¿Por qué los gobernantes son tan poco visionarios y ambiciosos?

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EDITORIAL

Es entendible que la idea de realizar un gran premio de Fórmula 1 en Colombia pueda sonar poco traído de los cabellos y que genere escepticismo. Pero también demuestra que el colombiano sigue teniendo varios males infiltrados en su interior, como la precaria visión, la mediocridad y la carestía para pensar en grande.


En Colombia hay una seria crisis de pensamiento y sobre todo de concepciones económicas en cuanto a la creación de riqueza, esto se demuestra con lo siguiente: una de las principales excusas y críticas a la propuesta hecha por el alcalde de Barranquilla Jaime Pumarejo, luego de la divulgación de las gestiones que estaba realizando ante la organización de la Fórmula 1 para que Barranquilla tenga un gran premio, dejan ver que el colombiano sigue creyendo que el dinero cae de los árboles, brota de la tierra o se imprime. Creen que para arreglar sus inconvenientes es a través de la impresión de dinero para subsanar pendientes o faltantes, y luego mirar cómo se produce la riqueza pero en ninguna parte del mundo esa fórmula ha funcionado.

No se trata de discusiones de izquierda, de derecha o de centro, la única riqueza que se crea en un país es a través del sector privado. Solamente el Estado lo hace cuando está en algún negocio y lo hace bien, como ocurre en Colombia con Ecopetrol. Más allá de esta cuestión es claro que las personas tampoco han salido mucho del país para entender cómo ven a Colombia en el mundo. Hoy en día, en Europa e incluso en Estados Unidos existen personas que pueden aseverar que Colombia queda en África.

Hace muchos años Colombia solo ha figurado, en su mayoría, por eventos adversos, por hechos negativos como atentados, asesinatos, violencia, narcotráfico, tráfico de armas, entre otros, lo que perjudica la imagen del país y esto no es solamente irónico y contraproducente cuando tenemos a candidatos presidenciales opositores al actual establecimiento diciendo que van a reemplazar las importaciones petroleras con turismo, pero no son conscientes de que a pesar de que Dios ha dotado a Colombia de una riqueza natural, majestuosa, maravillosa y única, el colombiano no ha sido capaz de explotar como debe ser.

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En la actualidad, la principal ciudad para mostrar ante el mundo, Cartagena, recibe críticas recurrentemente por parte de turistas locales e internacionales debido a que es una ciudad abandonada, insegura, que no tiene infraestructura necesaria en temas de vías, hoteles, transporte publico, sanidad pública y por ello al interior del país han tomado fuerza otros destinos más paradisíacos como Palomino, algunas playas privadas de Santa Marta, Isla Múcura, entre otros, además porque Cartagena es sobrevalorado: una persona paga una noche por un valor de $1’800.000 para salir a un andén con huecos, roedores, cucarachas y con mal olor.

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Retornando a ese modo de vida actual y de gobernanza de pensar en pequeño, de ser mediocre, destaca cómo Colombia siempre ha renunciado a los grandes eventos, pasó con Belisario Betancur quien le dijo no al Mundial de fútbol de 1986 porque haría hospitales y colegios, lo cierto es que eso no se efectuó. Esta clase dirigente olvida traer un evento de las magnitudes de un gran premio de Fórmula 1 que creemos que es imposible traerlo porque no hay infraestructura, no por otra cosa; no se trata solamente de un fin de semana con clasificación y carrera, esto conlleva una serie de atractivos turísticos, económicos, gastronómicos y de hospedaje impresionantes, son unas cifras económicas que a la región que celebre un gran premio le caería de perlas; nada más es ver lo que sucede en México o en Brasil con grandes premios de Fórmula 1. Pero Colombia está acostumbrado a pensar en pequeño y contra ese ADN poco o nada se puede hacer.

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El dinero que dejaría este gran premio serviría para invertir y mejorar determinadas cuestiones en el país. La continua excusa es cómo vamos a hacer un gran premio de Fórmula 1 en una ciudad o departamento que le falta alcantarillado, precisamente de ese valor que crea un evento de esa magnitud se pueden hacer esas obras y se pone a Colombia en el escenario internacional con hechos positivos, no con los negativos.

Quisiéramos hacer un llamado doble: a ciudadanía y gobernantes para que no sean tan mediocres, no sean tan pequeños de pensamiento; atrévanse a creer que merecen un mejor gobernante, que merecen una mejor ciudad, que pueden pensar en grande, que pueden vivir en una ciudad con mejor calidad de vida, que tienen derecho a conocer mejor gastronomía, buenos hoteles, a participar en eventos de talla mundial. 

Colombia, en los últimos años, se ha perdido del mapa para los grandes artistas, para los grandes eventos y es algo que no se puede permitir. 

A los gobernantes: por primera vez dejen de pensar en su beneficio personal, en cuánto se pueden embolsillar, en cómo van en el cby con el porcentaje del evento y sean un poco más inteligentes, les hacemos esta invitación para su ego insaciable. ¿Cómo quedaría un alcalde o un gobernador si fuese recordado por traer un gran evento a una ciudad o departamento? Varios lo han hecho, en Antioquia ha sucedido y esos gobernantes han tenido el respaldo en ese momento y posteriormente en su vida pública, de manera que también van a ganar no un fajo de billetes o bolsas llenas de dinero, pero van a ganar reputación, reconocimiento y recordación, lo que es incalculable.

Queda la invitación para que nos atrevamos a pensar y a pedir un mejor país.

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