La derecha y su disfraz de demócrata (réplica)

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Es la derecha “democrática” la que causa terror financiero con cláusulas como la que si gana Petro no hay negocio, configurándose un delito si fuera la izquierda la que la aplicara. Pero como son los empresarios afines al status quo, jugar con el empleo de miles de colombianos es potestad de gente bien, no de mafiosos extorsionistas y cartelizados.


Por: Wilmar Vera  Zapata

Salió el 1 de febrero en este portal una columna interesante en la que desgranaba una serie de actuaciones de la izquierda latinoamericana actual y futura (no sólo calificaba al accionar del presidente argentino sino que ya tachaba de “bárbaro” al presidente electo y la asamblea constituyente de Chile) cayendo en los lugares comunes en los que ellos, opositores de la izquierda, del comunismo, del progresismo, del castrochavismo o como quieran llamarlo, repiten cada cuatro años en una especie de libreto que, lentamente, ha dejado de ser efectivo.

Vale la pena destacar algunas cosas de lo que allí se expresa, en aras de clarificar y en pleno ejercicio del debate. Recuerda el columnista una serie de actuaciones que, generalizando, configuran una izquierda tiránica y corrupta, esgrimiendo actuaciones de vieja data, como las famosas bolsas de dinero que recibió Gustavo Petro y por las que fue no hallaron mérito para investigar –me imagino que los funcionarios corruptos de derecha también merecen su indignación- o el discurso del centrista (él lo llama de izquierda) Jorge Robledo.

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Sin duda, su pensar coincide con muchos colombianos que crecieron con el miedo al fantasma del comunismo, repetido por los gobiernos y exhibidos en medios como el principal mal del país. Un culpable de esa mala fama fue la guerrilla, en especial las Farc, quienes con su actuar demencial y sanguinario, además de su dependencia al narcotráfico desde la década de los 80, alimentaron el imaginario de que todo lo que fuera zurdo era sinónimo de muerte.

Hoy, desmovilizadas, con miles de sus excombatientes tratando de integrarse a la vida civil, son ejemplo de compromiso con el Acuerdo de Paz y de esperanza de que sí es posible construir un país para todos, a pesar de que los amantes de la guerra han intentado “hacer trizas ese maldito papel”.

No está destruida, pero sí la han herido y los más de 300 integrantes asesinados impunemente son muestra de que seguimos anclados en tiempos nefastos, pues el Gobierno ha sido inferior al compromiso que sí ha respetado Rodrigo Londoño y sus Comunes.

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Y con comunismo se relaciona al demencial actuar del ELN, grupo intransigente y cerrado, que no ha aceptado su anacronismo en la lucha armada y con su actuar terrorista le da bocanadas de aire y justificación a la moribunda política de la seguridad democrática 2.0, cuyo mayor mérito fue que sobre la sangre y vida de 6.402 colombianos inocentes volvieron a las fincas los que tienen fincas (y otros las perdieron vendiendo a $25.000 la hectárea).

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El mayor enemigo de la izquierda democrática fue y es la (supuesta) izquierda armada.

Sin duda el progresismo es una corriente política que asusta a las derechas, sean estas descoloridas como la del Partido Verde, daltónicas como la del Partido Liberal, afín con el establecimiento como el Partido Conservador o extrema como la del gobierno.

Y así como hay tonalidades entre los diestros en los zurdos pasa igual. ¿Por qué nadie llama castrochavistas a los democristianos, socialdemócratas o verdes europeos, preocupados por el bienestar de la sociedad y al mismo tiempo por una economía más justa y equitativa?, ¿cómo es posible que un líder ambiental termine siendo objetivo militar, como los crímenes que semanalmente ocurren en el país y hoy son paisaje?, ¿si el discurso de la izquierda es destructor, el que aplica y padecemos de la derecha gobernante –sanguinario, excluyente, racista, violento, de “gente bien”- es mejor?

Son dos siglos de gobiernos que nos tienen sumidos en la banana republic que somos. Es la derecha y su torcida idea de democracia la que vive de comprar votos (casas mafiosas en la Costa, Santanderes o Antioquia lo demuestran), es la democracia diestra la que condena a escolares a no tener internet, a comer en sus escuelas frutas podridas o a cobrar coimas para reconstruir los puentes que, con más coimas y corrupción, son adjudicados, mal construidos y que se caen para dejar aisladas zonas como Chocó, Urabá o los Llanos Orientales.

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Es la derecha “democrática” la que causa terror financiero con cláusulas como la que si gana Petro no hay negocio, configurándose un delito si fuera la izquierda la que la aplicara. Pero como son los empresarios afines al status quo, jugar con el empleo de miles de colombianos es potestad de gente bien, no de mafiosos extorsionistas y cartelizados.

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Curiosa ventaja la democracia derechista cuando el negocio prima sobre la salud, la educación o la cultura y los viejos y enfermos son estorbos que afectan a las ganancias del sistema de atención hospitalaria o a los 50 es muy joven para pensionarse, a menos que sea funcionario público o habitante de mansión con contactos en Llanogrande.

Entonces la derecha es democrática porque sus líderes cooptan todos los poderes para garantizar impunidades y corrupciones, para que los que representan al pueblo actúen contra éste y sólo lo visiten en elecciones, momento en que les toca comer potajes inmundos en plazas de mercado, visitan tugurios o tienen que bajarse de sus Prados blancas y blindadas para que gente poco nice se les acerque y los abrace para una foto recuerdo, untados de gleba… si eso es democracia entonces el problema es más profundo de lo que parece.

La izquierda no es perfecta. La derecha tampoco. Pero gracias a la derecha es que los colombianos de a pie, los que se levantan sin nada para llenar la barriga propia o la de sus hijos, los que trabajan como bestias por un sueldazo del histórico millón de pesos, los que pierden sus cosechas porque es mejor la papa belga que la boyacense, los profesionales que planean hijos y futuro fuera del país porque aquí no hay esperanza si no se es corrupto, el “país nacional” queremos un cambio.

Un cambio y ya. No más mentiras ni dilaciones. No más de lo mismo. Si nos va a defraudar la izquierda en la presidencia pues que así sea, pero al menos lo intentamos y algo diferente a este Haití andino se podrá hacer y saldrá tras un gobierno “comunista”. A estas alturas cualquier cosa para los colombianos es mejor que la eternizada derecha y su hipócrita disfraz de demócrata.

Puchito: al asesino del periodista Eliécer Santanilla le dieron casa por cárcel, desde donde sube videos a sus redes sociales actuando como si estuviera de vacaciones. En el caso hay irregularidades y no estaremos tranquilos hasta lograr #JusticiaParaEliecerSantanilla.

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