Gina Parody, y la campaña por el NO

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Por: Abelardo De La Espriella

El episodio de las guías de “Ambientes Escolares Libres de Discriminación”, promovidas por el Ministerio de Educación (así digan lo contrario), es una prueba irrefutable del exacerbado grado de polarización que vive el país. Lo primero que hay que decir, para ser justo, es que las cartillas o manuales de convivencia de los colegios del país fueron revisados y actualizados a las nuevas realidades sociales, por orden de la Corte Constitucional. En consecuencia, Parody obró en cumplimiento de un fallo judicial. No es menos cierto que la ministra se “pasó de calidad”, incorporando en las mismas ideas tan absurdas como “no se nace siendo hombre o mujer”. No había necesidad de tamaño exabrupto. Con ejemplos como el anterior, es difícil creer que las guías estuvieron desprovistas de una ideología de género.

Ambos bandos en disputa por tan polémica decisión (ya reculada, como suele suceder en el gobierno Santos) han llevado las cosas a un extremo peligroso. Ni la gente que marchó contra la decisión es toda retrógrada y homofóbica, ni Gina Parody es una enferma depravada que merece la hoguera. Estigmatizar al contradictor es una práctica inveterada en Colombia, que le ha hecho mucho daño a la democracia. No se puede promover la tolerancia, siendo intolerante con el adversario. Para completar el cuadro, Gina mintió: dijo que las tales cartillas no existían, pero se probó que sí. Quien dice una mentira está obligado a decir cien más para sostener la primera. Ahí estuvo su error.

Soy un libre pensador que cree en el respeto de las garantías y de las libertades individuales. Estoy de acuerdo con que a las parejas del mismo sexo se les reconozcan, sin excepción, todos los derechos que tienen las uniones heterosexuales, pero no por ello pretendo imponerle a los “coñazos” mi criterio al resto de la gente. A lo que estamos avocados todos es a respetar la ley, que tiene como objetivo principal regular la vida en sociedad, sin que una parte de esta se superponga a la otra. De lo que se trata es de encontrar el balance perfecto, y ese equilibrio solo se alcanzará el día en que entendamos que el derecho de cada quien llega hasta donde comienza el de cada cual.

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Al margen de la discusión ideológica, religiosa y moral que se suscitó en torno del tema, lo cierto es que la cosa política, como es apenas obvio, no está por fuera del quilombo: las marchas son vistas, en el interior del Gobierno y en el seno de la oposición uribista, como una amenaza de proporciones bíblicas contra el plebiscito. Sectores de centro derecha y decenas de iglesias cristianas se lanzaron a las calles para protestar contra Santos y Parody. Pero no solo la ministra de Educación le ha venido ayudando al NO, sin saberlo. La mayoría de titulares de las otras carteras hace lo propio cada vez que toma una decisión inconveniente o impopular, o sea, todos los días. ¡Quién lo creyera! Uribe tiene a los mejores jefes de debate por el NO trabajando con Santos.

Que nadie imponga su visión del mundo, que la naturaleza elija y que la ley proteja la diferencia.

La ñapa: ¡Habrase visto una “sapería” mayor: el papa Francisco escogiendo miembros en el Tribunal de Paz! ¡Sean serios!

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