Juan Manuel Aguilar Echeverry, es un odontólogo de 59 años, sufre de presión, colesterol y hace seis meses le detectaron diabetes fase 2. Su familia está conformada por tres hijos, dos hombres de 35 y 24 años y una mujer de 33 y su esposa Viviana Correa. Normalmente vive con su hijo Andrés y su esposa.
El 24 de febrero viajó a España en compañía de su hijo mayor, durante su estadía estuvieron en Madrid, el Norte de España, Galicia y otros lugares donde ya había mucho contagio del conocido Coronavirus. En ese entonces, las personas aún no le prestaban mucha atención, sin embargo, en Victoria observaron que el virus se encontraba de manera más potente. Al regresar a Madrid, se enfrentaron a una realidad diferente, el problema estaba mucho más grave y las medidas de aislamiento comenzaban a aumentar y el riesgo del cierre de aeropuertos y fronteras circulaba en las noticias. Por esta razón, Juan y su hijo decidieron quedarse encerrados a la espera de lo que podía suceder y si podrían regresar o no a casa.
El 12 de marzo, día en que tenían programado su viaje de regreso a Colombia, pudieron viajar de manera normal. Días antes les hicieron completar un formulario en el que les realizaban algunas preguntas con respecto al Covid-19, el cual fue diligenciado a través de internet y el mismo día del vuelo, antes de abordar, les entregaron el mismo formato de manera física y les piden que al llegar permanezcan en cuarentena, pero no les exigen tomar medidas preventivas durante el vuelo para evitar contagio. No obstante, ellos por responsabilidad propia decidieron usar tapabocas, ya que desconocían si eran portadores o no del virus, ya que aunque en el aeropuerto les tomaron la temperatura, si usted no presenta síntomas o una temperatura mayor a los 37 grados, no se puede conocer nada.
Ese mismo día al llegar a Colombia, iniciaron la cuarentena obligatoria y aunque el gobierno no toma registro, ni vigila el cumplimiento de la norma para viajeros del exterior, ellos lo hacían por responsabilidad social, evitando contagiar personas y que se ocasionaran problemas con sus vecinos, al enterarse que llegaban de afuera y no estaban tomando las medidas apropiadas. Su hijo mayor quien lo acompañaba en el viaje, decide quedarse en casa de su padre Juan para juntos pasar el aislamiento y evitar contagiar a su hijo de cinco años, razón por la cual, su hijo menor y su esposa, compañeros de vivienda, también entran en la restricción.
Cuatro días después de su llegada, el lunes 16 de marzo, Juan Manuel, comienza a presentar algunos síntomas característicos del virus como fuerte dolor de cabeza y espalda y un pequeño malestar de garganta. Al segundo día los síntomas comenzaron a hacerse más fuertes y comenzó a presentar fiebre en las noches. Por esta razón, comenzó a comunicarse con el 123 para que le realizaran la prueba, pero se llevó una sorpresa, el proceso no era tan fácil como él lo imaginaba. No le daban atención a su solicitud. Razón por la cual, su hijo mayor, que cuenta con medicina pre pagada llama para solicitar el examen y la respuesta fue: “debe presentar síntomas importantes para poder realizar la prueba, como fiebre a más de 39 grados y dificultad para respirar” y le explicaron que aunque fuese por pre pagada o por el medio que decidiera, todo se unía con la gobernación y que los encargados del proceso los primeros días era el ente gubernamental.
Pasaban los días y sus síntomas aumentaban y el miedo de que padecer el virus presentara mayores complicaciones por su historial clínico con diabetes, presión y colesterol, también aumentada. Pero él aún no recibía ninguna respuesta por los medios establecidos por el gobierno, por lo cual comenzó a acudir a sus amigos del sistema de la salud para que le brindarán la posibilidad de realizarse el examen y conocer qué le ocurría. Le brindaron la oportunidad de hacerse el examen en Rio Negro, pero él tomó la decisión de no movilizarse hasta allá para prevenir contagiar a otros y evitar dificultades.
Juan se llenó de paciencia y continuo esperando la atención del gobierno, a los días recibió una llamada para informarle que en unos días irían a hacerle la prueba, pero el proceso seguía siendo lento y sus síntomas más fuertes y aunque en un momento pensó en trasladarse a una clínica, en la línea, la primera recomendación que le hacían era no trasladarse, ya que esto solo iba a producir un contagio masivo y le reiteraban que: “si los síntomas no son tan fuertes y puede aguantar, lo mejor es esperar”. Sin embargo, él no dejaba de comunicarse e insistir que la sintomatología se incrementaba y que cada día comenzaba a presentar más dificultad para respirar, aunque la fiebre, afortunadamente, comenzaba a descender.
Al final, resaltaba constantemente sus enfermedades y otros casos que escuchaba en las noticias, para pedir agilidad en el proceso. Fue entonces cuando comenzó a recibir diferentes llamadas de manera constante, unas de los médicos de la IPS Universitaria, que apoya a la Secretaria de Salud del municipio, otras de la gobernación y así de diferentes maneras, fue entonces cuando Juan comenzó a evidenciar una descoordinación en las entidades, ya que todos le hacían o las mimas preguntas o preguntas diferentes de manera repetitiva, o desconocían lo que ya había explicado y de manera regular debía contar el caso. No obstante, siempre le explicaban la saturación en la línea, el interés por hacer las cosas de mejor manera y el cumplimiento del protocolo para llegar a un resultado final verídico.
El pasado jueves 19 de marzo, recibió una llamada en la que le explicaban que lo visitarían en el transcurso del día para realizarle la prueba. En la tarde le realizan los exámenes correspondientes a la detección del virus y le explican que los resultados salen en dos días. Al final, los resultados tardan cinco días debido a la congestión, tiempo en el que los síntomas se hacían más fuertes. Afortunadamente, el martes 24 de marzo, día en que llegaron los resultados, los dolores comenzaron a disminuir. Ese día le confirmaron que salió positivo de Coronavirus e inmediatamente comenzaron a preguntarle “¿Con quién está?” “¿Dónde ha estado los últimos días?” “¿había estado en el exterior días atrás? “Como su respuesta fue que sí, “¿Dónde había estado?”. Al conocer sus respuestas, que había estado en el exterior y en cuarentena, pero con sus dos hijos y su esposa, autorizaron de manera inmediata el examen para sus familiares. Ese mismo martes les realizaron el estudio, pero aún se desconocen los resultados.
Juan se encuentra completamente aislado, en una habitación aireada y con su propio baño y aunque considera que las medidas están siendo correctas frente a la emergencia, le pide a las entidades participantes en este proceso, que se comuniquen más y que estén en concordancia para tratar futuros pacientes. Juan Manuel aclara que esto lo ve reflejado hasta ahora que ya ha sido diagnosticado, dice que: “todos los días me llaman diferentes médicos, hasta psicólogos, pero todos me hacen las mimas preguntas, ninguno está enterado de nada”
Ahora lo han pasado a la Nueva EPS, de donde le envían un médico a casa todos los días para revisar el proceso y recordarle la importancia de permanecer en casa. Sus síntomas están un poco más estables, pero aclara, que perder el gusto, el apetito y presentar daño de estómago son parte de los síntomas ocasionados por el Covid-19. Ahora se cuida con acetaminofén y con bebidas calientes a base de diferentes hierbas naturales para subir las defensas y ayudar las vías respiratorias, además de consumir agua caliente con limón y bicarbonato para mantener alcalinizado el cuerpo. Afortunadamente, Juan se va recuperando con éxito.