La guerra contra las drogas no fracasó, fue mal planeada

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EDITORIAL


Actualmente se está debatiendo desde los altos tribunales de la inquisición que hoy ejercen algunos medios de comunicación capitalinos si la lucha contra las drogas en Colombia fracasó, y en virtud de eso pues de una vez pasarnos la ley por un fajo y hablar y proponer ya la despenalización por completo del consumo de drogas ilícitas.

Llama la atención que varias personas que han interactuado con esos medios de comunicación y en el marco de dichos debates, han señalado que la culpa no es ni siquiera del mismo negocio, y no es que el Gobierno sea invencible, sino que la culpa es del actual Gobierno de Colombia en cabeza del presidente Juan Manuel Santos y de su pésima política de antinarcóticos, empezando por la cantidad de ministros de Defensa que ha tenido Colombia y que habían mostrado serios avances, pero que desde Juan Carlos Pinzón y ahora con el ministro Villegas pues toda esa política se ha hecho prácticamente a un pozo negro sin fondo, y como advertía en algún momento el exprocurador Alejandro Ordóñez Colombia terminó nadando en coca.

Se pusieron de acuerdo para sacar de un momento a otro que el glifosato era cancerígeno, por lo que cancelaron las aspersiones con este químico, esto trajo mucho más aumento en los cultivos de coca. Además, la devaluación de la moneda colombiana ha ayudado permanentemente a que sea más eficiente, rentable y atractivo sembrar droga que sembrar comida, porque hoy el gramo de droga en Estados Unidos está pagando mucho mejor que lo que se pagaba por lo menos en los últimos ocho o nueve años. Fuera de eso los acuerdos de paz con las FARC han traído sin lugar a dudas un aumento considerable de la siembra de droga, pues ellos tienen claro que cuando lleguen a un tribunal de paz y confiesen que sembraron droga se los van a perdonar. Hasta entonces no se aprueben las medidas y no queden claras las reglas de juego, las FARC y todos los involucrados van a seguir sembrando droga de lo lindo, porque saben que van a recibir ese perdón tarde que temprano.

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Hay que resaltar que el medio de comunicación norteamericano, Wall Street Journal, afirma que entre 2001 y 2012 se redujeron los cultivos ilícitos de hoja de coca de 170 000 a 78 000. Por otro lado, las estadísticas evidencian que en el Gobierno de Andrés Pastrana la caída de estas plantaciones cayeron 9% anual, en el de Álavaro Uribe un 8% y 5% anual (en cada uno de sus gobiernos), mientras que en el primero año de Gobierno de Juan Manuel Santos cayeron en un 11%. Hoy en día, el periódico estadounidense estima que en Colombia hay alrededor de 180 000 hectáreas de cultivos de coca.

La lucha no se ha perdido y no está del todo agotada, simplemente está en un momento infranqueable y francamente difícil porque el Gobierno no ha sabido afrontar ese cáncer que es la droga. Hoy el Gobierno colombiano no tiene buenas relaciones con el Gobierno de Estados Unidos, saben que el Gobierno colombiano va por la izquierda y el de Estados Unidos va por la derecha, y las peticiones de William Brownfield en su última visita al país fueron muy claras, y sobre todo con las nuevas directrices del presidente Donald Trump. La pregunta que cabe es, ¿hasta dónde el presidente Santos será capaz de ceder, de ser flexible y de volcarse a lo que está pidiendo el presidente Trump?

Ahora bien, es claro que el consumo de droga en Colombia no se va a acabar a punta de decretos o con mensajes publicitarios, se necesita una lucha mucho más frontal contra esta práctica criminal, y sobre todo una guerra sin cuartel contra absolutamente todos los carteles, empezando por las mismas FARC, quienes tienen que cesar de delinquir, en segundo lugar tienen que entregar todas las rutas, terrenos y cultivos, y tienen que ser acérrimos defensores de lo mismo que ellos han firmado con el Gobierno, que es el  acuerdo de paz para así demostrarle al país que no están mintiendo.

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En tal virtud, no es momento para que se esté proponiendo la despenalización de la droga, pues lo que se ha diseñado de mala manera es la política para combatirla. Además, uno de los grandes problemas que hoy afronta el país y que viene enfrentando desde hace varios años es la centralización del poder. Desde Bogotá no se están dando cuenta qué es lo que realmente requieren las regiones, como pavimentación de vías terciarias, salidas al mar, y un trato digno para los estratos bajos y para las clases campesinas; además de esto, se requieren programas de fortalecimiento y productividad para todas las zonas que han sido permeadas por el narcotráfico y por la ilegalidad.

Como conclusión, es hora de que el Gobierno deje de enviar globos con el tema de la legalización y cambie su política de droga, o acepte que ellos como Gobierno cayeron derrotados, pero que permitan que un Gobierno nuevo ejerza sus funciones de estricto cumplimiento de la Constitución y una lucha frontal contra un cáncer que mata la sociedad.

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