El reciente acuerdo entre el Gobierno Nacional y el departamento de Antioquia para completar las obras de acceso al Túnel del Toyo es una clara muestra de que, a pesar de las diferencias políticas y los errores del pasado, es posible llegar a acuerdos que beneficien a la región. Este tipo de colaboración entre el gobierno central y los departamentos es fundamental para el desarrollo de infraestructura clave en el país.
En el pasado, el gobierno de Iván Duque no logró movilizar los recursos necesarios para avanzar en estas obras, lo que generó retrasos significativos. Con la llegada de Gustavo Petro a la presidencia, las diferencias políticas y personales se trasladaron al ámbito estatal, lo que complicó aún más el avance de estos proyectos. Petro, con mala información o mala intención, argumentaba que estas vías solo beneficiaban a los ricos del Poblado y Llano Grande, ignorando que ninguna de estas obras circunda dichas áreas.
Esta postura llevó a más de un año y medio de tensiones entre el gobernador de Antioquia en su momento, Aníbal Gaviria, y el presidente Petro. Afortunadamente, ahora con el gobernador Andrés Julián Rendón y el alcalde de Medellín, Federico Gutiérrez, como aliados estratégicos, se ha logrado un avance significativo en el diálogo con el Gobierno Nacional. Gutiérrez, quien en su primer mandato comprometió más de 800.000 millones de pesos para el Túnel del Toyo, vuelve a ser un aliado clave para la culminación de estas obras.
El Gobierno Nacional, a través del Ministerio de Transporte, ha comprendido que, aunque inicialmente no estaban dispuestos a realizar estas obras, era necesario y prudente avanzar en ellas, superando cualquier prepotencia o desgaste político.
Es fundamental recordar que los compromisos asumidos por un municipio, un departamento o una nación no deben estar sujetos a vaivenes políticos; son compromisos públicos que deben ser honrados. Para culminar estas obras, se ha propuesto la creación de una figura similar a la que impulsó el Túnel de Oriente, donde miles de ciudadanos se convirtieron en inversionistas y socios del proyecto. Se podría considerar la participación de la empresa privada, tanto local como internacional, y establecer un modesto peaje que garantice la sostenibilidad y mantenimiento del proyecto.
Antioquia, como siempre, no se quedará atrás en la culminación de este proyecto. Esperemos que el Gobierno Nacional mantenga su compromiso y que las obras del suroeste, así como el segmento faltante del Túnel del Toyo, se lleven a cabo. Estas obras no son para un sector político u otro; son para millones de antioqueños, muchos de los cuales votaron por este gobierno. El presidente Gustavo Petro debería, en un acto de grandeza política, comprender y apoyar estas iniciativas, ya que por estas vías circulan ambulancias, transportes de alimentos, personas mayores, indígenas, mujeres, afros, niños, tropas del ejército, policías y miles de sueños de emprendimiento, inversión y empleo.
Es vital que Medellín también contribuya con nuevas obras de infraestructura, como la nueva boca del Túnel de Oriente, la salida al mar y las vías al suroeste. El área metropolitana debe articularse en estos ejes viales y disponer de los recursos necesarios para entregar proyectos y obras planificadas que eviten los problemas de movilidad que Bogotá ha enfrentado con sus entradas y salidas.
El gobierno tiene la capacidad de llegar a numerosos acuerdos con Antioquia y otros departamentos, siempre y cuando las diferencias políticas se subordinen a un propósito común: sacar a Colombia adelante sin importar banderas, colores o creencias religiosas.