La falta de cárceles tiene culpa en la inseguridad de las ciudades

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  EDITORIAL


Hace pocos días el alcalde de Medellín Federico Gutiérrez Zuluaga llamó la atención por un caso en específico en el que los fleteros, donde existían pruebas contundentes, habían sido enviados a casa en modalidad de prisión domicialiaria, y como este caso también había sucedido el que fue tan publicitado en la Autopista Norte.

Es un problema que sin lugar a dudas se conoce desde hace más de seis años en el país. No se ha hecho absolutamente nada por remediarlo , y fuera de eso las cifras son cada vez más desalentadoras.

La semana pasada el Defensor del Pueblo Carlos Negret visitó la cárcel Bellavista en la ciudad de Medellín, quien solicitó de inmediato la clausura de este centro penitenciario, pues no solamente existe un riesgo latente en su estructura y podría colapsar, sino que también el hacinamiento ha superado niveles insostenibles.

El Ministro de Justicia anterior, Yesid Reyes, mencionaba que la solución no era construir cárceles, y que mejor se tenía que optar por dejar en libertad a personas que cometían actos delincuenciales  en modalidades de reintegración y resocialización. El actual Ministro de Justicia, Jorge Londoño, no se pronuncia de manera relevante o sustancial sobre esta problemática. La verdad es que su gestión en el ministerio ha sido muy discreta y no le ha ‘metido el diente’, como debería ser, al hacinamiento y a la falta de cárceles en Colombia.

El presidente Juan Manuel Santos tampoco se ha inmutado, ni siquiera, por solucionar esto. No hay proyectos de construir cárceles, no hay soluciones para la actual crisis, y fuera de eso todo lo anterior está teniendo culpa en la gran inseguridad que hoy están padeciendo todas las ciudades de Colombia y la mayoría de municipios.

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El círculo es muy claro, es un círculo vicioso. No hay cárceles, no hay cupos, y por ende los jueces no tienen cómo enviarlos a cárceles y los dejan en libertad; simplemente los mandan para prisión domiciliaria. Está comprobado en más de 1000 casos que las personas vuelven a reincidir en los crímenes, vuelven a cometer delitos aún con brazalete o con estas medidas como fue el caso del mencionado atraco en la Autopista Norte, donde uno de ellos tenía prisión domiciliaria.

Así pues, el mayor culpable en este asunto obviamente es el Gobierno y parece que no le importa solucionarlo en el corto plazo. Pareciese que quieren dejarle todo esta chicharrón al próximo gobierno, y fuera de eso no se están dando cuenta y no están dimensionando la grave situación que esto le acarrea al país que tiene que ver nada más y nada menos con fenómenos de inseguridad desbordados, crímenes atroces y con un factor de impunidad muy grande.

¿Qué se ganan los alcaldes y la Policía en hacer grandes gestiones, consejos de seguridad, consiguiendo cámaras, con más policías si los ladrones están quedando libres? ¿Cuál es la mencionada paz urbana que iba a llegar luego del proceso de paz con las Farc si los delincuentes saben que los van a dejar en libertad cada atraco que cometen porque no hay suficiente espacio en las cárceles?

Es delicado lo que está aconteciendo. Los registros no alientan en lo absoluto la labor de las autoridades mencionadas. Los policías saben que capturar a un ladrón es una pérdida de tiempo, pues capturan a una misma persona una o dos veces en el mismo mes, ya los distinguen, ya los conocen, y esto es algo que también cala en la moral de la fuerza pública, los desalienta, no les permite adelantar sus tareas constitucionales con ánimo, con ese fervor que se les ha inculcado y no cumplen con su función principal.

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La percepción de inseguridad en la ciudad no puede estar más alta y las víctimas se siguen contando una a una por la negligencia del Gobierno. Sería bueno que, aunque fuera por un poco de decencia, decoro y sobre todo responsabilidad con los colombianos de bien ya que se ha premiado a los colombianos de mal, a los que han delinquido, secuestrado, extorsionado o asesinado, que se les otorgue a las de legalidad, seguridad en las ciudades, y esto comienza con construir cárceles para que los delincuentes estén allí y no estén en las calles haciendo fechorías.

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