Gobiernos situacionales

Gran perjuicio causa a la agenda pública y a los planes concebidos en cada gobierno el tener que estar en modo reactivo, preventivo y disperso.

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Recientemente se ha dado un debate sobre la presunta muerte de la planeación estratégica, atendiendo a las dinámicas modernas de la sociedad que han puesto a empresas, a gobiernos e incluso a personas a improvisar, a ser muy versátiles en el día a día. Porque, como bien lo decía un refrán popular,“el hombre hace planes y Dios se ríe de ellos”. Y es que se ha podido evidenciar cómo a los gobiernos modernos, sin importar jerarquía y tamaño, las agendas las van imponiendo no solamente algunos medios de comunicación, la oposición, las ramas del contrapeso y los mismos errores generados desde el interior de un gobierno.

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Porque por más que las administraciones hagan consejos, retiros, bootcamps, como se les quiera llamar ahora, lo que está sucediendo es que efectivamente hay un gran desgaste al comienzo de los gobiernos al crear un plan de desarrollo, al debatirlo, al hacer correcciones, al conciliarlo. Con el pasar del tiempo, agotados casi 6-7 meses en ese proceso, pues son documentos que nadie termina leyendo, a los que muy pocos les hacen seguimiento, que quedan en los anaqueles o estanterías de libros que alguna vez se gastaron recursos públicos para imprimir y de ahí nunca trascendieron y terminan las administraciones responden día a día a escándalos, a tragedias, a demandas sociales, manifestaciones, bloqueos, fenómenos naturales, problemas de inseguridad, crisis institucionales, hechos de corrupción y a un montón de variables que no son muchas veces contempladas en esas planeaciones.

Lo que está ocurriendo en todo el país, en Colombia, desde hace un buen tiempo, es que, primero, ha existido cada vez más un profundo desprecio y rechazo hacia la tecnocracia, hacia los perfiles que están más preparados para enfrentar  diversos cargos en el orden político-administrativo se privilegia ese perfil político, ese perfil que obedece a un favor burocrático para poder conseguir un voto en una asamblea, en un consejo o en un congreso. Y peor aún es que los gobiernos se conviertan en directorios políticos, no se puede esperar nada distinto pues su carrera, estos personajes viene de hacer campañas para llegar a ese cargo, esperar que de un momento a otro se conviertan en los súper administradores ajenos a la política sería pedir demasiado.

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Con base en lo que tenemos hoy en día, consideramos necesario hacer este llamado a todos los gobernantes y decirles: traten por un momento en su gobierno de dejar de estar en modo de supervivencia, en modo de alerta; hagan todo lo posible, lo que esté a su alcance, para cumplir con su planeación, con sus promesas que quedaron consagradas en documentos públicos que aparentemente son de obligatorio cumplimiento, pero no porque sean de obligatorio cumplimiento son importantes, sino porque las hojas de navegación de cualquier empresa, de cualquier persona y de cualquier gobierno son las responsables, primero, de llevar ese objetivo propuesto en las campañas a buen puerto, pero, sobre todo, de no perder el foco de lo esencial, de esos nervios principales que fueron el factor de unidad y de victoria para una campaña.

En el largo plazo, las sociedades se van a ver mucho más beneficiadas en virtud de que un gobierno que escucha, entiende, interpreta, incorpora en el camino de la ejecución a su norte, a su camino, no está dejando de estar conectado con la sociedad y de comprender y estar sintonizado con las dinámicas, pero sin que esto perturbe, insistimos, el objetivo que se han trazado. Es un reto para los gobiernos modernos que no es fácil de enfrentar.

Es claro que la inmediatez de las comunicaciones, de las redes sociales, de los devenidos políticos, amenazan todos los días, pero que la cabeza de un gobierno es la que menos tiene que ser vulnerable a ese tipo de coyunturas que solo generan retrocesos, desgastes, una muy baja ejecución, un incumplimiento de promesas fundamentales, una pésima recepción de los mensajes ciudadanos y, como si fuera poco, termina no generando ningún rédito positivo para ninguna de las partes. De manera que es hora de corregir, es hora de ser más conscientes y escuchar y entender un poco el papel correcto de los gobiernos en las sociedades modernas: están para gobernar, no para reaccionar.

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