La Comisión

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En buena hora se fueron los miembros de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos. Por supuesto que no debamos esperar una pizca de objetividad y de verdad en una colección de izquierdistas que no vieron ni oyeron nada de lo que no querían ver ni oír.


Por: Fernando Londoñoi

Estos herederos y seguidores de Joao Goulart y Janio Quadros; de Perón y de Allende; de los hermanos Castro y de Hugo Chávez, producirán un extenso comunicado en el que dirán que en Colombia se violan los derechos humanos por parte de una Policía desalmada, de un Ejército matón y de un Gobierno antidemocrático. Nada de lo que pasó aquí les inquieta, nada les interesa y nada apuntarán en sus memorias.

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No dirán estos queridos mamertos una palabra de los derechos de más de tres millones de colombianos que viven en la ladera andina y que no pueden exportar café, por obra de cierto paro que conocemos; no dirán nada de casi trescientas mil familias que viven del azúcar y que se quedaron sin pan, por el bloqueo de los ingenios; qué les va a inquietar la suerte de miles de contaminados y de muertos que producen los bloqueos, las manifestaciones, los gritos, las marchas de sus amigos que protestan tan pacíficamente; para qué gastar tinta en la muerte de millones de aves que son el sustento proteínico más socorrido de los colombianos, cuando esas muertes vienen del bloqueo, que hacen sus correligionarios, del puerto más importante del país; y a qué diablos el cuento de que millones de familias se quedaron sin pan, porque desaparecieron los productos de los mercados o porque llegaron a precios inaccesibles para la mayoría de ellos. ¡Se comía tan bien en el Hotel Tequendama!

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A estos siete les parecerá una indiscreción la de los policías que no se dejaron quemar vivos entre el CAI. Y la de aquellos que corrieron tan rápidamente al socorro de sus compañeros envueltos en llamas por las bombas de la juventud huelguista. Si la Policía no se deja matar en la protesta, ¿para qué sirve?

Tal vez nadie les muestre el cuadro de centenares de miles de personas que deban caminar horas enteras para llegar a su trabajo y para volver a sus casas. Nada valen protestas sin incendios, será la consigna.

Que un país pobre tenga que gastar millones de dólares recuperando la infraestructura destruida, no es una violación de los derechos humanos. ¡Qué va! ¿Para qué los créditos y los bonos y las reformas tributarias?

Es posible que todo eso diga la Comisión desde Washington. O es posible que no diga nada de todo eso. Las verdades incómodas, mejor para ignoradas.

Pero si está claro lo que la Comisión no tendrá en su informe, o lo tendrá dicho con tal desgano que no valga la pena que lo diga, se puede apostar a lo que sí dirá, clamará, gritará a los cuatro vientos.

El Esmad de la Policía es una organización detestable. Defender la burguesía es imperdonable. Abrir las vías cerradas, un descomedimiento. Lanzar gases que no matan a gente que mata a otros a tiros, a pedradas o cercándolos por hambre, un abuso imperdonable. Impedir los saqueos le cierra el paso a la sagrada expresión de la protesta. Restablecer los puertos es una ignominia comercialista. Lo que procede es dejarlos colmados de mercancías que se pudren mientras la gente se muere de hambre por su falta. ¡Es tan emocionante!

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La Comisión se vendrá contra el Ejército. Esa es una institución que debe desaparecer. Es mucho mejor el G2 cubano y las milicias bolivarianas son la más genuina expresión democrática

La Comisión se vendrá luego contra el Ejército. Esa es una institución que debe desaparecer. Es mucho mejor el G2 cubano y las milicias bolivarianas son la más genuina expresión democrática. Y si faltare alguna lección por aprender, buena está la que suministra Ortega, desde Nicaragua. Si los opositores de derecha molestan mucho, nada más apegado a los derechos humanos que meterlos a la cárcel.

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No faltará el que nos llame exagerados. En pocos días veremos que nos quedamos cortos.

Pero todavía falta lo mejor. Porque nos dicen, sin que tengamos probada semejante barbaridad, que para la Corte Constitucional lo que sostenga esa colección de mamertos será obligatorio para Colombia. Lea, querido amigo, la Carta de creación de ese organismo y solo verá por todas partes que es consultor, asesor, consejero, pero nunca ejecutor ni superior a los organismos de poder de cada país. Pero todo cabe. Y como todo cabe, no es imposible que liquide la Policía, cierre el Esmad, prohíba el acompañamiento del Ejército y nos deje en manos de la Fecode, la UTC, la CTC y sus compinches, para tirarnos por el despeñadero de los regímenes socialistas de dónde vienen los de la CIDH.

Se ha ido la Comisión. En buena hora. Falta el informe de su visita y la manera como lo reciba el Gobierno de Duque. De lo que no nos hacemos grandes ilusiones.

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