En política, el llamado “centro” siempre aparece como ese territorio deseado pero esquivo. No tiene una sola cabeza, no cuenta con diez millones de votos asegurados y, sin embargo, termina siendo decisivo.
El papel del centro político en las elecciones 2026: entre la izquierda, la derecha y la indecisión
Es el espacio donde habita la mayoría silenciosa de los colombianos: ciudadanos que no se identifican ni con la izquierda ni con la derecha, que no están contaminados por la polarización y que muchas veces definen su voto apenas llegan a la urna.

Un reciente sondeo de Semana recordó una realidad incómoda: el centro no es una fuerza estructurada, sino una suma dispersa de indecisos, apolíticos y votantes volátiles. Son los mismos que en una elección apoyan a la izquierda y en la siguiente se inclinan por la derecha. Pero ese comportamiento, aunque impredecible, tiene un peso enorme: el de ser el fiel de la balanza en los últimos dos comicios presidenciales.
El problema es que, en esta nueva contienda, el centro parece huérfano. No hay una figura que despunte ni una estructura capaz de aglutinar fuerzas. Sergio Fajardo vuelve a estar bien posicionado en algunas mediciones, pero su historia reciente muestra un patrón preocupante: empieza arriba, se mantiene unos meses y termina desinflándose.
A eso se suma que el centro ha perdido capacidad de articulación. Las consultas de marzo podrían marcar aún más la distancia, sobre todo porque los “cordones sanitarios” impuestos entre coaliciones limitan las alianzas. En la centroderecha, por ejemplo, no son bienvenidos quienes hayan apoyado o trabajado con el gobierno de Gustavo Petro.
Mientras tanto, en el Frente Amplio donde confluyen petristas, expetristas y sectores de centro izquierda, la apuesta es otra: abrir las puertas a todos los que no se identifiquen con la derecha, incluso si eso implica un reencuentro incómodo con antiguos aliados.
Así las cosas, el tablero se reconfigura, la centroderecha podría terminar cobijando a nombres como David Luna, Mauricio Cárdenas, Juan Manuel Galán y Juan Daniel Oviedo. Fajardo difícilmente se moverá hacia alguno de esos dos polos y Claudia López, en cambio, sí estaría más cerca del Frente Amplio.
Si el escenario se mantiene, Fajardo podría quedarse literalmente solo, repitiendo el destino político de 2018 y 2022: mucho ruido al inicio, poca tracción al final. El Frente Amplio, por su parte, buscará superar los cinco millones de votos en consulta, cifra suficiente para garantizar el paso a segunda vuelta sin mayor dificultad. Y la derecha o centroderecha apostará a consolidar un bloque que evite repetir la historia de hace cuatro años, cuando Gustavo Petro ganó, en buena parte, porque Rodolfo Hernández no logró capitalizar el descontento.
El dilema, entonces, es claro: la izquierda y la derecha se preparan para conquistar al centro, pero el centro, como casi siempre, parece no saber muy bien quién es… ni a quién quiere entregarse.
