Claro que estoy triste. Nunca llegué a pensar que el SÍ en el Plebiscito pudiera perder. La causa era tan noble, tan altruistas sus objetivos, que no era fácil imaginarse la derrota. Además, todas las encuestas lo decían. Increíble, pero ocurrió. Más allá de los radicalismos religiosos y de los sectarismos políticos, que los hubo, no entiendo el voto del NO, cuando de por medio estaba la terminación de las Farc. Con el SI se votaba para que se acabara esa guerrilla.
Me resisto a creer que la mayoría de esa inmensa votación que ganó signifique la continuidad de la guerra. Sería lo más insensato en un país que lleva doscientos años de violencia con catastróficas consecuencias. ¿Descalificaciones al Presidente Santos y a su gobierno? ¿Rechazo a los Partidos Políticos y a su actual dirigencia? Es posible y averiguarlo a fondo es una de las tareas que los analistas políticos deben acometer de inmediato. También puede ser posible que muchos hubieran acogido los engañosos argumentos de los predicadores del NO.
Porque no es cierto que si ganaba el SÍ se fuera a rebajar el número de miembros de las Fuerzas Armadas y de la Policía. Tampoco era cierto el cuento de la impunidad, en un país donde en la Justicia Ordinaria hay una impunidad del 94%, cuando se explicó con amplitud que habría Justicia Transicional. Mucho menos verdad era que se elegiría Presidente a Timochenko o que se impondría a las pensiones un impuesto para la paz. Tampoco la mentirosa afirmación de que los Acuerdos contenían criterios ideológicos sobre sexualidad y género. Pero se dijeron y parece que calaron.
Por poquitos votos, pero ganaron. Como consecuencia de ello, los Convenios de La Habana quedaron heridos de muerte. ¿Qué se va a hacer? Lo más fácil sería decir que la gente de las Farc regrese al monte para que siga la guerra. Pero sería un grave error no examinar que la gente de la guerrilla está en proceso de desmovilización en razón de los 4 años de discusiones con el gobierno y que ya está definido el procedimiento para que hagan dejación de las armas y se integren a la vida social y a la política democrática. Eso vale mucho. Hay que hacer esfuerzos para que en este aspecto no se vaya a arruinar lo hasta ahora logrado.
¿Examinar y modificar los Acuerdos? No creo que lo acepten las Farc y si lo aceptaran no quiero imaginarme cuánto tomaría hacer esa revisión. Tal vez pueda hacerse un gran Acuerdo Nacional y llegar a una Constituyente. En las crisis pasa cualquier cosa, como una reunión de Santos y Uribe.
Pero no es cierto que por el resultado deba renunciar el presidente Santos ni que el Centro Democrático sea el único dueño de la situación. Santos es el presidente, su propuesta de paz cuenta con el apoyo de la mitad de la población electoral y sigue dominando el Congreso. La solución tendrá que ser entre todos.