La IA ética en América Latina dejó de ser una tendencia asociada únicamente a la reputación corporativa y se posiciona hoy como un factor estratégico para el crecimiento empresarial. Así lo confirma un estudio del IBM Institute for Business Value, desarrollado en conjunto con el Notre Dame–IBM Tech Ethics Lab, que analiza el impacto real de las prácticas éticas en inteligencia artificial sobre el desempeño de las compañías de la región.
Según el informe, las empresas latinoamericanas proyectan casi duplicar la inversión en ética aplicada a la inteligencia artificial en los próximos años. El presupuesto destinado a estas prácticas pasará del 5,4 % del gasto total en IA en 2023 al 11 % en 2026, una señal clara de que los ejecutivos empiezan a vincular la ética con resultados de negocio medibles y sostenibles.

Los datos respaldan esta decisión. El 57 % de los directivos consultados asegura que la implementación de principios éticos en los sistemas de IA ha generado mayor confianza de los clientes, además de una mejora en la calidad de productos y servicios. A esto se suman beneficios como el fortalecimiento de la reputación corporativa y la reducción de riesgos reputacionales, elementos clave en mercados cada vez más exigentes.
La IA ética impulsa el desempeño empresarial y el ROI
En el plano operativo, las organizaciones que priorizan la ética en la inteligencia artificial reportaron avances concretos durante el último año. Entre los principales resultados se destacan mejoras en indicadores de experiencia del cliente, como satisfacción y retención, un mayor nivel de adopción interna de soluciones de IA y ganancias en eficiencia y efectividad de los procesos.
El estudio evidencia además que las compañías con mayores niveles de inversión en ética de la IA obtienen mejores retornos de la inversión (ROI) frente a aquellas que aún mantienen enfoques limitados o reactivos. Esta diferencia refuerza la idea de que la gobernanza y la transparencia no frenan la innovación, sino que la potencian.
Sin embargo, el potencial de la IA ética aún no se aprovecha por completo en América Latina. Solo cerca de un tercio de las organizaciones cuenta actualmente con herramientas básicas o marcos formales para gestionar los riesgos éticos asociados a estas tecnologías. A esto se suma una tensión persistente entre los objetivos comerciales y los valores éticos, reconocida por casi el 70 % de los ejecutivos.
Las principales barreras identificadas incluyen la escasez de talento especializado, las dificultades para capacitar equipos a gran escala y las limitaciones presupuestales. En el plano técnico, persisten retos relacionados con la explicabilidad de los modelos, la detección de sesgos y la construcción de sistemas de IA confiables.
La llegada de modelos más autónomos, como los agentes de inteligencia artificial, incrementa la urgencia de actuar. Una mayoría de líderes empresariales considera que estos avances exigirán lineamientos éticos más estrictos y una revisión profunda de los actuales marcos de gobernanza, a medida que la toma de decisiones automatizada gane protagonismo.
En un entorno marcado por la acelerada transformación digital, el mensaje del estudio es contundente: la ética en la inteligencia artificial no es solo un requisito regulatorio, sino una decisión estratégica que puede traducirse en mayor confianza, diferenciación competitiva y resultados sostenibles para las empresas de América Latina.
Lea también: Crédito por más de $1 billón reactiva uno de los proyectos 4G más atrasados del país