La dictadura venezolana se reelige y el mundo observa

Las señales que el autócrata Nicolás Maduro le dio al mundo desde hace varios meses eran suficientemente claras para indicar que no habría elecciones transparentes.

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El bosque hay que observarlo completo para poder analizarlo y entender de dónde viene lo que ha sucedido, dónde estamos y hacia dónde vamos. Fijar la atención y las energías solamente en un día de elecciones no solo fue ingenuo, sino también muy inocente y cándido. Nicolás Maduro todavía ostenta el poder de todos los órganos venezolanos, y es claro para el mundo que tiene control sobre todos los órganos del estado venezolano.

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Hoy en Venezuela no hay un estado social de derecho, ni democracia, ni equilibrio de poderes. Lo sucedido ayer no tiene otro nombre que autocracia, y oficialmente es una dictadura, exactamente idéntica a la de Cuba en los últimos 50 años.

Otro de los grandes indicios de que esto sería una farsa era que Nicolás Maduro convoca elecciones cuando él quiere. Además, Maduro se rió del mundo, de países como Estados Unidos y de la oposición venezolana, al convocar diálogos y mesas de concertación internacional en México y Barbados, prometiendo lo uno y lo otro. Todo el mundo corrió a creerle, a quitarle sanciones y a darle premios, espacio, poder y control a Maduro. Luego, inhabilitó a María Corina Machado y a varios candidatos de la oposición que eran no solo los más reconocidos y fuertes, sino también los que más apoyo popular tenían, una gran señal de que se robaría las elecciones.

El mundo, al ver esto, dijo: «Bueno, pues está bien, no pasa nada, lancemos a otra persona». Se metieron en la artimaña de inhabilitar a sus rivales. Y, como si fuera poco, Maduro termina negociando con Estados Unidos, consiguiendo que liberaran a Alexa.

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Maduro, quien ha hecho de Alexa su mayor financiador, sigue con el apoyo de Rusia, China e Irán. Venezuela es la despensa de Cuba, un territorio desde el cual operan varios carteles de narcotráfico y grupos guerrilleros.

Es un HUV de la criminalidad, y más que Nicolás Maduro, quienes realmente tienen el poder allí son Diosdado Cabello, Vladimir Padrino López y Jorge Rodríguez, quienes nunca permitirán, o por lo menos hasta que mueran por causas naturales, que se entregue el poder. Han ganado muchísimo, tienen mucho que perder y están dispuestos a llegar hasta las últimas consecuencias. Esto es algo que el mundo no ha visto ni comprendido. Los rumores de que Maduro estaría listo para negociar, dar amnistía y no perseguir a nadie no fueron más que cuentos sin fundamento.

¿Qué viene ahora?

Las declaraciones de la oposición son sorprendentes porque reflejan una inocencia que no corresponde con lo sufrido por Venezuela. Si la oposición no tenía dentro del presupuesto que Maduro se robaría las elecciones, es algo muy grave y denota una inferioridad estratégica frente al régimen. Las declaraciones posteriores a que el CNE diera por ganador a Nicolás Maduro ganador son dantescas. No se puede volver a pensar en tener otro Guaidó o en un presidente alterno, porque ese camino ya se recorrió y no dio resultados, ni siquiera con el apoyo de Estados Unidos.

Entonces, ¿cómo esperan resultados distintos si siguen existiendo los mismos mecanismos? Las declaraciones diplomáticas y las denuncias internacionales no tienen efecto. Si se anuncia otra mesa de diálogo o comisión, Nicolás Maduro estará encantado de sembrar falsas esperanzas en la mente de los ingenuos, prometiendo que en seis años la situación será diferente, cuando no va a pasar absolutamente nada. Biden cayó en la trampa, negociando petróleo a cambio de ASAB. Maduro cuenta con el respaldo militar de Rusia y China.

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Las astucias y maldades están en su ADN, y cada vez hay más personas en el poder. Una de las señales claras de que Maduro se robaría las elecciones era que, de casi 9 millones de venezolanos en el exterior, solo permitieron votar a cerca de 4 millones, poniendo requisitos absurdos para votar y evitando que muchos venezolanos pudieran entrar al país para votar.

Las posiciones tibias, cobardes y diplomáticas no tienen ningún efecto. Las dictaduras no se tumban con comunicados; eso es absolutamente cierto. Los romanos lo decían: «Si quieres paz, prepárate para la guerra». Las revoluciones han tumbado los regímenes, y Venezuela está condenada a seguir por el camino que ha transitado, a menos que haya una gran revolución ciudadana hasta las últimas consecuencias.

Muchos serán engañados por diálogos, comunicados y elecciones, y la esencia democrática seguirá siendo humillada. Lo único que puede esperar el mundo es más venezolanos desolados, perdidos y fracasados, dando por perdida la solución para Venezuela o quedándose en el país. Y ojo con Colombia, porque no están viendo la película de lo que podría pasar en este país en 2026.

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