La Guajira, ¿paraíso olvidado?

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2016 fue el año en el que La Guajira, uno de los departamentos más ricos del país, dejó ver la tragedia humanitaria que vive y la cual con el paso de los años crece más. La corrupción ha hecho que este paraíso del norte de Colombia este sumido en el hambre, la falta de agua y el abandono.


Por: John E. Arango Ocampo.

Twitter: @JohnArango27

Sí bien a la hora de pensar en un lugar de Colombia para ir a disfrutar de hermosos paisajes, la mente nos remite de inmediato a La Guajira, departamento que extiende sus 20.848 kilómetros cuadrados en el norte de nuestro país y el cual cuenta con lugares llenos de  magia e inmensidad que logran cautivar a nacionales y extranjeros. Pero paralelamente a esta realidad, hay otra menos favorable y es la de La Guajira llena de hambre, sed, abandono, corrupción y muerte. La que ninguno de nosotros quisiéramos conocer.

Riohacha, Urumita, Maicao y Manaure son quizá los municipios más mencionados de este departamento que no supera el millón de habitantes y el cual desde 2015 entró en una profunda crisis humanitaria que con el paso de los días se ha agudizado y la cual en 2016 ha tocado fondo, logrando hacer eco en toda la sociedad colombiana; la misma que tiene que ver en sus televisores y periódicos como, en este bello rincón de Colombia, los niños se mueren de hambre y sed, los adolescentes y adultos aguantan el abandono estatal; todo a la par del robo injustificado de dinero por parte de sus gobernantes, dinero que deberían invertir en el pueblo.

Con un presupuesto de cerca de los 500 mil millones de pesos para 2016, cantidad quizá no suficiente pero sí significativa, La Guajira podría desarrollar cuanto proyecto en pro de sus habitantes quisiera; pero un enemigo silencioso llamado corrupción, que la aventaja por varios pasos, no deja mantener intacta la velocidad con la que buscar  llegar en poco tiempo a una realidad prometedora y llena de oportunidades. Desde hace varios años la desnutrición de los niños de La Guajira, en especial los pertenecientes a las etnias wayuu, wiwa, kogui, arahuaco y kankuamo, es la mayor problemática social que aqueja el departamento.

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La muerte por falta de agua y comida se ha convertido durante este año en una fatal realidad, que supera cualquier película de terror, cientos de niños murieron por este motivo en 2016 y aunque en varias oportunidades el gobierno por medio de entidades como el Instituto Colombiano de Bienestar Familiar y el Ministerio de Educación ha tratado de minimizar el efecto negativo que deja esta situación ante el país y el mundo, los efectos positivos son difíciles de percibir más aún cuando el abandono del Estado ha sido acompañante permanente de la historia de La Guajira. Como si fuera poco, sumado a la sed y hambruna, que de norte a sur y de oriente a occidente vive el pueblo guajiro, los pasos de gigante que más se sienten son los de la corrupción, esa misma que tiene al departamento sumido en la tasa más alta de pobreza del país de 64.3%, un dato que duplica el porcentaje nacional que está en 37.2%.  La corrupción también es la materia prima de la falta de agua potable, problema que a la fecha afecta cerca de un 50% de la población, sin embargo según datos del gobierno nacional se espera que en 2018 el 90% de las personas tengan acceso al líquido vital.

De manera transversal el analfabetismo, que acaba como un cáncer al departamento, reina en un pueblo que lo demuestra cada que elige a sus mandatarios. La Guajira ha sido a lo largo de su reciente historia la cuna de los políticos menos favorecedores con el pueblo, quienes en sus bolsillos llevan la riqueza de un pueblo que clama a gritos la intervención y ayuda de sus dignatarios locales. Todo esto sumado y elevado a la n potencia hacen que con el paso de los días la pobreza, la inequidad y el abandono vuelvan al departamento que tiene la mina de carbón a cielo abierto más grande del mundo en un paraíso olvidado y descuidado que desconcierta hasta al más ajeno a esta situación

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