La hora de la grandeza

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Por:  Rafael Nieto Loaiza


Se mueve la política. Inevitable en estos meses pre electorales.

Los hechos muestran, en casi todo, lo previsto: la izquierda, la light y la radical, terminará toda unida. Para empezar, Fajardo, que tenía por bandera de navegación no asumir posiciones ni partido, optó por quitarse la careta: armó una alianza con el Polo y en el Polo con socialistas demócratas como Jorge Robledo y con extremistas, afectos a las Farc, como Iván Cepeda. Imagino el desconcierto que se vivirá en estos momentos entre aquellos empresarios que en su momento decidieron auspiciarlo. Porque por mucho que Fajardo pueda estar lejos de la acción violenta de la guerrilla de la que tan cerca ha estado Cepeda, no hay duda de que el planteamiento económico de Robledo es contrario a las libertades indispensables que necesitan las sociedades para su desarrollo y progreso. Ahí quedaron juntos el Polo, los Verdes y Fajardo.

A su vez los más radicales, Petro y Caicedo, con antecedentes violentos, y Clara López, tan cercana al partido comunista, plantean una consulta para escoger con nombre propio. No hay duda sobre el ganador de ese proceso. La izquierda populista encarnada.

Y para rematar Mockus se destapó. En una entrevista con Vicky Dávila, que por su contenido me produjo tristeza, el profesor, que ha posado siempre de adalid de la moral pública, se subió a las filas del todo vale si se trata de apoyar el pacto con las Farc. Antanas, por convencimiento o porque algo le ha quedado de su “error de juventud” como confeso colaborador de grupos terroristas, no tuvo reparo en asegurar que con ese propósito Fajardo debería hacer alianzas con quien fuera, las mismas Farc incluidas, a quienes le “gustaría ver en la coalición”. Y cerró con dos preciosuras: la posibilidad de sobornar si el propósito es “noble”, como abolir la esclavitud (o, se colige, defender el Si), y, dos, añadió, “hacer de antiguos asesinos buenos dirigentes”.

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“Si el tono se vuelve Sí versus No, hay que hacer todas las alianzas necesarias para que el Sí gane”, dijo Mockus. Ya De la Calle había sostenido algo semejante, cuando insistía una y otra vez en una coalición en torno a él para defender el pacto con las Farc.

Nosotros lo hemos advertido desde hace tiempo: esa es la ruta de la izquierda y del santismo, la coalición so pretexto de defender el pacto con las Farc. Aunque paradójicamente los negociadores Pearl y De la Calle no tengan chance alguno, esa coalición está planteada y, con Fajardo o con Petro como cabeza, será un hecho parcial para la primera vuelta y total para la segunda.

Así que esa alianza va, como era previsible. Lo nuevo e inesperado es que, si del lado de allá se avanza, del de acá se retrocede. Teníamos la base de la Coalición del No y creímos que sobre ella sería más fácil construir porque habíamos aprendido que unidos y trabajando en conjunto la victoria, aunque todo estuviera en contra, era posible. Ingenuos. Cuando de elecciones por el poder se trata afloran egos, vanidades y mezquindades, se ponen los intereses y expectativas individuales por encima de los intereses generales. No dejaré de insistir en que no hay motivos graves para que en la alianza republicana no quepan todos los que en el No estuvieron (y los arrepentidos del Sí y los abstencionistas), en que ya se tienen los acuerdos programáticos sustantivos, y en que los procedimientos son accesorios.

Cuando escribo estas líneas, sábado en la mañana, no hay acuerdo para hacer una consulta el 11 de marzo. Siguen algunos empeñados en que Ordoñez no vaya. Y entre varios en el Centro Democrático, abandonada la posibilidad de ir con Marta Lucía Ramírez, no hay disposición para que la consulta se haga solo con el ex Procurador.

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Como vamos, llegaremos divididos a la primera vuelta. La izquierda y Santos se relamen de felicidad. Y Germán Vargas mira complacido como se le abren todos los caminos.

Es hora de la grandeza, señores: ¡a ponerse de acuerdo! ¡La Patria es primero!

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