Por: Abelardo De La Espriella.
Desearía no tener que escribir sobre los reiterados excesos del gobierno del presidente Santos, pero no tengo opción distinta: el periodismo está hecho precisamente para eso. Otros, en cambio, consideran que tan noble oficio fue concebido para exactamente todo lo contrario: lisonjear y aupar al régimen de turno (eso, por supuesto, no es gratis: para eso está la pauta oficial). Denunciar los dislates antidemocráticos del poder y hacer visibles a los oprimidos son las funciones principales del ejercicio periodístico. Quien no lo entienda así ejerce el oficio equivocado.
No hay nada personal en mis agudas críticas contra el Gobierno; simplemente (equivocado o no) cumplo a pie juntillas con los dictámenes de mi conciencia. Por supuesto que tengo una ideología, como todo el mundo, pero dicha concepción de lo que a mi juicio debe ser el Estado y su manejo no es óbice para darle la razón a quien la tenga, sin importar si su orientación política es opuesta a la mía. En otras palabras: si un gobernante hace lo que corresponde y salvaguarda los altos intereses de la Patria, es deber del periodismo hacerle seguimiento y verificación al tema; si el gobernante desconoce esa obligación inalienable, el periodismo debe ser la llama que encienda la luz, para que el pueblo pueda ver la realidad.
“Los medios están perdiendo el norte. Llamen a los dueños de los medios para influenciar en los contenidos, para que al final el producto de los medios sea de optimismo y de confianza”. La frase anterior no fue pronunciada por el jumento que regenta Venezuela; no, queridos lectores; no se trata del tirano de Nicolás Maduro, sino del premio Nobel de paz Juan Manuel Santos. En el marco de una reunión con empresarios, el presidente olímpicamente culpó a los medios colombianos por el pesimismo reinante, como si las erráticas actuaciones del gobierno desastroso que él preside pudieran maquillarse con titulares de prensa.
Y fíjense qué paradoja: esos mismos medios a los que hoy increpa el primer mandatario fueron los que hasta hace poco le guardaron la espalda y ocultaron la verdad, para favorecerlo. Esos medios “enmermelados” ya no pueden tapar el sol con las manos y ahora posan de independientes y serios. Así le paga el diablo a quien bien le sirve. Este viejo aforismo aplica en doble vía para esa relación malsana que por casi siete años han sostenido el presidente Santos y la “gran” prensa capitalina.
Cuando los medios renuncian a sus obligaciones históricas y morales, se desdibujan y desprestigian. La gente no es tonta y sabe percatarse cuando la información es un negocio. Cuesta mucho ser independiente y crítico, pero cualquier precio es poco si se mantienen indemnes los principios.
La ñapa I: ¡Feliz cumpleaños, mi adorada Barranquilla!
La ñapa II: Es justo reconocer que la tragedia de Mocoa ha sido bien manejada por el Gobierno.
La ñapa III: Siria, me dueles en el alma; solo espero que el tirano de Al Asad pague con su propia sangre todo el mal que te ha causado.
La ñapa IV: El Gobierno se apresta a pagarles favores a los exmagistrados de la Corte Constitucional Luis Ernesto Vargas y María Victoria Calle. Otros de los amigos “impolutos” de Santos.
La ñapa V: El “mamertismo irracional” instrumentaliza a esbirros de quinta categoría para atacarme. Para la próxima busquen a alguien de más nivel y que preferiblemente se bañe. ¡Qué clase de calandrajo el que me mandaron!