¿Hasta cuándo elecciones entre el odio y el miedo?

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EDITORIAL

Para muchos Colombia se encuentra de pie por dos razones: por la pujanza de su gente y por milagros. Lo cierto es que ha sido un país que poco o nada ha conocido de tranquilidad, paz, estabilidad y unión si un país se debate constantemente entre peleas cruentas y diferencias biliares.


Como ya lo hemos abordado en distintos escritos anteriores partiendo desde el romanticismo y la utopía de lo que podría ser la política o de lo que debería ser cuando fue concebida en su génesis, uno confiaría en que cada uno de los ciudadanos que están habilitados para votar votaran por convicciones, por un convencimiento porque realmente les representa un candidato que está exponiendo su ideología, sus posturas, de lo que se podría esperar de él pero no es así.

Colombia ha tenido una democracia absolutamente distorsionada y contaminada por otros factores que están completamente alejados de lo plausible. Aunque para muchos la polarización es buena, el debate constante es bueno porque es el mismo que da combustible a la democracia, es cierto que no se puede ejercer este derecho libremente porque los colombianos no votan por un programa, no votan por una ideología, hace mucho tiempo se dejó de votar por partidos.

Lo anterior ha permitido que una familia le puede exigir más a una empleada doméstica, a un vigilante o a una persona que presta servicios básicos en la sociedad que al mismo presidente de la República. Una pregunta para toda clase de empresarios, sería: ¿usted tendría al presidente actual del país en una junta directiva o gerenciando una de sus empresas? Seguramente, muchos dirían que no y es porque ninguno ha elegido la mayoría de sus gobernantes a cuenta de sus preferencias, votan en contra de alguien, votar por descarte, por el menos malo y seguir aunando una cantidad de basura política que nos lleva a escoger de forma mediocre porque le tenemos miedo a una opción con la cual nos simpatizamos o porque odiamos a una persona en especial o alguien que representa esa ideología o esa persona que se odia.

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En el caso de Colombia parece que no va a ser la excepción en este año 2022, todos se fijan en las elecciones presidenciales cosa que está muy bien y que definitivamente representa más una elección ideológica y de opinión pero no en su base de convicción porque no hay una fijación en las elecciones parlamentarias, buena cantidad de personas regalan el voto por un bulto de cemento, por un mercado, porque le pagan los servicios, todo se sostiene a través de esos favores pero luego los ciudadanos dicen que los políticos son tal y por cual.

A la hora de elegir presidente, Colombia ha experimentado varias elecciones en donde el país piensa que alguien es muy bueno y debería ser presidente, pero se dejan llevar por las trincheras de Hollywood y de los bien pensantes quienes dicen que tal persona no es carismática, no sonríe mucho, es muy seria, tiene mal genio, es hijo de tal persona por lo que puede representar determinada cosa… Empiezan a caer en unas razones emocionales, para nada racionales, que distorsionan y perjudican la decisión que la gente tome.

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Es bastante peculiar que aunque las quejas son permanentes por la cantidad de gobernantes que tenemos nadie piensa: no llegan al poder solos, llegan porque los ciudadanos los eligen. No queremos caer en la trampa del romanticismo pero qué bueno sería que en este 2022 la gente votara en las elecciones de Congreso por gusto, porque les nace, porque han revisado hojas de vida de candidatos tanto a Senado como a Cámara, y porque creen que es una buena opción y que no les van a deber nada estos elegidos por cuenta de un voto y tendrán que devolvérselos con algún favor económico, político o social, y que para Presidencia no se vote para atajar en contra de o el menos malo por descarte sino porque hay una persona que verdaderamente tiene la capacidad, el liderazgo, la experiencia y sobre todo la inteligencia para ser presidente del país.

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Lo que nos ha demostrado la historia es que elegir como se viene eligiendo siempre nos lleva a soluciones que terminan mal, a paños de agua tibia que solamente aplazan los verdaderos problemas. La gente dice: ¿cómo llega tal gobernante al poder?, y no se fijan que dicho gobernante se eligió como contraposición al gobernante que venía antes.

Si la gente tan solo se tomara unos minutos para revisar las hojas de vida, los comportamientos, los hechos, los discursos, cada una de las posiciones que ha tenido un candidato a lo largo de su vida pública seguramente las personas se llevarían menos decepciones. También es entendible que en momentos en donde la democracia peligra las personas van a echar mano de su instinto de supervivencia, dejando de lado cualquier tipo de razonamiento ideológico y también es respetable pero que bueno sería que las personas dieran ese mensaje contrario a lo que se viene presentando, depositando un poco de esperanza en las urnas en vez de miedo y de odio.

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