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De manera que el gasto del Gobierno es el único que puede empujar la generación de empleo y, con ello, disminuir la pobreza. Tendrá que hacerse con un déficit fiscal del orden del 8,2%. Como endeudarse con la banca nacional es costosísimo, los espacios con la banca internacional están casi completamente copados, y una reforma tributaria que cargue aún más a empresas e individuos que están sufriendo la peor de la crisis sería una insensatez, no quedan sino dos alternativas: vender parte de los activos de la Nación y endeudarse con el Banco de la República.
Ese es el camino más rápido y efectivo en esta situación extraordinaria. Y concentrarse en que el gasto sea productivo, para la competitividad y genere mano de obra masiva.
Es decir, debe concentrarse en la infraestructura civil y en la construcción de vivienda, sectores de mano de obra intensiva.