La gravedad del intento de magnicidio contra Donald Trump

Entre tanta violencia y noticias, el mundo parece haberse acostumbrado a actos bárbaros que deberían conmocionar y llamar la atención de toda la sociedad.

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En un mundo cada vez más polarizado, donde la violencia y la radicalización van en aumento, Estados Unidos no es la excepción. Con Donald Trump en el escenario, la situación se agrava aún más. Trump, una figura que despierta amores y odios, ha enfrentado múltiples procesos legales y campañas mediáticas en su contra. En los últimos dos años, ha sido blanco de más de cuatro intentos de encarcelamiento, doce procesos para destruirlo económicamente y al menos ocho campañas mediáticas que han buscado minar su imagen y reputación tanto en la sociedad estadounidense como en el mundo.

La narrativa agresiva de políticos, académicos y algunos medios de comunicación ha sido constante. Trump ha sido comparado con figuras históricas como Hitler y Mussolini, encuadrado como un símbolo de maldad y tragedia. Con este trasfondo, no es sorprendente que un joven de 20 años haya intentado asesinar a Trump con un rifle AR-15 desde un techo a 150 yardas de distancia. Aunque el atacante aparentemente actuó solo, se deben investigar a fondo las denuncias hechas al Servicio Secreto, que fueron desestimadas, y por qué este actuó de la manera en que lo hizo.

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La gravedad de este intento de magnicidio no ha sido debidamente procesada por el mundo. Trump, independientemente de las opiniones que se tengan sobre él, estuvo a un milímetro de ser asesinado en un mitin político, lo que habría marcado un antes y un después en la historia política reciente de Estados Unidos. El impacto de su asesinato habría sido incalculable y trágico para la nación americana.

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Además, muchos medios de comunicación, debido a su sesgo y odio hacia Trump, dieron información incorrecta sobre el incidente. Algunos titulares decían que Trump había sido sacado de la tarima porque se cayó, lo abuchearon o se mareó, cuando en realidad se trató de un intento de asesinato en el que se dispararon más de cinco balas, matando a dos personas e hiriendo a otras cuatro. Algunos medios incluso minimizaron el incidente, llamándolo «aparente atentado» o mencionando que Trump fue evacuado tras una balacera en su acto de campaña.

Los comentaristas en vivo en España y Estados Unidos estaban más preocupados por cómo esto favorecería a Trump que por la seguridad del candidato y las personas presentes. Esta actitud es grotesca y refleja el mayor sesgo que puede existir en la relación prensa-política. Los medios tradicionales no han entendido que su relación con Trump debe ser neutra y ajustada a los estándares de ética periodística, informando sobre los hechos reales y no sobre emociones personales.

En conclusión, es sumamente grave que no se haya procesado adecuadamente lo que significaba la posible muerte de Donald Trump. Es grave el manejo que los medios de comunicación dieron al suceso y cómo ciertos políticos, académicos y actores han hablado en varias ocasiones de eliminar a Trump. Debemos tener cuidado con el lenguaje y evitar incitar al odio, ya que esto puede motivar a personas con problemas mentales a cometer actos violentos.

El periodismo y la política deben volver a sentar raíces y dar ejemplo de que, en medio de las diferencias, se pueden respetar las normas de convivencia, la comunicación y, sobre todo, la vida.

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