Justicia: ¿A dónde nos ha llevado tanta impunidad?

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Cada vez que hablo de justicia en mis columnas, siento más frecuentemente un cansancio, una desazón, una impotencia… Y tengo la ligera impresión de que pueden seguir siendo cuatro años con el mismo sentimiento. 


Por: Andrés Felipe Gaviria Cano


El único candidato al que le he escuchado en estos meses, hablar de una reforma a la justicia es al Doctor Enrique Gómez Martínez, candidato del Movimiento Salvación Nacional. 

Lo cierto es que, si bien Enrique Gómez hoy no tiene mayores posibilidades de pasar a una segunda vuelta, viene planteando una problemática que Colombia tiene hace más de 10 años, que ha envejecido tremendamente mal. Hacia el 2019 algunos estudios median la impunidad como un fenómeno que se sitúa por encima del 60%, que de cada 100 delitos, solo se castigan 6 y que en materia de homicidios, la tasa de impunidad sigue siendo igual que en los años 1999 – 2000; absolutamente increíble. 

A mi modo de ver, y no lo planteo como un debate jurídico, -ni más faltaba- pero sí con el ánimo de que Colombia salga de ese ranking deshonroso del top 10 de países con mayor impunidad en el mundo, estando al lado de país como Afganistán, Somalia, Irak, Filipinas, México, Pakistán, o Rusia. Es importante que nos llamen, más que a una reflexión, a la acción, porque en el continente somos uno de los países con mayor impunidad, seguidos por México y Venezuela que no son precisamente un gran ejemplo a seguir. 

Chile o Argentina, por ejemplo, se sitúan por encima de Colombia, en ese aspecto. Quisiera limitarme a un precepto fundamental, a un punto de partida que es la indulgencia, la impunidad, la injusticia como se le quiera llamar, solamente promueve, origina, fomenta, más delincuentes, más terroristas, más violadores, todo lo que se parezca a lo malo, a lo oscuro, a lo temible, a lo que se convierte en un cáncer con metástasis para un país. 

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Ha sido muchos los libros que he leído y que indican que uno de los principales síntomas de un estado fallido es cuando la justicia no funciona, porque esto lleva a que se profundice una desconfianza ciudadana de las instituciones absolutamente grave y difícilmente reparable, cosa que en Colombia, como lo venía mencionando viene pasando hace 20 años y nadie ha hecho nada. 

He tenido personalmente la oportunidad de preguntárselo a 3 presidentes que han pasado en los últimos 20 años y todos se comprometían en reformas a la justicia, con verdaderas reformas estructurales e integrales, y ninguno ha sido capaz. 

Duque, que habló de ella muy alegremente fue incapaz de hacerlo, y ahora, honestamente quien gane, sea Federico Gutiérrez, Sergio Fajardo o Gustavo Petro, ni siquiera han mencionado estos candidatos ese fenómeno que tiene nuestro país; esto es algo absolutamente grave. Creo que por lo menos, Fajardo, Petro o Gutiérrez deberían llamar a Enrique Gómez y preguntarle sobre este aspecto, -si es que no lo entienden- porque también creo que no hablan de ese asunto porque no lo comprenden y les da miedo hablar y decir barrabasadas en virtud de no conocer de lo que se está hablando.

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De manera que esto no se trata de atacar a Petro por haberse reunido con extraditables, con delincuentes de la peor ralea como Iván Moreno, con toda clase de terroristas, de corruptos, de la chusma que ha tenido que padecer nuestro país y los que faltan por entrar a la cárcel. 

No se trata de ir a hacer afuera de la Picota una rueda de prensa, esto se trata de una vez por todas de convocar a una asamblea constituyente limitada a reformar la justicia de este país como expertos juristas han demostrado que se puede hacer, entonces es necesario avanzar en ello de una vez por todas. Las Cortes no van a reformarse, el Congreso no va a reformarse y los únicos que pueden hacer algo es el ejecutivo de la mano de una fuerza legislativa que esté convencida que este problema hay que arreglarlo y de una vez por todas se intervenga. 

De los contrario, Colombia va a ir de mal en peor cada año, la inseguridad seguirá en alza, -porque este fenómeno de injusticia está conectado con el fenómeno de impunidad y de injusticia- es que el vulgar ladrón sabe que lo van a excarcelar por múltiples razones, por ser la primera vez que lo capturan, o porque no tenía antecedentes, o porque hubo un error en el procedimiento del policía, o por el alto hacinamiento en las cárceles, o sencillamente porque la justicia cree o considera que es un delito menor: eso hay que cambiarlo, ya!

Y si no hay presión ciudadana, si no hay indignación ciudadana, si no hay reclamos de los electores ¿Qué podemos esperar? 

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De verdad anhelo que, por el bien del país, de nuestra nación, el próximo presidente le dé solución a ese problema. Es fácil solucionarlo, no es un imposible. Necesitamos más cumplimiento de las leyes existentes, no necesitamos más leyes, -por ejemplo, necesitamos más construcciones de cárceles- más y mejor respaldo a la fuerza pública, un mejor salario para ellos.

En definitiva es necesario pedirle resultados a la Fiscalía General de la Nación; quien administra un presupuesto extremadamente gigante, pero nadie lo controla, nadie la cuestiona, no se le piden resultados, entonces se pasan flamantemente viajando en aviones privados y grabándose cuando llegan a diferentes ciudades, mostrándose como los grandes justicieros del país, pero no dejan nada en la recámara para lo que verdaderamente importa, y es más que la sensación de justicia, y es 8que el ciudadano sienta que está protegido, que el delincuente sienta que está amenazado y que si comete ese delito puede pagarlo muy caro. 

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