viernes, diciembre 8, 2023

Gobernar no es quedar bien con todos; gobernar es hacer lo correcto con la sociedad

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Antes de querer quedar bien con todos, sí sería muy importante que los gobernantes modernos se encarguen de recoger y de rodearse de las personas que siempre confiaron en ellos, antes de ir a buscar en otros huestes perfiles que podrían tener, incluso, en sus narices.


Por: Andrés Felipe Gaviria

En los últimos años hemos sido testigos de cómo múltiples gobernantes territoriales y nacionales han optado por la política light, o mejor dicho, por la política de quedar bien con los que lo eligieron y con quienes lo atacaron o rechazaron. 

Lo curioso del asunto es que hoy día le va mejor a la hora de las designaciones burocráticas a los contrincantes de campaña, que a quienes militaron en las filas del candidato ganador. 

Aunque para algunos podría ser un gesto muy loable, ético, bonito y un signo de paz, para otros no es más que desdibujar el ejercicio de la política, del debate y de la sana discrepancia o deliberaciones que se dan sobre las tesis de gobierno de un Estado o una sociedad.

En mi concepto, ese alto interés y esa voluptuosa intención de querer quedar bien con ‘Dios’ y con el ‘diablo’, ha llevado a estos a gobernantes a ejercer cargos mediocres o a ejercer labores de gobierno bastante aceptables en materia de calificación.

Siempre pasan, como se dice popularmente, por el alambre, con apenas el 3,3 de aprobación y les importa más las reacciones que generen sus redes sociales o el número de entrevistas que tengan, que el verdadero impacto de las obras en las comunidades que gobiernan.

Incluso, hay algunos gobernantes tan descarados, si me permiten la palabra, que cuando llegan a gobernar supuestamente al territorio que lo eligió para gobernar, optan por no gobernar para ellos, sino que ya están pensando en el cargo que quieren aspirar en 4 o 8 años y comienzan a hacer campaña por fuera de esa región que les corresponde representar y gobernar.

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Para hablar puntualmente de un caso, podríamos hacer referencia al Gobierno de Iván Duque, en donde hay personas que trabajaban en el gobierno de Juan Manuel Santos y fueron fuertemente cuestionadas por el partido que lo llevó al poder, pero pese a esto, hoy hacen parte de la actual administración, inclusive, siendo mayoría.

Eso sí, han hecho labores excepcionales, con altas calificaciones, he hicieron, que lo que se decía antes sobre sus trabajos y sobre sus eventuales afinidades políticas, haya quedado desdibujado.

De manera que, no importa a estas alturas las críticas que se hicieron o la bandera política que ondearon a la hora de nombrar a una persona, sino la capacidad con la que hacen las cosas y con las que llevan a buen término los retos de Gobierno que tienen, demostrando que es posible hacer una política prácticamente bipartidista.

Aunque para algunos esto sea inaceptable, sí hay que decir que no es bueno que un gobernante, sea cual sea su rango, olvide a quienes lo apoyaron en campaña o deje en el olvido a la región o regiones que más aportaron electoral y económicamente a llevarlo en la posición en la que se encuentra.

No es sano, porque habla indirectamente de esta persona como si fuera malagradecida, como si fuera una persona con poca lealtad o gratitud.

De manera que, antes de querer quedar bien con todos, sí sería muy importante que los gobernantes modernos se encarguen de recoger y de rodearse de las personas que siempre confiaron en ellos, antes de ir a buscar en otros huestes perfiles que podrían tener, incluso, en sus narices.

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La sociedad actual ha demostrado también ‘cómo medirle el aceite’ a un presidente fácilmente con 2 o 3 movilizaciones, con 4 o 5 reclamos sociales y como ese presidente termina siendo criticado, tanto por quienes votaron por él, como por quienes votaron en contra de él.

En el papel, se queda ‘sin el pan y sin el queso’, solo con la defensa de las personas que trabajan exclusivamente para él, quienes vienen siendo una especie de adoradores.

No quisiera atribuir lo anterior a la falta de experiencia o la falta de bagaje político, porque creo que la gratitud, la lealtad, la capacidad de colaboración colectiva y sobre todo, el solo instinto de supervivencia nos lo inculcan desde pequeños, estos no aparecen como por arte magia, ni los vas formando con el paso del tiempo.

Es la formación integral a lo que me refiero, pero parece que hoy algunos gobernantes carecen de ella, y en ese sentido, sus gobiernos estarán destinados al fracaso.

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