El gran costo de escoger un mal candidato

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EDITORIAL

Pareciera que las teorías siempre terminan por cumplirse, y sobre todo esa que reza sobre que todo es cíclico, que todo vuelve y se repite hasta que las personas o las sociedades no aprendan. Pareciera que en Colombia gran parte de los electores están encaminados a elegir mal, de nuevo.


Colombia ha tenido que enfrentar en toda su vida republicana violencia, masacres, narcotráfico, terrorismo, corrupción, falta de conocimiento de lo que es el Estado. Esto ha configurado unos escenarios sumamente negativos para el país, y no quisiéramos sugerir o patrocinar la narrativa de uno de los sectores que hoy aspira a ostentar el poder de que en Colombia no ha servido nada y que estamos peor que nunca, todo lo contrario; Colombia es un país que poco a poco ha venido forjándose como una nación resiliente, como una nación que tiene aspiraciones para ser mejor cada día.

Muestra de ello es la recuperación que se ha dado luego de la pandemia, la cual no se puede perder y donde aprovechamos para citar al presidente Iván Duque: «Si el crecimiento fue por rebote, qué bueno rebotar más que todos».

El problema que hoy observamos con detenimiento y preocupación es que Colombia merece más, puede tener más y mejores gobernantes de toda índole: a nivel regional y a nivel nacional, mejores legisladores y siempre un mejor presidente sin que esto sea indicativo de que el que hay actualmente sea un mal presidente. Como en la vida, y como en cada persona debería haber un ánimo de ser mejor todos los días, eso debería trasladarse al sentimiento nacional de tener un mejor líder, un mejor mandatario durante cada elección.

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Hoy lo que se cierne sobre las elecciones del próximo domingo, indica claramente que hay todavía más corazón que razón comprometidos en el voto que se va a depositar el próximo domingo y no lo pragmático, lo que importa, lo que debería hacer por cada colombiano.

Nadie se toma la molestia de dedicarle unos diez o veinte minutos para revisar las hojas de vida, si es que están publicadas, de los candidatos presidenciales que se van a medir. Hay personas que están dispuestas a votar por un candidato porque es muy alegre, habla muy bonito y porque es un bacán, eso es una irresponsabilidad, es un acto casi demencial porque no se entendería cómo las personas le exigen más a las empleadas domésticas y a los celadores, que al presidente del país que van a escoger. En otros casos el descarte: votan en contra de otro porque no le simpatiza o no representa intereses particulares.

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Esto va acompañado de los votos al Congreso de la República. Para la elección de estos candidatos las personas tampoco, en general, revisan sus hojas de vida porque muchas personas hacen parte de un régimen de corrupción indirectamente el cual luego critican cuando tienen favores pendientes con congresistas, cuando están cuidando un cargo o un contrato, luego salen y critican al Congreso y no se dan cuenta que son parte del mismo problema.

Qué importante sería que por primera vez en la historia de Colombia las personas se tomaran ese trabajo de ver si su candidato es una persona que tiene unos estudios básicos, que conoce otra lengua extranjera, que ha tenido alguna experiencia en el sector privado, que sea una persona con unos requisitos mínimos de poder hablar en el Congreso de la República sobre temas coyunturales y trascendentales de la vida pública nacional.

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Parece que el afán de muchos colombianos es escoger animadores de circo o influenciadores de Tik Tok e Instagram, y no líderes que demanda la nación.

Quisiéramos invitar a la gente a que calculara lo que puede costar elegir mal, lo que puede costar en el caso de la Coalición Centro Esperanza escoger un candidato sin convicciones, que sea como un flan, con ideas gaseosas, con sentimientos absolutamente irreconocibles.

En el caso de Equipo Colombia si escogen un candidato sin ninguna credencial para ir a televisión con el fin de enfrentar un debate, personas con conocimientos más que básicos y ante cualquier pregunta medianamente técnica podrían sucumbir y serían los más vulnerables en primera vuelta y en una eventual segunda vuelta.

En cuanto al Congreso, creemos que las personas sí tienen la capacidad, el poder y no han reconocido esa importancia de cambiar esta realidad y escoger mejores congresistas. Ojalá el mensaje cale, ojalá haya suficientes sangre en el mar como para que la gente haya aprendido a votar bien para que no se cometan los mismos errores del pasado.

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