Habrá más muertos

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No es bueno para el país sembrar miedo por amenazas de grupos fantasmas.

Por desgracia, habrá muertos. Las Farc intentarán disfrazarlos de asesinatos políticos, pero son conscientes de que ya no existen paramilitares como los de antaño ni vivimos los mismos tiempos. Solo tenemos guerrillas y ‘bacrim’ dedicadas al narcotráfico, la extorsión y minería ilegal. Las conocen bien porque son sus socios en unas zonas y en otras les disputan el negocio.

Por: Salud Hernández Mora

En Putumayo, sus aliados se llaman ‘la Constru’. Esa unión maldita asesinó hace poco a tres ciudadanos indefensos. Los confundieron con integrantes del ‘clan del Golfo’, que ya llegaron al departamento porque, como era previsible, unos mafiosos pretenden adueñarse del reino de otros mafiosos.

Si el frente 48 de las Farc, dedicado al narcotráfico, se desmovilizara –advirtió que no lo hará por completo–, dejaría en Putumayo un espacio sabroso. En la frontera con Ecuador hay una franja de 10 kilómetros atestada de cultivos de coca, y en otras partes del departamento, gracias a la permisividad del gobierno Santos, se ha triplicado tanto la superficie sembrada como la producción del polvo blanco.

La pelea, por tanto, no es por espacios políticos sino por la plata. Y aunque en pueblos y veredas del Putumayo me hablaban de un posible retorno de las Auc, eso no sucederá. Lo que veremos en el país de ahora en adelante no serán masacres al sanguinario estilo paramilitar, sino ajustes de cuentas, muertes para conquistar cuotas del negocio y crímenes de inocentes, como el reseñado.

Si analizamos una partecita de la cadena del narcotráfico, lo comprenderemos. Este año pasé una semana en un laboratorio de base de coca del sur del Cauca. Produjo 7 kilos de buena calidad, pensaron que yo les daba suerte y me ofrecieron invertir para ampliar las precarias instalaciones. De haber aceptado, ¿qué es lo mínimo que requiero para asegurar mi plata?

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Lo principal es un grupo armado ilegal con la doble misión de atacar a militares y policías que vengan a destruir lo nuestro, y proteger a los compradores que ingresen a la zona con sus millones en efectivo para pagarnos. En suma, una banda delincuencial ya sea Farc, Epl, Eln o el famoso ‘clan’.

Insisto en que esta época, por fortuna, en nada se parece a la que conoció la aniquilada UP. Que las Farc dejen las armas, la coca y el oro, que siembren agricultura legal y verán que por el cacao y las alverjas nadie mata. Porque también es falsa la existencia del Ejército antirrestitución que denunciaron voces de la izquierda y el Gobierno. Puede haber propietarios capaces de asesinar por una tierra que no quieren devolver, pero no inventen antiguas guerras de terratenientes.

Las Farc han sido muy hábiles en desviar la atención de sus crímenes y el Gobierno, muy torpe en ayudar a disimularlos. No es bueno para el país sembrar miedo por amenazas de grupos fantasmas.

NOTA: hoy me despido de la columna. Gracias desde el fondo de mi alma a los lectores que me siguieron estos años, a sus muestras de cariño. Confío en haber sido la voz que no tienen y en no defraudarlos en mi nueva ruta. Y gracias mil y mil veces a todos, amigos y no tan amigos, que me apoyaron durante mi secuestro de una semana. No digamos a los policías y militares que se jugaron la vida por rescatarme. Nunca podré olvidarlos.

NOTA 2: siguen esperando a Odín, a Octavio, a Henry, a Javier… Dios quiera que vuelvan pronto.

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