En un país que ha tenido pocas alegrías y muchos desafíos, la Selección Colombia nos brinda un bálsamo de esperanza y unidad. Después de 21 años, volvemos a una final, ilusionando a una nación que necesita esta dosis de alegría en medio de la incertidumbre.
Colombia, un país que encuentra en el fútbol una válvula de escape de las noticias trágicas y la violencia, ve en esta final un momento de respiro. En un contexto donde la economía frágil y la polarización dominan el día a día, el fútbol emerge como un oasis, un dinamizador y un revulsivo.
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El fútbol es quizá la única causa por la cual Colombia se une. Alcanzar estos momentos de elixir y emoción no solo es necesario, sino que transmuta energía positiva para todos. Sin lugar a duda, este evento será un impulso para el comercio, los restaurantes y la economía en general. En épocas de fútbol, la economía es una de las grandes beneficiadas, y Colombia necesita más que nunca esta dosis de optimismo y regocijo.
En los estadios, Colombia fue local. Miles de colombianos se movilizaron de costa a costa para apoyar a la selección, llevando fervor y orgullo a cada minuto del partido. Ver a los 11 jugadores en el campo, al cuerpo técnico y a los suplentes nos llena de esperanza y emoción.
Históricamente, pocos técnicos argentinos se han enfrentado en finales como esta, y siempre con resultados desfavorables para Argentina. En Miami, estadio donde alguna vez Rentería anotó un home run, ahora se juega otro tipo de historia. Miami, la casa de Lionel Messi, verá a Colombia ser local una vez más, con miles de colombianos que decidieron alzar vuelo y pagar más de 1000 dólares por boletos para apoyar a la selección este domingo.
Es importante que los colombianos tomen registro de este momento y se den cuenta de que, unidos, luchando por el mismo objetivo, a pesar de las diferencias, siempre tendremos más oportunidades de alcanzar el triunfo. Hoy, todos somos Colombia.