La agenda real de Gaviria

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Por: Cecilia López Montaño


Nada más ofensivo para los ciudadanos de un país que sus líderes políticos crean que sus electores no se cuestionan sus actuaciones. Es decir, que con fe ciega creen en la transparencia de sus actos y decisiones. Este delicado tema parece ser el caso con lo que está sucediendo en el Partido Liberal, específicamente con las últimas movidas de su jefe, César Gaviria, con su candidato presidencial Humberto de la Calle. Precisamente, para que los liberales de verdad no pequen mínimo de ingenuos, es bueno considerar lo que muchos sospechan sobre el verdadero objetivo de estas últimas jugadas de su máximo jefe, debido a las cuales el gran perdedor puede ser De la Calle, y de paso el país.

Muchas cosas han sucedido últimamente dentro del partido. Se dio un conato de rebelión que se venía cocinando desde la inoportuna consulta de noviembre. Miembros de la bancada del Congreso y excandidatos presidenciales trataron de rebelarse frente a las decisiones de Gaviria mientras él disfrutaba de un viaje al extranjero, desde donde ignoró estos sucesos. Dejó solo en la campaña a De la Calle, a quien él había impuesto, y de esta manera el candidato nunca logró despegar realmente. Ahora, como por arte de magia, aparece Gaviria como el salvador, acaba con la pequeña protesta interna, los somete y, ahora sí, ojalá no demasiado tarde, ordena a las bancadas liberales que le den el apoyo total y definitivo a De la Calle y elimina la posibilidad de la alianza de centro.

Esta jugada tiene una agenda oculta, la real. Es una tarea muy compleja a estas alturas de la campaña lograr que De la Calle supere fácilmente el cuarto o quinto lugar que ocupa en todas las encuestas, cuando el país ya dejó de verlo con grandes posibilidades de llegar a la presidencia del país. Obviamente, el mandato del jefe del liberalismo es la orden a sus maquinarias regionales para que se comprometan a que sus seguidores voten por el candidato liberal en la primera vuelta. Algún impacto tendrá esta orden porque la compra de votos de sus líderes cuestionados sigue funcionando en las regiones, pero si acaso puede subir uno o dos escalones. Además, es bueno recordar la famosa frase de Alfonso López cuando perdió frente a Belisario Betancur: “¿Dónde está la Costa?”. Ya elegidos en el Congreso de la República, lo demás no les importa a esos gamonales.

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Como parece difícil que, con todo y el mandato de Gaviria, De la Calle, no obstante sus esfuerzos y grandes capacidades, llegue a la segunda vuelta de la elección presidencial, ¿qué es realmente lo que busca este astuto jefe político? La respuesta, ya en boca de muchos, porque los colombianos bobos no somos, es que Gaviria va a usar cualquier mejoría de De la Calle para fortalecer su posición negociadora con los candidatos que tienen la mayor posibilidad de ganar las elecciones. ¿Pero es el Partido Liberal lo que realmente le preocupa? Claro que no, lo que quiere es el Ministerio de Hacienda para su hijo Simón, con lo que cree lo posiciona para su candidatura presidencial del cuatrienio 2020-2024. Una jugada maestra que sus seguidores en el partido apoyan, porque sienten que también ganan.

Con quién puede hacer esta sencilla negociación, que puede tener como colombina más de 1 millón de votos si las maquinarias funcionan. No tiene Gaviria ningún problema porque, como ahora se volvió enemigo del presidente Santos, el uribismo lo recibiría con los brazos abiertos; además, Simón e Iván Duque son amigos, y ya se especula que se han realizado los primeros contactos entre estos dos delfines. Menos problema aún puede tener con Germán Vargas Lleras porque este es del corazón de muchos liberales, empezando por Gaviria, con quien comparte su afición al clientelismo. Esa es la agenda real de Gaviria. Pierde De la Calle, y mucho más el país porque él es el mejor candidato.

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