La incoherencia y el sentido común escasean en Colombia

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Cada vez compruebo que es imposible dar debates con altura, argumentados, respetuosos y equilibrados en un país como Colombia. Las barras bravas políticas, el sectarismo y la subjetividad hacen imposible que un país avance en construcciones colectivas sostenidas de largo aliento.


Por: Andrés Felipe Gaviria Cano

Alguna vez escuché que el sentido común es el menos común de los sentidos, y uno quisiera creer que en cada una de las mentes de los colombianos hay una voz que les dice ‘hay que salir adelante, todos remando juntos, trabajando, buscando el beneficio colectivo, porque hay un interés superior que es la patria’, Colombia debe estar por encima de todo, ante todo y sobre todo, debería primar la sensatez, la coherencia y la consecuencia en cada una de las acciones de la vida humana y es lo que yo me he cansado de pedir, por lo menos que recuerde durante los últimos ocho años.

En su momento cuestioné los ataques que se le hicieron a Juan Manuel Santos por deporte, por burlas personales, por acusaciones que carecían de todo sentido y lógica. Tuve barras bravas que me atacaron por eso. Luego en el gobierno duque le cuestioné muchas cosas, resalté otras, observé algunas con detenimiento que me llamaron la atención y tengo una percepción muy distinta a la de muchos colegas sobre lo que fue el gobierno de Iván Duque.

Y ahora que empieza el de Gustavo Petro, lo único que he pedido ante la llegada de la izquierda al poder que ha estado durante tantos años dando lata en redes sociales, sobre que está mal, que está perverso, que no se debe hacer, cuáles son las malas prácticas, las pésimas maneras, la corrupción, el despilfarro, la desfachatez y todo lo que han dicho.

Yo la verdad no lo puedo negar, muy emocionado, yo estaba esperando que la izquierda llegara poner todo eso en práctica, a erradicar todo lo que han denunciado en estos años, a suprimir lo que no funciona, a desechar lo malo, a barrer con las malas prácticas, a acabar con la dictadura, el régimen que ellos han denunciado que está hoy instaurada en Colombia.

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Pero a las primeras de cambio uno hace una o dos preguntas, uno que otro cuestionamiento, un símil, un análisis, una comparación y de inmediato caen las barras bravas de twitter robotizadas, porque todas son cuentas falsas, son fakes, son bots pagados por grupos políticos para teledirigir ataques masivos a las cuentas que están hablando en contra de esas causas o de un líder político en común, es absolutamente fácil de evidenciarlos por sus seguidores, por las fechas de creación, porque nunca tienen una foto real, porque copian y pegan mensajes, porque los insultos son nazista, fascista, asesino, paramilitar y toda la narrativa que han creado en los últimos años para atacar a quienes no piensan como ellos.

Y yo me cuestiono, porque digo este es el gobierno de la tolerancia, de la apertura política, de la pluralidad de voces, y estoy citando a Gustavo Petro, él ha dicho que en Colombia no lo pueden matar por hacer preguntas o por cuestionar o pensar diferente. Y lo que yo he estado recogiendo estos días ha sido el odio más efervescente de petristas robotizados, quizá uno de cada 100 reales, pero creo que el nuevo presidente, tendría que desautorizar esas estrategias, tendría que cesar los ataques, tendría que parar ese acribillamiento, esa violencia virtual contra quienes no están matriculados en el Pacto Histórico y que no necesariamente estamos atacando al gobierno.

Yo de corazón lo vuelvo a decir, lo que nos diferencia a un bando y a otro es que, ellos le desean todo el mal al presidente que gana cuando no es el de ellos y esperan que el país se caiga pedazos y se incendia para salir a cobrar. Pero nosotros deseamos que el presidente que sea de izquierda, de centro derecha, de arriba, allá abajo, azul, verde, rojo le vaya bien, porque uno acude al sentido común.

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Y yo quiero que a Gustavo Petro le vaya bien. Quiero que cree empleo, quiero que acabe con el déficit fiscal, que acabe con la corrupción, mejore la seguridad, mejore la justicia, siga la política de transición energética, respete la propiedad privada, la libertad económica, que promueva la creación de empresas, que se paguen más y mejores salarios. Que Colombia avance en todo sentido. Yo sería absolutamente feliz y el primero en reconocerlo si es así, y lo digo de corazón.

Pero no puede ser, insisto, que vamos a entrar en cuatro años de una política, del odio, de la estigmatización, del sectarismo y del ataque a quien no piensa como los que están en el gobierno.

Como conclusión, quisiera ser muy exacto en lo que voy a decir y es; la izquierda tiene una oportunidad de oro y es demostrar que han estado en lo correcto aproximadamente 20 años de todo el palo que han dado. Ahora son poder, ahora están en el gobierno, revisen sus trinos, sus escritos, sus discursos y no hagan lo que criticaron, hagan todo lo contrario, hagan el bien.

No estoy pidiendo absolutamente nada más, no espero absolutamente nada más. Y creo que eso es lo correcto. Jamás acudiría a un ataque o bajo contra un político o contra quienes componen un gobierno porque tengo valores y muchas veces la educación que ellos han reclamado para todos, parece que les falta es a ellos, porque evidentemente no la tienen. Pero acá siempre habrá una posición de diálogo abierto, de comunicación, de construcción, si ellos así la quieren.

Ojalá se inventaran medios de comunicación sin vetar a columnistas que ya lo reconocía Gustavo Bolívar, que tenían medios de comunicación vetados, porque será la única manera a través de la voz, del discurso, de la escritura, de la deliberación, que nos entendamos, y quién más que Gustavo Petro para entender esto.

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