La lengua desatada de Gustavo Petro

Este mentecato imprudente y rabioso se atrevió a pedirles a las Fuerzas Armadas de Estados Unidos que desobedezcan a su comandante en jefe Donald Trump.

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Son tantas las enormidades que proclama Gustavo Petro cada que abre la boca, que resulta imposible determinar si se trata de meros delirios provocados por sus desvaríos mentales o si son enunciados —casi todos falsos— hechos a propósito con fines políticos. Para la muestra, en los últimos 15 días, sobre todo desde el momento en que lo descertificaron con nombre propio, este sujeto ha proferido tal cantidad de barbaridades que solo inventariarlas es una tarea extenuante, pero que comprueban la insensatez del pelafustán que nos dirige.

Por ejemplo, aduce Petro que él es el presidente de Colombia que más ha luchado contra el narcotráfico, lo cual es, a todas luces, una mentira descarada, sobre todo proviniendo de un drogadicto. Todos sabemos que Petro le entregó el país a las mafias, dando como resultado un crecimiento inusitado en materia de hectáreas sembradas de hoja de coca, así como de un aumento de la productividad por hectárea y un notorio incremento de la  cantidad de kilos de cocaína producidos. Si bien han crecido también las incautaciones, es sabido que los narcos las propician para evitar la sobre oferta y mantener altos los precios. Pero el país nada en coca, negarlo es una necedad.

Es que, sin duda, Petro creyó que el Imperio no nos iba a descertificar por su tardía amenaza de asperjar con glifosato donde las comunidades impidieran el accionar de la Fuerza Pública. Pero como no fue una descertificación para Colombia sino para el presidente de Colombia, el orate no pudo ocultar lo ofendido que se sintió y se dedicó a despotricar de Trump, señalando sus supuestos nexos con las mafias colombianas asentadas en La Florida, y a elevarlo a la categoría de asesino por ordenar el hundimiento de lanchas venezolanas que transportaban drogas aniquilando a sus tripulantes, los que según Petro no eran terroristas del ‘Tren de Aragua’ sino jóvenes migrantes indefensos.

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Pero eso solo fue el abrebocas. En la plenaria de las Naciones Unidas, la verborragia incontenible de Petro no pudo ser peor. El recinto se vació antes de que empezara su intervención porque su lenguaje incendiario, confuso y provocador ya es conocido en el mundo entero y pocos quieren padecerlo. Apareció todo un mequetrefe vestido de  guayabera en sesión solemne y exhibiendo en la solapa un prendedor con la bandera de ‘guerra a muerte’ atribuida a Bolívar. Por ninguna parte la bandera de Colombia.

El delirante Gustavo Petro acusó de nuevo a Donald Trump de asesinar a jóvenes inocentes en el Caribe. Exhortó al mundo a crear un ‘ejército de salvación’ más poderoso que el de EE. UU. e Israel juntos para defender al pueblo palestino en Gaza. Volvió con su cuento de que faltan diez años para que se acabe el mundo por la codicia de extraer más petróleo, más carbón y más gas, y aseguró que los pueblos del sur podemos producir las energías limpias que Europa y los gringos necesitan y nos deberían comprar para mantener sus altos niveles de vida. Como si fuera poco, lamentó que el carnicero José Stalin no hubiera llevado a cabo la revolución mundial socialista.

El líder mundial que Gustavo Francisco cree ser, acostumbrado ya a decir boludeces sin que nadie lo calle, a mortificar a los colombianos con sus estúpidas alocuciones televisadas, se unió al día siguiente a una escuálida marcha en favor de Palestina por algunas calles de Nueva York, y desde una tarima improvisada se dio a la tarea de lanzar arengas con un megáfono excusándose por no saber ni árabe ni inglés.

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En medio de su vanidosa irracionalidad, este mentecato imprudente y rabioso se atrevió a pedirles a los miembros de las Fuerzas Armadas de Estados Unidos que desobedezcan a su presidente y comandante en jefe Donald Trump, un arrebato muchísimo peor que el de llamarlo asesino. Nadie puede ir a otro país, y menos si es la mayor potencia mundial, a pedirles a sus soldados que desobedezcan al comandante, al hombre más poderoso del planeta…

El castigo no es perder la visa a Disney World, es pasar a ser objetivo militar de la CIA, el FBI, la DEA, el Mosad, el Pentágono y hasta McDonald’s. Colombia no se merece a este sujeto como presidente, menos cuando debería haber terminado en una cárcel por sus fechorías. Tal vez ahora sea su lengua la que lo castigue.

Por: Saúl Hernández Bolívar – @SaulHernandezB

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